Mundos Paralelos

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Al día siguiente, Omar se colocó su mejor ropa y fue a su auto. Esta vez, dejó la libreta de cuero en un cajón dentro del cuarto de armas.

Esperó a que Natalia saliera del trabajo y la siguió hasta el café. La vio ojeando un libro de Poe y se acercó a ella.

-Hola, mi nombre es Omar- le dijo extendiéndole la mano. Ella bajó el libro y le saludó. -¿Te molesta si me siento contigo?- preguntó ya rodando una de las sillas con la mano. –Adelante- respondió ella. –Mi nombre es Natalia-. Él se sentó a su lado.

-Es mi escritor preferido- dijo él acomodándose los lentes y sonriéndole.

-¿Ah sí? El mío también.- Respondió ella cerrando el libro. Se miraron fijamente.

Comenzaron a hablar de los libros de asesinatos y otros intereses comunes, congeniaron. Se hicieron las cuatro de la tarde.

-¡Me tengo que ir!- Dijo Natalia repentinamente. Poniéndose de pie.

-Natalia, espera.- Le detuvo. –Es viernes, por qué no te quedas un rato. Te invito. ¿Tienes hambre? Podemos comer algo. O ¿Acaso tienes novio?-

Ella vaciló unos segundos antes de contestar: -no, no tengo. ¿Nos movemos?-

-Bien, mi auto está allá- dijo señalando hacia afuera. –El mío también-

-Yo te sigo entonces, Natalia-

Salieron del café y se dirigieron a un restaurante.

Mientras comían conversaban y reían. A eso de las seis de la tarde, ya parecían conocidos de años.

-Te propongo algo, pero primero contéstame una cosa- dijo Omar.

-A ver...-

-¿Dónde vives?

-En Puntarena-

-¿En serio? ¡Yo también! Sabes, me agradas mucho. ¿Qué te parece si vamos a nuestras casas y luego yo te busco a las nueve y vamos a una cita de verdad?-

-Pues ya hoy tenía planes con mis amigas... pero ¡Qué más da! Siempre salgo con ellas. Quiero salir de la rutina. Iré contigo.

Y así fue... a las nueve la fue a buscar. Ella salió... usaba un precioso vestido azul. Llevaba el cabello suelto y zapatos negros tacón de aguja. Fueron a bailar. Omar acariciaba su cabello. Era sedoso y negro. La besó y ella correspondió.

Luego la abrazó y sintió su aroma. Era embriagador para él. No necesitaba más nada si estaba cerca de ella. Entonces, se dio cuenta. Quizás era mejor mantenerla con vida... ¿o no?

Se imaginaba matándola. Deslizando el filo de un cuchillo por su delicado cuello a medida que rozaba su piel con su aliento al bailar. Con la mano en su cintura se imaginaba teniéndola frente a frente y ver como sus ojos se quedaban sin vida. Quería morderla y saborear su sangre. Y al fin había logrado tenerla cerca, después de tantos días siguiéndola. Entonces se dio cuenta de que la mística de matar estaba en la vida misma.

Ella por el contrario, estaba pasando una noche divertida con un desconocido, alguien ajeno a su rutinaria vida, la cual iba a volverla loca. Se sentía confiada y con poder sobre sí misma... capaz de hacer cualquier cosa que quisiera.

Omar le susurró algo al oído y ella asintió con la cabeza. Se dirigieron a su auto.

Fueron a la casa de Omar. Él se bajó del auto y le abrió la puerta. -¡Qué caballero!- Expuso ella.

La llevó de la mano hasta la puerta de su casa y luego abrió y la invitó a pasar.

Natalia se quedó sin habla al ver la decoración del interior de la casa. Su corazón comenzó a latir más fuerte. Sintió que la sangre le hervía. Miró a su alrededor. Abrió la boca para emitir sonidos pero fueron frustrados por Omar, quien con una sonrisa malévola, le dijo:

-Bienvenida a mi mundo-

Y entonces Natalia le sonrió de vuelta.

Natalia ServidaWhere stories live. Discover now