Capítulo 13: Inhóspitas Montañas

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—¿Alguien más se siente vigilado?


Quien acababa de hablar era el pistolero de bien cuidado peinado, mientras que sus ojos analizaban todo a su alrededor. Hace ya varios metros que le rodeaba la incómoda sensación de que alguien los observaba a escondidas. Tal vez fuera pequeños movimientos que notaba por el rabillo del ojo, misteriosos guijarros que caían desde arriba sin motivo aparente, o formas raras que él creía que eran rocas pero que, cuando volvía a mirar, habían desaparecido. Eran demasiadas cosas como para convencerse que solo era su imaginación.


—Pues ya que lo dices, a mí también me parece que hay personas que nos vienen observando desde hace un buen trecho—corroboró Jessie, quien se había tapado todo el cuerpo con su manta. Empezaba a correr un viento frío.

—Entonces todos manténganse alerta. No sabemos si pueden tendernos una emboscada—advirtió la joven de cabellos morenos, ahusando a los caballos para que trotaran más rápidamente.


Fue entonces cuando Shelly notó que Galán empezaba a mostrarse muy nervioso. Empezó a relinchar y a bufar, y Teodora no tardó en mostrar el mismo temor. Los dos caballos soltaron resoplidos y se negaban rotundamente a avanzar. Parecía ser que habían detectado algo, y no querían ir por el trayecto que estaban tomando.


—Oigan, chicas—comenzó a decir Colt, el cual había tomado sus dos revólveres-No quiero asustarlas, pero creo que los conocidos habitantes odian las visitas.


A la muchacha de cabello púrpura esas palabras la dejaron pensando por un segundo, hasta que pronto pudo procesarlas de golpe. Alzó la mirada, observando en los riscos encima de ellos.

No uno, ni dos, o tres. ¡Aproximadamente como diez osos estaban bajando las rocas! Iban apresurados, y era claro que su objetivo era la galera. Osos pardos, de pelaje negro, etc. Eran osos de distintas razas, pero todos parecían unirse para poder rodearlos.


—¡No se detengan ahora!—exclamó, azotando las riendas rudamente. El repentino golpe pareció hacer reaccionar a ambos equinos, los cuales comenzaron un rápido galope. Se oyeron los furiosos bramidos y rugidos que escaparon de las gargantas de aquellos enormes animales al ver que sus presas escapaban a toda velocidad.


Colt se vio obligado a sostenerse de la madera de la carreta, debido a la velocidad a la que iban, y le advirtió a gritos a la menor de los tres que se agarrara fuerte de algo o correría el peligro de salir disparada, ya que esos caminos no eran precisamente llanos. Y a la velocidad a la que iban, cualquier deformación del terreno ocasionaría una sacudida violenta.


—¡Ya que yo estoy ocupada conduciendo para salvarnos el culo, estaría bien que me informaran encaso que vieran algún peligro que yo no vea, o alguna ruta!—exclamó Shelly, mientras cuidaba que los caballos no se encabritaran pero mantuvieran aquel rápido ritmo.

—¡¿Qué escenario esperas?! ¡Para empezar hay una decena de bestias rabiosas corriendo tras nuestro!—le respondió el pelirrojo. Habría disparado, pero rumores y personas contaban que, si le disparabas a un animal salvaje, y éste podía seguir moviéndose, solo lo enfurecerías y las cosas serían peores. Y los revólveres de Colt y su tipo de munición no eran precisamente para atravesar grueso pelaje y resistente piel.


Jessie, por otro lado, estaba más centrada en acurrucarse entre las mantas y agachar la cabeza hasta que el peligro pasara. Cuando vio al primer oso empezar a bajar, su corazón dio un vuelco. Ahora, por el pavor, no podía ni articular palabra. Sus pensamientos se amontonaban y no podía elegir una palabra o frase coherente para poder hablar, o actuar. Sus manos agarraron las puntas de las sábanas para empezar a estrujarlas, retorcerlas y jalarlas, intentando hallar una distracción que alejara su mente de aquel hostil espectáculo. Jugueteando con aquella tela suave, que contenía algo redondeado y duro en su interior.

La Gran Travesía. ʙʀᴀᴡʟ sᴛᴀʀs #PH20Donde viven las historias. Descúbrelo ahora