>>Dino<<

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—Joven Chan, queda bajo arresto por el asesinato del joven Yoon JeongHan—.

Dino miró para todos lados sorprendido y se señaló a sí mismo sin poder creerlo. Sus ojos estaban más abiertos de lo normal y sus labios no terminaron nunca de cerrarse. Estaba muy impresionado, porque entre todos los sospechosos, lo arrestarían a él. ¿Cómo podrían? Él no entendía, él amaba mucho a su Hyung...

Dos guardias se acercaron a él, cabe destacar que eran gigantes, y lo tomaron del brazo poniéndolo de pié. Colocaron unas esposas en sus muñecas y Dino sólo negaba velozmente con la cabeza, sabía que si forcejeaba no lograría nada ya que esos hombres le doblaban el tamaño. Dino suplicó ayuda, pidió a gritos que lo soltaran, que él no era el culpable, que él no había causado nada. Y sin darse cuenta, comenzó a llorar.

Lo llevaron a rastras hacia una celda y lo desposaron. Dino seguía agitado por el llanto y comenzó a gritar.

—¡Por favor! ¡Yo no he sido!— no pudo seguir vociferando ya que su voz se quebró en el proceso.

Se giró para observar la celda y había allí un hombre. Dino limpió rápidamente las lágrimas que caían por su rostro y tragó fuerte. Aquel hombre definitivamente no se veía agradable.

¿Es que acaso estos policías estaban dementes?

¿Cómo osaban dejar a un chico indefenso con semejante colosal?

El hombre lo observaba de pies a cabeza con lujuria. Dino no tardó en sentirse incómodo y se sentó en un rincón lo más alejado posible de aquel pervertido, evitando el contacto visual y mientras que sus lágrimas seguían escurriéndose por su rostro sin ningún previo aviso, él intentaba limpiarlas y ocultar su vulnerabilidad pero era muy evidente que no se encontraba bien.

Pasó la noche tras las rejas y agradeció al universo que aquel hombre no le había dirigido la palabra. Sin embargo, no durmió para nada bien ya que tuvo que hacerlo en el suelo. El hombre se encontraba en una de las partes de la litera y ni loco él iba a ocupar la otra.

Aún se sentía pésimo, quería salir corriendo de ahí, quería abrazar a sus amigos. Odiaba estar encerrado por una gigante equivocación que lo condenaría de por vida.

Y sumándole, que había un acosador comiéndoselo con la mirada. Chan estaba asustado, tenía mucho miedo, y comenzó a temblar cuando aquel individuo empezó a acercarse hacia él.

Dino se aferró a sus piernas y escondió su cara entre sus rodillas. Estuvo en esa posición durante unos minutos y nada ocurría. Levantó la mirada y el hombre volvía a estar sobre la litera, al parecer sólo se había acercado a usar el lavabo que estaba al lado del menor.

Qué alivio.

[...]

Dos días después, Chan se encontraba aún triste con su mirada perdida. Su alma se sentía vacía y ya esa sensación de alegría que siempre estaba en él se había esfumado.

Seguía sentado en aquella esquina y empezó a trazar círculos imaginarios con sus dedos sobre las paredes.

Sintió a alguien aproximarse y se giró.

Era aquel compañero de celda suyo.

—¿Por qué un niño tan adorable cómo tú terminó aquí?— preguntó acercándose más a él y sonriendo tétricamente.

Dino sólo lo miró y no respondió, las palabras simplemente no fluían, no para ese sujeto.

El hombre soltó una carcajada seca y lo tomó de los hombros, levantándolo— ¿Difícil el niño, eh? A ver si te quitamos ese egocentrismo que te cargas— lamió sus labios, devorando con la mirada al pequeño y este le lanzó una mirada asqueado, entró en pánico y forcejeó contra él para zafarse, sin embargo, no lo lograba y los dedos de aquel personaje comenzaban a marcarse en sus brazos.

El hombre comenzó a tocar al menor, pasó sus manos sobre la espalda de este y levantó su camisa. A Chan le recorrió un escalofrío y comenzó a gritar por ayuda hasta que sintió un golpe contra su quijada y cómo lo tomaban fuertemente de esta.

—Tú te callas ¿ok? O sino se hará por las malas.— escupió de modo imperativo. Lo soltó toscamente para empezar a descender sus manos sobre el pecho del pequeño inocente.

Le excitaba tanto ver la cara de terror que tenía el chico frente a él, que su miembro no tardó en hacer presencia en el acto.

Dino comenzaba a tragarse sus lágrimas y a suplicarle al acosador que se detuviera. Estaba aterrado, él no quería, él no quería, por favor que se detenga... Cerró los ojos con fuerza y tomó energías para empujar al hombre frente a él.

Al ver que se desbalanzó un poco, el pequeño Dino salió corriendo hacia la otra esquina de la habitación y empezó a gritar desesperadamente por auxilio.

El hombre se había enojado, se acercó furiosamente a Dino y lo tiró al suelo, emitiendo un estruendo, y se posicionó sobre él. Sacó la ropa del menor ignorando la mirada de pánico, las resistencias y las lágrimas desconsoladas en el rostro del otro.

Y sin más detalles, lo violó.

Abusó del pequeño Dino, acabando con la inocencia que a este le quedaba. Ignorando las súplicas y atreviéndose a explorar aquellas partes privadas del Maknae.

Chan luego de eso, se quebró.

Se volvió temeroso, todo el tiempo se estremecía y sus ojos permanecían adoloridos de tanto llorar.

No volvió a ser el mismo y sus ganas de vivir disminuían cada vez más.

Lo enviaste a un destino cruel, cuando entre todos, probablemente él era el más puro. Lo obligaste a cargar con un peso que no era suyo. Y terminó siendo abusado todas las noches en esa sucia cárcel.

Pero detrás de las rejas todo se callaba, todo tendría que ser secreto, tenía que ceder o sino lo terminarían asesinando a él.

Aunque tal vez esa idea no suene tan mal... No, tal vez sería lo mejor...

Lo siento, Dino no es el verdadero responsable. Vuelve al inicio de la historia, piensa bien tus elecciones y ¡halla al mentiroso!

Final malo #4

Halla Al Mentiroso [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora