—Joven Seokmin, queda bajo arresto por el asesinato del joven Yoon JeongHan—.
Dk se sobresaltó al llamado y sus ojos se abrieron desmesuradamente, su boca se extendió de la sorpresa y colocó una mano sobre su pecho mostrándose ofendido por la reciente acusación.
—¡¿Yo?! ¡JeongHan era uno de mis mejores amigos! ¿Por qué haría eso?— exclamó exaltado, los guardias comenzaron a acercarse hacia él con unas relucientes esposas en manos y se alarmó— ¡Yo quería mucho a JeongHan, es en serio! ¿Pueden creerme? ¡¡Jamás le haría daño a alguien!!— insistió pero ya sus imploraciones no tenían valor alguno.
Lo llevaron a rastras hacia una mugrosa celda y él no paraba de temblar. Lo alojaron dentro y quitaron sus esposas, sus coyunturas dolían y seguía con esa expresión de consternación plasmada en sus largos rasgos.
Comenzó a quejarse fuertemente para que los guardias lo escucharan, pero estos ya se estaban alejando y sólo ignoraban sus chillidos.
Dk suspiró irritado y pasó una mano por su cara para calmarse un poco. Se volteó a observar el lugar y pudo darse cuenta que dos chicos estaban presenciando su actual berrinche.
Tendrían más o menos su edad, no pasarían de los veinticuatro años. En comparación al estereotipo de prisioneros que tenía en su mente, estos se veían menos amenazadores.
Dk los miró sin saber cómo presentarse o iniciar una conversación y terminó por mostrarles una sonrisa incómoda.
—Oye, se ve que la pasas mal ¿no?— preguntó uno de los chicos poniéndose de pié, Dk asintió algo vacilante ante esa repentina pregunta.
El otro muchacho se levantó y se cruzó de brazos— Dejame adivinar, te arrestaron por equivocación ¿cierto? Suele pasar—.
Seokmin no hablaba, y es que no sabía a dónde se dirigía esa conversación. Tal vez solo estaban intentado ser amables con su nuevo compañero de celda, sin embargo, él era algo prejuicioso aunque no le gustara admitirlo, por lo que en sus principales valores morales estaba no hablar con gente que parezca peligrosa.
—Vaya, qué compañero tan hablador nos tocó...— bromeó uno de ellos— No vamos en mala onda, pero si quieres sobrevivir aquí es mejor que seas parte de nosotros— comentó sonriendo ladeadamente y el otro asintió.
—¿A qué se refieren?— logró articular Seokmin con la voz un poco temblorosa.
El que parecía ser el líder de los dos, se acercó hacia Seokmin quedando sólo a unos pocos centímetros de él y susurró en su oído— ¿Quieres hierba?—.
Teniéndolo tan de cerca, Dk pudo percibir el horrible aroma que salía del aliento del contrario. Definitivamente era un fuerte olor a humo.
Dk tragó fuerte y no supo qué responder cuando el chico se puso frente a él y le sonrió forzadamente. Todo iba en contra de su moral, pero no quería arriesgarse a saber qué pasaría si se negaba.
—Responde. ¿quieres hierba?—.
[Dos meses después]
—Sal de mi camino, imbécil.— Dk empujó a un chico que se encontraba allí y pasó a grandes zancadas por su lado.
Todos los demás presentes se fueron inmediatamente al otro extremo de la habitación al ver como Seokmin y sus dos compañeros se acercaban.
Se habían convertido en los dueños de aquel lugar.
Eran temidos.
Eran agresivos.
Rompían las reglas.
Eran unos monstruos.
Se dirigieron hacia un lugar con aire libre y sacaron un porro de sus bolsillos. Comenzaron a fumar tranquilamente mientras reían por idioteces que se les pasaba por la cabeza.
Dk en aquel momento de fragilidad no pudo negarse a tomarla, y se arrepintió tantísimo. Pero ahora era diferente, ahora ese arrepentimiento se había vuelto disfrute para él.
Comenzó a caminar tranquilamente por el sucio comedor y tropezó con un chico que estaba atando sus agujetas. Dk perdió el equilibrio por un momento pero luego lo retomó, alzó una ceja y lo miró con aires de superioridad. El muchacho volteó y temeroso comenzó a pedirle disculpas a Seokmin, le rogó que lo perdonara porque no había sido a propósito.
—Cállate, no quiero oírte. No te mereces mis malditas disculpas— lo sujetó del cuello y lo puso de pié. Estampó su puño contra la mejilla del otro, haciendo que cayera al piso y luego lo pateó.
Un recuerdo fugaz pasó por su cerebro.
La escena de cuando JeongHan comenzó a pedirle que lo disculpara por revelar su secreto, que no fue su intención traicionarlo, que sólo se le salió al ver cómo los demás ejercían tanta presión sobre él.
Recordó que no habían pasado ni cinco segundos y ya lo había acurrucado entre sus brazos, diciéndole que estaba perdonado y que no se preocupara.
¿Cómo cambian las cosas, no?
Dk negó con la cabeza para esfumar aquellos fragmentos y los dejó en el olvido.
Se dirigió enfadado a su celda y gritó con furia, dejando aquellas cuatro paredes resonando en un fuerte eco.
¿En qué demonios se había convertido?
Él no era así.
Él era amable, él era cariñoso.
Él no era un animal.
Por desgracia, el viejo Seokmin lo había abandonado hace mucho.
Y no le quedaba más opción que conformarse con el que existía ahora.
Las personas cambian, y lastimosamente no siempre es para mejor. A veces cambian por cuenta propia, y a veces se ven obligados a hacerlo. Que difícil cuando tienes que realizar acciones en contra de tu voluntad. Y es más difícil aceptar que te estás acostumbrando a ello.
Lo siento, Dk no es el verdadero responsable. Vuelve al inicio de la historia, piensa bien tus elecciones y ¡halla al mentiroso!
Final malo #8
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Halla Al Mentiroso [SEVENTEEN]
FanfictionUn crimen fue cometido en el departamento Pledis, una víctima, 12 sospechosos. Justo ahora, tu trabajo será adivinar quién fue el culpable. ¿Serás capaz de descubrirlo? ¿Llegarás al fondo de esto? Acompáñanos y observa todas las declaraciones, anali...