Marcado

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//Narrador//
Osomatsu abrazaba gentilmente a la diosa quien dejaba ver un sonrojo hasta las orejas.
Osomatsu solo le abrazo tranquilamente sin ninguna preocupación.
—O-Osomatsu, ¿N-no crees que es demasiado?—
—No lo creo, tú cuerpo está recuperando calor—
—S-si pero esto es un poco—
Te amo, Choromatsu— susurro al oído de la diosa.
—¿Eh?—
—Durante mucho tiempo te he amado y seguiré haciéndolo si me lo prohíben— dijo volteando a ver a la diosa que ahora se encontraba mirándole a los ojos. Sus ojos brillaban con ternura al escuchar esas palabras y ahora sus mejillas completamente rojas eran acariciadas por un demonio que le confundía, le hacía sentir cosas que no sentía con nadie y además ahora le amaba.
—P-pero soy...—
—Mi diosa, mi amor y mi sueño— Choromatsu comenzaba a llorar debido a las palabras del demonio quien se acercaba a su rostro con una gentil sonrisa.
—¿Puedo besarte?— la diosa asintió con la cabeza, cerró los ojos y Osomatsu comenzó a besarlo de manera tierna y dulce, poco a poco Choromatsu se relajaba comenzando a hundirse en el placer culposo de estar junto al demonio, el beso antes tierno comenzó a volverse más fogoso. Osomatsu coloco a Choromatsu frente a él subiendolo a él, dejando el trasero desnudo de la diosa en medio de sus piernas, daba caricias en su espalda y pecho paró el beso que les unía en esos momentos.
—¿Puedo?— dijo mirándole a los ojos, unos ojos llenos de deceo y lujuria, lo quería. Quería romperlo y tenerlo debajo de él a como diera lugar. Choromatsu sabía lo que su mirada reflejaba, no por nada era una diosa y podía sentir debajo suyo el miembro duro del demonio que respiraba agitado por la exitacion, sus colmillos resaltaban y deseaban ser clavados en la piel de su diosa.
—Se gentil— fue lo único que dijo.
Osomatsu levantó las piernas de la diosa colocándolo de espaldas en el suelo y muerde una de sus piernas dejando la marca de su mordida, comenzaba a perder un poco la cordura y Choromatsu lo notaba.
—No te vuelvas loco tan rápido, aún no estoy listo— decía cubriendo su rostro con ambas manos. Osomatsu se calmó un poco y le sonrió a su diosa avergonzada.
—Prometo ser gentil de verdad—
Dicho eso peso su cuello y comenzó a lamer su cuello bajando hasta uno de sus tetillas; rosadas y sensibles, movía su lengua en círculos al sentir como su compañero daba espasmos de placer ante sus acciones. Bajo su lengua a su estómago pasando gentilmente por su ombligo dejando una mordida a su paso, llegó al miembro eréctil de la diosa, con una sonrisa dejaba chupetones alrededor de su entrepierna comenzó a masturbar el miembro, escuchaba con claridad la voz de su amado siendo contenida por el mismo.
—No contentas tu voz, déjame escuchar todo de ti— unió ambos miembros y comenzó a masturbar los, apretó la punta tan fuerte que la voz de la diosa resonó en toda la cabaña.
—N-no...a-a-aprietes—
—Por fin dejas salir tú voz—
—I-idiota—
—No lo resisto, voy a entrar— dijo metiendo sus dedos en la boca de Choromatsu, húmedos y preparados los introdujo en la cavidad anal de la diosa que al sentirlos dentro arqueo la espalda. —¿Te duele?—
—S-se siente r-raro—
—Tranquilo no entraré hasta que estés listo— comenzó a simular embestidas con sus dedos de manera suave llegando a un punto placentero de la diosa.
—Y-ya n-no quiero los d-dedos— decía entre cortado y con las manos cubriendo su rostro.
—Te daré algo más que los dedos chorin— levantó a la diosa arrodillándolo enzima de él, bajando sus caderas de manera suave, su miembro duro fue colocado de a poco en el interior de la diosa hasta estar completamente unidos en cuerpo y alma, Osomatsu miró como su amado se ahogaba al entrar en él.
—¿Estás bien? No me moverse hasta que te acostumbres— pasaron dos minutos; tres, Choromatsu le miró a los ojos.
—Y-ya estoy bien—
Osomatsu comenzó a moverse lentamente en el interior de la diosa, fue aumentando el ritmo hasta poder moverse con total libertad.
Choromatsu comenzaba a perderse en el placer y a su vez comenzaba a doler algo en su espalda aquel dolor tan cauteloso y nítido ante el placer que presentaba gracias a Osomatsu, el placer continuaría hasta el amanecer de ambos.
Al día siguiente la diosa despertó dándose cuenta que estaba abrazado del demonio aún dormido, ambos en el suelo cubiertos por la manta, el sol ya había salido.
—Osomatsu, Osomatsu—
—Mmn— fue lo único que pronunció acercando más a Choromatsu, acurrucándose en él.
—Osomatsu, ya salió el sol, debo ir a trabajar—
—No quiero...— dijo levantando la cara de la diosa dando un beso en sus labios. —Quiero estar con Choromatsu más tiempo— Choromatsu solo se sonrojo y siguió.
—Debemos trabajar, es nuestro deber—
—¿Vendrás en la tarde verdad?—
—Vendre, lo prometo— dicho eso Osomatsu se levantó junto a Choromatsu, se vistieron y dirigieron al estanque, Osomatsu se despidió besando sus labios y la diosa le miró sonriente.
En el cielo procedió a bañarse, en medio de la ducha pudo sentir una apuñalada en el estómago, se reviso pero no había nada, al tomar el shampoo pudo sentir lo mismo ahora en la espalda, dió la vuelta pero no era nada, no le tomo importancia y comenzó a limpiar su cuerpo ahora sacando la esencia de Osomatsu dentro de él. Cuando por fin termino de limpiar su interior las piernas le temblaron y la espalda volvió a apuñalarlo, pero no era nada.
Regresando al trabajo junto a su arqueangel todo estaba bien cuando en uno de los intentos por colocar un libro en uno de los estantes de su oficina, sintió su cuerpo pesado y callo instantáneamente alterando a Jyushimatsu.
—Diosa, ¿Esta bien?—
—Estoy bien, solo sentí pesado el cuerpo de la nada—
—Deberia descansar—
—No gracias, no quiero descansar ahora que tenemos demaciado trabajo— evitaba contarle a Jyushimatsu lo ocurrido, era una diosa así que no podía mentir, no se lo permitían.
La diosa continuó con su trabajo, al terminar se despidió de Jyushimatsu y se dirigió a la fuente. Jyushimatsu miró la espalda de la diosa que subía a la fuente notando en él una mancha negra en su cuello.
Mi diosa—

Un Mar de PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora