Castigo y Alternativa

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//Narrador//

Dioses, existen muchos, la diosa del Olimpo, la diosa del amor, la diosa de la fortuna, diosa de la calamidad... Existen muchos tipos y solo una tan dedicada a la tierra y los humanos.
La diosa Choromatsu, tan gentil y dedicado a su trabajo siempre junto a su arqueangel Jyushimatsu quien le acompañaba a todos lados y le ayudaba sin importar el trabajo.
—Diosa, se han registrado más apariciones de demonios últimamente— decía el arqueangel con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿De nuevo? Hace más de 100 años que no se manifestaban tanto a los humanos—
—No solo eso, hay algo que comienza a inquietar a los demonios—
—¿Inquietar?—
—La iglesia San José, de Japón, ubicada en un pueblo cerca de su zona de descanzo querido diosa—
—No me llames diosa, me hace sentir incómodo—
—Como deseé—
—De cualquier manera te pido que visites esa iglesia y me reportes lo que sucede, tal vez el padre de ese pueblo pueda ser de ayuda—
—Como usted deseé, diosa—
—Jyushimatsu—
—Lo siento, lo siento— decía con su sonrisa y nervios.
El ángel bajo a la tierra y fuera de la iglesia a la que fue mandado, se encontraba una de las hermanas, aquella hermana era bella, de cabellos castaños y la sonrisa de un angel, Jyushimatsu al verla de cerca pudo sentir su corazón palpitar, la miró bostezar y entrar a la iglesia el ángel solo se volvió invisible al ojo humano y continuó en la búsqueda del padre, era de noche así que no podría hacer ningún movimiento en falso, ni si quiera por esa hermosa chica.
El ángel continuó buscando en las habitaciones de la iglesia son ninguna preocupación, escuchaba a través de las puertas, no quería mirar nada, si alguna señorita estaba cambiándose, escuchó en un cuarto en particular unos sonidos extraños, no sabía de qué eran pero tampoco podía dejarlo así, era la última habitación por revisar.
—Aah...Ka-karamatsu...espera...—
—No puedo esperar más tiempo... Love—
—M-mañana...aah...tienes que...madrugar—
—Deja salir tú verdadero ser... I-chi-ma-tsu—
—aaah~ espe...—
El ángel escuchaba todo de la habitación, no comprendía que pasaba. Pero sonaba ocupado, de la nada siente algo salir de la habitación, un poder oscuro y a su vez puro. Esa sensación solo podría ser.
—¿Shinigami?— susurro, golpeó la puerta y miró al padre acostado y debajo otro chico quien estaba desnudo, logrando ver el miembro dentro de este.
Solo miraba con una sonrisa la imagen de ellos dos mientras los encontrados absordos del pánico se taparon con la sábana.
—¿Padre Karamatsu?— dijo con su sonrisa y un tomo de voz bastante serio.
—¿Quién eres? ¿Que haces en las habitaciones de la iglesia?— preguntaba lleno de pánico.
—He venido en nombre de la diosa Choromatsu, pero ante el compartimento dado por usted a la casa de los dioses será juzgado ante todas las diosas existentes—
—¡¿Todas las diosas?!— pregunto con miedo Ichimatsu, ya sabía cómo era la mayoría y sabía que no todos son comprensibles.
—¿Ichimatsu?— Karamatsu miró al arqueangel delante suyo —De acuerdo—
—¿Eh?—
—Sere juzgado ante ellas—
—¿Que dices Karamatsu? Yo las conozco y sé que no son...—
—Esta bien, desde un inicio se predijo mi castigo al romper más de un tabú—
—Pero Kara, no sabes cómo funciona el cielo—
—Y aún así lo enfrentaré por ti—
Dijo besando rápidamente sus labios.
—Si bien ya decidió venir conmigo, los recogeré después de que el dios de la luz haga su trabajo—
—¿Trabajo?—
—A primera hora en el amanecer— explica Ichimatsu.
—Me parece bien— sonrió Karamatsu.
—Si es así, me retiro— dicho eso en frente de sus ojos el arqueangel desapareció sin dejar rastro.
—¿Juzgado en el cielo? ¿Mi historial?— decía Ichimatsu mientras caminaba de un lado a otro y a su vez su ropa aparecía en él por si sola, dejando por completo su apariencia de shinigami.
—Tranquilo Darling—
—¿Darling?—
—D-digo Ichimatsu— Ichimatsu alzó una ceja y miró a Karamatsu quien seguía en la cama.
—¿Por qué te corriges?—
—N-no se de qué hablas— Ichimatsu se acercó al hombre en la cama y le miró a los ojos.
—Dilo de nuevo—
—¿Eh?— en la cara del padre se pudo mostrar un sonrojo demasiado intenso.
—Dilo— dijo colocando su frente en la del hombre.
—D-Darling—
—Lindo— dijo suspirando. Karamatsu le tomo de las mejillas y le miró a los ojos.
—Todo estará bien—
—Las diosas, no son un asuntos simple—
—Aun así tarde o temprano sería castigado—
—¿Por qué no fue tarde?—
—Ha,ha,ha, aún siendo tan poderoso ¿Tienes miedo?—
—¡Claro que sí!— dijo alarmado —Las diosas tienen control de todo en el cielo, tienen control de los ángeles y tienen un ligero pero amenazante control en los shinigami—
—Y aún así veo en tu mirada que quieres defenderme—
—Es mi culpa que calleras en la lujuria—
—Lo mismo digo de ti—
—Eso es diferente— dijo apartando se de él
—¿Que quieres decir?—
—Las diosas no son como crees, ni como nadie piensa. Si eres necesario tú labor en el cielo será eterna, pero si aún pueden ver en ti ganas de seguir serás enviado a reencarnación inmediata y si tu alma es mala será enviada al infierno aún si quieres vivir, aún si quieres un segundo intento—
—Eso suena cruel—
—Lo es aún más cuando eres el que decide— dijo apretando su brazo.
—¿Has estado soportando todo tu solo?—
—Fue del los primeros 100 años— la noche paso entre pláticas, caricias y besos hasta que el momento llegó.
Jyushimatsu estaba frente a la iglesia esperando a la pareja, hasta que los vio salir.
—¿Están listos?—
—Estas listos— aseguró Karamatsu.
—Entonces te llevare— dijo tratando de tomar de los hombros al padre, cuando aparece Ichimatsu y lo carga en cuna.
—Yo lo llevaré Jyushimatsu—
—Entendido—
—¿Que dices Ichimatsu? ¿Cómo me llevarás?—
—Antes no te permitia verme por completo pero ya puedes observar como son de verdad—
—¿De que hablas, darling?— de la espalda de Ichimatsu salieron sus cuerno y cola ya vistas por el padre. Ahora salian de él dos alas de ángel, un blanco brillante y brillo hermosos se reflejaba en ellas la belleza interna de su portador. Karamatsu solo quedo impactado y maravillado ante la vista presenciada.
—Llegamos—
—¿Eh?— Karamatsu quedó absordo en la belleza de su amado que no presto atención a cuando llegaron y solo siguió al ángel.
—Las diosas os esperan adentro—
—Muchas gracias ángel Jyushimatsu—
—Suerte Ichimatsu—
La pareja entró y las diosas les observaban desde arriba.
—¿Padre Karamatsu? ¿Shinigami Ichimatsu?— Karamatsu se quedó callado sorprendido ante la imagen de las diosas. Ichimatsu se inclinó y sus cuentos desaparecieron a comparación de sus alas y cola.
—Se nos a informado de los pecados elaborados por ambos— siguió el dios de la calamidad.
—En efecto me e enamorado de uno de los suyos— decía Karamatsu mientras ocultaba a Ichimatsu en su espalda.
—Los shinigami no son de los nuestros— replicó el dios del aire.
—En efecto y más que eso te has aferrado al amor de un hombre, un tabú para vosotros los humanos— continuó la diosa de la luz.
—Sin embargo, los dioses no aplicamos esos tabús— defendió la diosa del amor.
—Ambos calleron en la lujuria y eso es tu responsabilidad amor— reclamo calamidad.
—Yo no controlo de quien se enamoren, yo solo ayudo en vuestro camino— decía con tranquilidad el amor.
—Aun así, el padre Karamatsu será enviado a el infierno sin más oportunidades de reencarnación y el shinigami implicado será condenado a mil años esclavitud angelical— condenó sin más el dios de la muerte, el jefe de Ichimatsu.
—¡ALTO!— se interrumpió a las voces de las diosas.
—¿Quién hablo?— reclamo la muerte.
—¿Siquiera han escuchado la historia de estos dos?— replicó una pequeña diosa en la entrada.
—Diosa del Olimpo, no podemos permitir que uno de los míos cometa tal acto con un humano— aseguró la muerte.
—¿Tienen idea de lo que está sucediendo fuera de su reino?— reclamo la diosa.
—¿Fuera?— todos quedaron confundidos.
—Los demonios no han parado de aparecer por esa zona y además de eso es el shinigami el que los destierra de la tierra— aseguraba.
—Si es así, ¿Por qué no dijiste nada?— replicó la calamidad.
—El trabajo se acumula cada vez más ante las apariciones de tales demonios—
—¿Que pretendes?— pregunto el amor.
—Ambos ayudarán al cielo, deshaciéndose de los demonios en el área—
—¿Planeas perdonarlos?— replicó la vanidad.
—Es verdad que lo han hecho es un acto increíble, pero aún así las alas del shinigami son puras y más que enamorarse de este, el alma del humano sigue intacta—
—¿A donde quieres llegar?— dijo el dijo sabiduría.
—Su castigo será el que dicen, si es que no ayudan al cielo— los dioses le miraban con atención —Y seré relevado de mi posición como diosa. Pero si ayudan solo se condenarán a 100 años en el infierno permitiéndoles a ambos reencarnar cómo es debido—
—¡Imposible!— grito vanidad.
—Yo lo acepto— dijo amor.
—¿Que?— vanidad le miró con odio.
—Si es como la diosa lo dice, estaremos en problemas si Tougou decide salir de la nada—
—Tiene razón, en ese caso yo también acepto— dijo luz.
—Estoy de acuerdo— continuaron todos menos vanidad.
—Mas te vale que sepas lo que haces— replicó u se marchó.
—Con esto concluye la reunión entre diosas— todos los dioses desaparecieron dejando solo a la última diosa frente a la pareja.
—Gracias por todo— dijo Karamatsu.
—No tienen que. Ichimatsu no cometería tal acto si no fuera por un alma realmente pura— Ichimatsu solo se sonrojo.
—Gracias de cualquier manera— está vez lo dijo Ichimatsu.
—Siganme— dijo sacándolos de la sala y llevando a ambos a su sala de trabajo.

Un Mar de PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora