XIV

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Por la mañana lo primero que hice fue llamarle a mis padres. Sabía que ellos estarían despiertos ya que tenemos la costumbre de asistir a misa con mi abuela. Al principio mi madre dudó, creyó que le ocultaba algo. Después Alex me encontró y quiso interceder para lograr el permiso. Hablo con ella un largo rato y al parecer mi madre acepto, lo cual era raro, pues apenas conocía a Alex.

— Entonces conoces el plan , querido amigo. Nada de mencionar la fiesta sorpresa.

— Deberías dejarme olvidar que sé eso, porque así no estaré preocupado en no decir algo que sé.— Eso sonó como traba lenguas. Pero así soy, es más fácil que algo que tengo presente salga, que lo que olvidó que sabía.

— Bueno, está bien. No diré más.

Llegamos a aquella casa. Puedo distinguirla mejor en mis cinco sentidos. Después de aquella noche, sí me hubieran hecho llegar aquí solo no habría sabido cómo hacerlo, la mayoría de mis recuerdos de aquel día son borrosos.

Atravesamos el césped. Alex se acerca a tocar la puerta. Lo curioso es que responden unos ladridos. ¿Tan mal estaba esa noche que no me percate que tienen una mascota?

Al abrirse la puerta nos recibe, el que sino mal recuerdo es el padre de Dol.

— ¡Hola, señor!

— ¿Que hay, Alex? ¡Que sorpresa verte!— Vaya que saben fingir bien.

— Estamos buscando a Dol, ¿Cree que podría acompañarnos?

— ¿Están?— Dice murmurando, abre un poco más la puerta, dejando salir a un pequeño perro algo anciano color chocolate.— Oh, Victor ¿Cierto?

— Sí. Hola, señor.— Digo con timidez por lo sucedido noches atrás.

— Pasen. Ahora viene Doly.

Entramos como nos lo indico. Tomamos asiento en la pequeña sala. Después de un rato, escucho más ladridos. Por un lado del pasillo llega un pequeño idéntico al primer schnauzer que nos recibió solo que más pequeño y joven.

— ¡Salomón! ¿Quien es un lindo perrito?— Alex comienza a hacerle mimos al pequeño perro.

— Oh, él es Salomón.

— Sí, es hijo de Bigotes. Fue el que le dejaron conservar a Dol.

— Con razón el parecido.

— Alex ¿Ahora que quie...— La chica sale por el pasillo acomodándose las gafas.— ¡Vic!

— Necesitamos ayuda con algo.— Se adelanta Alex. La pequeña chica me mira apenada por la forma en que nos recibió.

— ¿En qué?

— Un disfraz para este muchacho— Me da unas palmadas en la espalda.— Tu eres la mejor para eso.

— Bueno, sí eso es...

— Anda, cariño— La madre de Dol también hace aparición en la habitación.— Sí tu primo habla, te lo haremos saber.

— Está bien. Gracias, mamá.— Se acerca y le da un beso en la mejilla. También se acerca y toma a los dos perros, y se dirige a la cocina.

— ¡Cierra bien la puerta trasera, Dol!— Su madre alza la voz para que la escuché.— Alex, hay un nuevo favor que necesitamos.

— ¿Qué pasa, señora Linda?

— Jack viene retrasado. Doly creyó que llegaría hoy, por eso está tan molesta. Intenta animarla.

— Sí, eso no es un favor, señora. Haré todo para que Dol se mantenga positiva y feliz.

Querer a ciegas (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora