A New Opportunity (parte final)

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"Si las estaciones pasan y volviera a encontrarte, ¿podré decir tu nombre? Para entonces, seguramente soplará la brisa primaveral"

-King Gnu

                         ●          ●          ●

          —¿Qué?
          —Sí, Eiji. Cuyo apellido empieza con O... —la explicación de Blanca me dejó helado. Blanca se percató de mi rostro.
          —Ash, ¿estás bien? —no le di tiempo a continuar hablando. Recogí mis cosas y salí del salón. No me importaba que recién el día hubiese iniciado, no estaba bien en ese momento.
          —Hasta el lunes, Blanca —fue lo único que salió de mi boca. Coloqué mi maletín en mi hombro y salí cabizbajo.
          En el pasillo la mayoría de la gente me miraba, algo que me irritaba.
          Un chico asiático con cabello oscuro y largo, recogido por una coleta, era el que más me molestaba. No le importaba reírse en voz alta de mí, estando yo cerca. Simplemente hice como si no existiera.
          Después de unas miradas más, salí de Izanagi. Inhalé profundo y exhalé, intentado calmar a mi angustiado corazón.
          Y empecé a caminar, sin rumbo alguno.

                         ●          ●          ●

          Afortunadamente, la mayoría de la gente estaba o trabajando o estudiando, así que digamos que no le prestaban tanta atención a un adolescente llorando por desesperación.
          Encontré un pequeño cajellón y me escondí ahí. Respiré varias veces para calmarme pero no pude hacerlo.
          Grité. Grité de desesperanza; grité de dolor; grité de rabia contra mí mismo.
          Las lágrimas salían de mis ojos, y no hice nada para detenerlas. Tomé los lados de mi cabello y lo halé con furia, intentando sacar todo mi dolor.
          —¿¡De qué me sirvió renacer si no estás aquí, Eiji?! —susurré, mirando mis manos —. ¿¡De qué me sirvió recuperar mis memorias si no te puedo recuperar a ti, Eiji?!

                         ●          ●          ●

          Frío.
          Hacía frío.
          ¿Eh?
          Abrí mis ojos y noté que el sol ya se había ocultado. En su lugar, una luna radiante se encontraba alumbrando un cielo lleno de estrellas.
          Cierto...
          Giré un poco mi cabeza y lo vi. Efectivamente ahí estaba.
          —Conque un conejo en la luna haciendo pastel de arroz, ¿eh? *
          Salí del oscuro callejón y noté que las calles estaban vacías. Después de observarlas, me pregunté algo:
          ¿En dónde estaba?
          Desgraciadamente hacía frío, y sólo tenía puesto la chaqueta de la preparatoria, que casi no me cubría del incesante frío que hacía.
          Caminé unas cuantas cuadras y, al rendirme, me senté en la acera. No contaba con el dinero para pagarle a un taxi y no tenía ningún punto de referencia para llegar a mi casa. Griffin debe estar preocupado.
          Miré a los lados: no había nadie cerca.
          Suspiré, abrazando mis piernas para no congelarme.
          Eiji...
          Siento no haber llegado al aeropuerto aquella vez...
          Eiji... Perdóname...
          Una chaqueta cubrió mis hombros: estaba calentita. Alcé la mirada y me encontré con un chico joven, casi tan joven como yo. Su cabello azabache era movido suavemente por el viento primaveral. Sus ojos oscuros, brillaban entre todas esas luces. Su cálida sonrisa iluminaba su rostro.
          —Hace frío, ¿no? —esa voz...
          Eiji. Era Eiji.
          —Sí... —intenté no lucir desesperado, fue una tarea casi imposible, pero lo logré —. Una pregunta, ¿sabes dónde queda...? —le pregunté a Eiji. A pesar de no haber cambiado nada físicamente, Eiji no me reconocía. O podría no ser Eiji, pero el chico era idéntico a Eiji.
          —Ah, es sencillo llegar hasta allá. Sólo debes avanzar unas 6 o 7 cuadras, girar hacia la derecha, girar hacia la izquierda, avanzar unas dos cuadras más... —miré al chico. Creo que me perdería más de lo que estoy si sigo sus instrucciones. Él lo entendió, y con una sonrisa, me mostró el camino.

                         ●          ●          ●

          La esperanza volvió a mí cuando distinguí mi casa a lo lejos.
          Me adelanté un poco, dejando al chico atrás. Reí de alegría al ver mi casa. Volteé para agradecerle al chico y este se encontraba mirando al cielo.
          Se lo veía tan tranquilo. Me inspiraba una profunda paz y alivio.
          Era la misma sensación que experimentaba cuando estaba con Eiji, el verdadero.
          —Muchas gracias por ayudarme a encontrar mi casa —me incliné hacia adelante—, ¿cómo te puedo recompensar la ayuda?
          —No te preocupes, fue un placer haberte ayudado —me sonrió.
          —Muchas gracias...
          —Eiji. Eiji Okumura —sonrió de nuevo.
          Lo sabía.
          Él era Eiji.
          —Muchas gracias, Eiji —volteé, secando disimuladamente mis lágrimas.
          Estaba aliviado.
          Por lo menos sabía que Eiji estaba vivo.
          Aunque no posea sus recuerdos, está bien.
          —Hasta luego, Aslan.
          Me detuve en seco.
          Volteé a verlo. Por sus mejillas rodaban lágrimas.
          Volteó e intentó irse...
          No lo permití.
          —¡Eiji! —lo tomé del hombro y lo jalé hacia mí —. Recuerdas quién soy, ¿no?
          Eiji volteó completamente hacia mí con una sonrisa en el rostro. Sequé sus lágrimas con mi pulgar.
          —¿Crees que me olvidaría de ti? ¿Cómo podría olvidar a la persona que más quiero en el mundo?
          Sin un segundo de espera más, lo abracé. Ambos, al tener nuestras rodillas temblorosas, caímos al suelo.
          —¡Siento haberte hecho esperar tanto, Eiji! —lo apegué más a mí —. ¡Siento haberte hecho sufrir, perdóname! —nuestras lágrimas no tenían fin.
          —Tranquilo, Ash. Sabía que nos volveríamos a encontrar, no importa cuán lejos estemos.          
          Eiji y yo nos quedamos un buen rato abrazados.
          Nuestros corazones otra vez estaban juntos, podía sentir los latidos de su corazón y de mi corazón: latían sincronizados.

                         ●           ●          ●

Escena extra

          Después de un fin de semana con Eiji, volví a Izanagi. Al entrar al salón, un agotado Blanca me detuvo.
          —Blanca...
          —Lo siento, Ash. ¡En serio lo siento! ¡La persona que falleció hace 2 meses fue Eijirô Oka, no Eiji Okumura! —Dios, Blanca... — ¡Me confundí con él porque todos le decíamos Eiji y no Eijirô!

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* Hace alusión a la leyenda japonesa que relata que por la forma de los cráteres de la luna, se puede observar a un conejo haciendo mochi (pasteles de arroz)

Drabbles de Banana Fish Donde viven las historias. Descúbrelo ahora