Trabajo para una agencia privada, de la que sólo gente poderosa conoce. Nos encargamos de destruir a las escorias que existen en este mundo, somos algo así como policías pero no de los buenos pues nosotros no metemos personas peligrosas en la cárcel para que continúen haciendo su mierda desde dentro, sino que nos encargamos directamente de matarlos. No es algo bueno, no es algo legal ante los ojos de cualquier ciudadano, es por esto que sólo gente con dinero, influencias y poder sabe de nosotros. Somos un secreto del estado, solo gente entrenada y de confianza es capaz de entrar a trabajar aquí.
Yo tuve que entrar a la milicia a la edad de dieciocho años cuando recién los cumplí para poder estar aquí. Fui entrenada como pararescatista, pasé por procesos bastante duro pero ya a los diecinueve me gradúe y estaba trabajando para el ejercito de los Estados Unidos. Tuve varias misiones que fueron bastante exitosas y fui subiendo de rango y ganandome la confianza de mis superiores por lo que a la edad de veinticuatro años y luego de terminar mi contrato de seis años con la milicia, me ofrecieron otro contrato de seis años mas pero con esta agencia secreta. Dude en hacerlo, sabía lo peligroso que era pero me convertí en una asesina con un sueldo bastante elevado. En estos cinco años he hecho muchísimas cosas, perdí la cuenta de cuantos mafiosos, violadores, asesinos, narcotraficantes y un sin fin de escorias que no merecen estar en esta tierra maté. No me tiembla la mano al apretar el gatillo, no tengo cargo de conciencia por nada de lo que he hecho y sin embargo lo único de lo que siento culpa y lo que me despierta algunas noches con pesadillas es el cargo de conciencia del fracaso que fue mi última misión. Pero es válido, casi pierdo mi vida.
Alejé esos pensamientos de mi mente cuando escuché la voz del piloto anunciando la llegada a Los Ángeles. La ciudad se veía hermosa desde arriba: una lástima que tuvieramos que aterrizar aunque mi trasero y mi vejiga lo están agradeciendo.
Cuando bajé del avión y busque mis maletas, me dirigí casi corriendo al baño. Mi vejiga esta a punto de explotar, y todo porque se me ocurrió beber alcohol en el vuelo hacia acá y como odio ir al baño en los aviones tuve que esperar a llegar aquí.
-Mierda-susurré cuando vi el baño totalmente lleno y habían varias mujeres esperando. Así que sin pensarlo dos veces me dirigí al baño de hombres que, como la mayoría del tiempo, estaba vacío. Dejé mis maletas fuera y entré al cubículo. Descargué todo, me limpié y salí a lavarme mis manos
-¿Qué hace una dama tan guapa en el baño de hombres? -me quedé sorprendida cuando escuché una voz ronca con acento británico y bastante sexy provenir de la entrada del baño. Sólo lo ignoré y me sequé mis manos. -¿Acaso te comió la lengua el ratón?
Lo miré. Un hombre muy, muy alto se encontraba recostado en la pared cerca de la entrada. Mi boca casi se cae al suelo si no fuera porque sé disimular bastante bien y mis ojos están lo bastante abierto pero mis lentes los ocultan. Es guapo, bueno, guapo no, guapísimo. Su cabello castaño casi rubio dan ganas de acariciarlo, mientras sus carnosos labios te invitan a morderlos. Se nota que su cuerpo está lleno de tatuajes, pues algunos se encontraban visibles a pesar de los jeans y la camisa negra que lleva. Sus ojos se encontraban igual de cubiertos que los míos por unos lentes negros que lo hacían ver peligroso. Me encantan los hombres tal y como él, aunque sólo tenga que llevarmelos a la cama una vez y luego devolverlos. Mi trabajo no me deja tener ninguna relación estable.
Salí del embrujo que semejante hombre me causó y tomé mis dos maletas para salir de ahí. Sin responderle aún quise pasarle por el lado pero luego de que su fragancia tan tentadora entrara a mis fosas nasales, me tomó delicadamente por mi brazo derecho deteniendo mi paso. Alcé mi cabeza y lo miré, completamente seria y él me sonrió.
-¿Puedo saber el nombre de esta bella dama aunque sea?-mierda papasito, con esa voz puedes pedirme saber de mí mi nombre y hasta cómo de mojada tengo la vagina luego de verte.
-Natasha- le respondí con mi nombre de mentira, era obvio que luego de llegar aquí tenía que mantener mi falsa identidad.
-Natasha- repitió, como saboreando las letras de mi falso nombre y se escuchó tan bien viniendo de sus labios que me hizo querer que mi nombre realmente fuera ese- Lindo nombre.
-Gracias- le respondí, seca. Con un poco de disimulo me safe de su agarre para continuar mi camino, no podía seguir perdiendo el tiempo aquí. Tenía una misión que comenzar y O'conner y Page debían estar esperándome.
-Nos volveremos a ver, Natasha. Te lo aseguro- me dijo, yo sólo asentí y continúe mi camino.
Ese hombre gritaba peligro por todos lados, y aunque es bastante guapo, tampoco me podía permitir envolverme con alguien en estos momentos y menos cuando pude notar que no era alguien fiable. Luego de tantos años, aprendí a identificar cuando una persona es peligrosa. No sé cómo, es casi como un instinto pero lo tengo.
-Hola, Natasha- me saludaron Page y O'Conner cuando entré en su auto luego de terminar de acomodar las maletas en el maletero. Ellos habían regresado horas antes a Los Ángeles y como yo necesitaba tiempo para hacer mis maletas no pude venir con ellos.
-Hola- les contesté al saludo.
-¿Qué tal estuvo el vuelo, cariño?- la agente Page, o en este caso, Carol Stevens, me preguntó.
-Bien, un poco cansado. La verdad necesito una cama con urgencia- les dije sonriendo, quitandome los lentes que sólo mantenía puesto por accesorio pero que me tuve que quitar porque con la oscuridad de la noche no se ve nada.
-Bueno, estamos cerca del departamento.
-Estoy cansadisima y mañana tengo una entrevista- ellos ya lo sabían, de echo fueron quienes consiguieron el contacto a través de otro agente encubierto para poder entrar a trabajar al club.
-Espero que te vaya muy bien y te den el trabajo- esta vez quien habló fue O'Conner-Jaime Ruiz- quien se ha mantenido muy callado durante el trayecto.
-Espero que así sea- le dije pero ninguno respondieron así que sólo tomé mi celular nuevo para entrar en mis redes sociales mientras escuchaba como se comenzó a reproducir alguna canción de la radio.
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Embarazada De Un Mafioso
Romance*SIN EDITAR* Angelise Hale, a sus veintinueve años, ha conseguido ser una excelente agente encubierto trabajando para una peligrosa agencia secreta. Seis meses después de una misión que casi le cuesta la vida, le asignan una mucho más peligrosa. Deb...