Capítulo 6

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Los gemidos del rubio eran los que inundaban la habitación por aquel instante. El castaño le tenía sometido contra la cama, sujetándole del brazo diestro que se encontraba fieramente apresado a la altura de la espalda media del mayor. Alexander se limitaba a elevar las caderas para recibir el sexo del menor, que se abría paso cada vez más profundamente en su interior.

No recordaba cómo habían llegado al hotel, siquiera tenía noción del tiempo record que habían hecho de la recepción hasta la habitación designada. La tensión los había devorado, haciéndoles volver a caer en la tentación del uno con el otro.

Alexander terminó por hundir el rostro contra la almohada, tratando de aminorar la desastrosa voz que por aquel momento continuaba brotando de sus labios. Mitch sabía exactamente como someterlo, como hacerlo rogar por más, y aunque en algún punto de su maldito orgullo se maldecía por ceder, su cuerpo parecía estar más que de acuerdo con cooperar.

Con la izquierda aun libre, el rubio buscó aferrarse a la cabecera, a las sábanas, a lo que fuera. El castaño continuaba arremetiendo contra su cuerpo, amenazando con dejarle fuera de la cama en cualquier instante. Pero no completó su objetivo. No pasaron ni dos segundos antes de sentir como el menor infundía fuerza contra el brazo inmovilizado, haciéndole curvar la espalda y pegar el pecho aún más contra la cama. Las piernas le temblaban y en algún punto del brutal acto, el placer comenzaba a asomarse con lentitud en su sistema.

El británico mordió su labio inferior al segundo que sintió como las embestidas cesaban, como si el menor hubiese optado por darle una tregua momentánea. Abrió los ojos con lentitud y finalmente se decidió a ladear el rostro, siendo capaz de contemplar la figura de Mitch aún en medio de la oscuridad. Se quedó durante un segundo perdido en la fantasía de la imagen, sin poder procesar el momento exacto en el que el menor salió de su cuerpo, terminando por tomar asiento contra el respaldo de la cama.

Los ojos pardos del rubio se perdieron en aquella imagen, terminando por relamerse los labios al notar la erecta anatomía que el castaño ostentaba entre las piernas. Casi por mero acto de reflejo, había terminado por deslizarse hasta el regazo del menor, buscando apoyarse de frente en los hombros de este, pero Mitch no le había permitido aquella jugada.

Sujetándole de la cintura, el castaño le había obligado a girar el cuerpo, dejándole una vez más de espaldas a él. Alexander le observó por el rabillo del ojo, ligeramente disgustado por aquella posición, pero aquello dejó de importar al momento en que fue capaz de advertir como nuevamente aquel enorme pedazo de carne, se rozaba contra él. Sintió su anatomía baja palpitar, al tiempo que su entrada se contraía ante la mera expectación del acto. Mitch buscó sujetarle de las caderas para poder moverlo contra él, utilizando el estrecho pasaje que se formaba entre sus glúteos para aprisionar y estimular su sexo erguido. El rubio simplemente apoyó los pies en la cama, enredando sus piernas con las del castaño, aquellas que se flexionaban y quedaban a modo de arco sobre el colchón. Dejó que sus manos se apoyaran de igual manera en la suavidad de las sabanas, justo en el reducido espacio que el menor dejaba entre sus costados y sus brazos; permitiendo que la espalda del mayor se amoldara al pecho de este.

No podía verlo, no podía contemplar el rostro del agente sumido en el placer, pero le bastaba con escuchar la respiración agitada y los suaves jadeos que iban a dar directamente contra su oído, para saber que la estaba pasando bien.

—¿Esto es cosa de los celos, Rapp? —la pregunta brotó de sus labios con tono sugerente. Aun podía recordar que el castaño no se había tomado del todo bien la broma de horas atrás.

Un gruñido fue la única respuesta. Los ojos del rubio se cristalizaron al segundo exacto en que el miembro del castaño se abrió paso nuevamente en su interior. Sintió su abdomen bajo tensarse al tiempo que su cuerpo comenzaba a ser impulsado hacia arriba, mera consecuencia de las embestidas que Mitch había comenzado a propinarle por aquel instante.

Red Code | American Assassin | Dylmas AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora