Los ojos de Mitch se abrieron de sobremanera ante aquello. Se había quedado inmóvil en el alfombrado del piso, sin terminar de procesar lo que había sucedido.
Alexander mantenía la boca del arma en su dirección, mientras su rostro se llenaba de una indiferencia que el castaño, jamás había sido capaz de contemplar en él. Movió sus ojos en la lacerada figura del mayor, examinándole en silencio, deteniéndose solamente cuando fue capaz de perderse en los pardos que tan bien ya había memorizado hasta ese instante.
Fue un flaqueo, una cosa de nada. El rubio separó los labios y arrugó el entrecejo, terminando por bajar la mirada, como si estuviese dudando de sus acciones.
Mitch utilizó su oportunidad. Se puso de pie en menos de un instante, llevando la diestra hasta la muñeca del rubio. El disparo que brotó del arma acabó contra la ventana, al tiempo que el cuerpo del rubio cedía ante la fuerza del menor, acabando por impactarse contra la pared más cercana de la habitación.
Aunque Alexander buscó reaccionar ante la ofensiva del castaño, el golpe que se impactó en su mejilla le hizo mantenerse quieto. Un nuevo estallido de sabor metálico se instaló en su boca, poco antes de sentir como Mitch le sujetaba de los hombros, estrellando su cabeza contra la pared detrás a sus espaldas. La habitación comenzó a moverse. Otro golpe. El rostro de Rapp comenzaba a desvanecerse. Otro golpe, y la oscuridad finalmente hizo acto de presencia a su alrededor.
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Abrió los ojos cuando su sistema se disparó abruptamente. Todo su cuerpo entró en tensión al tiempo que buscaba moverse: imposible. Descansaba sobre una silla metálica, totalmente inmovilizado de pies y manos.
—Adrenalina, Jones —la voz de Hurley le hizo llevar sus ojos pardos hacia la figura que yacía a unos cuantos pasos de donde él se hallaba—. No sé si debo seguir llamándote Jones, dudo mucho que ese sea tu verdadero apellido.
Alexander solo desvió la mirada, cerrando los ojos y sonriendo brevemente. Pero eso fue todo, ni una sola palabra brotó de sus labios por aquel instante.
—Así que ¿Mitch era tu objetivo, eh? —el veterano caminó por la habitación, colocando sus manos en la espalda sin atreverse a darle siquiera una mirada al rubio atado en la silla de metal—. ¿De dónde vienes? ¿Cómo mierda lograste colarte entre nuestras filas?
De nuevo silencio. El rubio se limitaba a mantener la cabeza baja, sin atreverse a mirar al hombre que aún caminaba alrededor suyo.
—Alexander, voy a preguntarlo de nuevo —esta vez los pasos de Hurley se detuvieron justo frente al rubio, antes de que el veterano acabara por apoyar las manos sobre los brazos atados del menor—. ¿Quién eres?
Una sonrisa y eso fue todo. El ex –marine soltó un grito de exasperación, apartando sus manos del menor al tiempo que se daba la media vuelta y salía de la habitación.
El rubio se quedó quieto tras aquello, sintiendo aún como su cabeza palpitaba y cada miserable músculo de su cuerpo exigía por descanso. Pero la maldita inyección de Hurley aún corría por sus venas, haciéndole mantenerse consciente por aquel instante.
Echó la cabeza hacia atrás y analizó el techo de la habitación. No recordaba ese edificio. En realidad, dudaba mucho saber siquiera donde se encontraba por aquel instante.
Cerró los ojos durante un segundo poco antes de escuchar el sonido metálico de la puerta abriéndose de nuevo. Esta vez la persona que ingresó no se trataba de Stan. Era un pelinegro que jamás en su vida había visto, llevaba un maletín y su rostro mostraba tanta indiferencia, que realmente dudaba que ese sujeto siquiera tuviese un atisbo de humanidad.
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Red Code | American Assassin | Dylmas AU
FanfictionMitch es la estrella del Equipo Orión, siempre ha trabajado solo, pero por esta ocasión, le han asignado a un compañero provisional: un rubio agente de nombre Alexander. No se soportan. Por un lado, un agente extrovertido que tiene la manía de busc...