La mujer en la televisión no paraba de hablar. El asalto en el muelle había sido tomado como un simple intercambio de drogas, frustrado por un grupo de agentes policíacos que habían estado de manera oportuna en el lugar.
Un bufido brotó de los labios del rubio al segundo que la chica felicitaba al excelente cuerpo de policías de Nueva York. Hasta el momento se reportaba un saldo blanco en cuanto a víctimas por ambos bandos, una total mentira. Si hacía cuentas, por lo menos había diez hombres muertos en el lugar. Malditos americanos.
Rodó los ojos y terminó por sacar el móvil de su chaqueta de cuero, notando que faltaban apenas unas cuantas horas para el amanecer. ¿Quién demonios daba noticias a esa hora de la madrugada? Volvió a guardar el aparato y esta vez, se limitó a sacar la caja de cigarrillos que tenía en la prenda de cuero. Estaba casi intacta. Se colocó uno en los labios y comenzó a buscar el encendedor en una de las bolsas de los ceñidos vaqueros negros que portaba de momento.
—No te atrevas a encender esa putada aquí —la voz de Mitch cortó sus acciones de manera abrupta, haciéndole enfocar sus pardos en la figura que se hallaba sentada al otro extremo de la enorme cama de la habitación.
Tenía el hombro vendado y un par de gasas esparcidas por el cuerpo. Por más que hizo memoria, no recordó haber notado el segundo exacto en que los hombres sacaron alguna navaja de sus prendas. Probablemente, solamente el menor había tenido la mala suerte de tener que enfrentar el filo de un arma blanca como extra en la pelea.
—Lo siento, olvido que no debo fumar en la misma habitación que una persona herida —rodó los ojos con molestia y volvió a colocar el cigarrillo en la cajetilla.
Tenían el resto de la madrugada para dormir. De nueva cuenta los habían instalado en un motel lejos de la ciudad, lejos de las instalaciones donde tenían al rehén que capturaron en el medio del tiroteo. Quizá por ello, era que el castaño se hallaba de un humor incontenible.
A Alexander le daba igual. No era demasiado grato dar vueltas de un lado a otro en una habitación, escuchando los alaridos de un pobre diablo que de cualquier manera, terminaría muriendo a manos de un loco de la CIA. Un suspiro volvió a fugarse de sus labios al tiempo que un quejido por parte del castaño logró capturar su atención.
Tenía menos de una hora con aquellos vendajes y el estúpido de Rapp ya estaba intentando cambiar el del hombro. Había sido una herida limpia, le habían hecho una sutura rápida, dejándole ir casi de inmediato.
—¿Quieres dejarte eso por un segundo? —Alexander arqueó una de sus rubias cejas al tiempo que se ponía de pie y caminaba al otro extremo de la cama, terminando por tomar asiento justo a un lado de donde se hallaba el menor.
—¿Conoces el concepto del espacio personal, Jones? —bufando por lo bajo, el castaño había terminado por dirigirle una mirada asesina al otro, como si estuviese advirtiéndole que no se podía acercar más de lo que ya estaba.
El rubio solo sonrió en consecuencia.
—No, la verdad es que me encanta estar cerca de ti, Rapp —murmuró por lo bajo mientras llevaba sus manos hacia el vendaje del castaño apartando con suavidad las manos de este del área.
Los mieles se cruzaron una vez con aquel par de color pardo. Fue una muda conversación entre ambos: Alexander pidiendo permiso y Mitch accediendo a regañadientes.
El rubio finalmente se inclinó ligeramente en la dirección que se hallaba el cuerpo del castaño, permitiéndose alzar suavemente el vendaje para analizar la herida que ostentaba debajo de este.
—No está sangrando —tres palabras que lograron aminorar la tensión que ya era visible en el rostro del menor. Alexander simplemente sonrió ante aquello. Probablemente aquella mierda le dolía demasiado, pero el agente era demasiado cabeza dura siquiera para admitirlo—. Lamentablemente, vivirás. Felicidades.
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Red Code | American Assassin | Dylmas AU
FanfictionMitch es la estrella del Equipo Orión, siempre ha trabajado solo, pero por esta ocasión, le han asignado a un compañero provisional: un rubio agente de nombre Alexander. No se soportan. Por un lado, un agente extrovertido que tiene la manía de busc...