SU CORTO AMOR

Mala excusa.

Tan malas fueron las excusas que hicieron que me sientiese vacía.

Recuerdo una de nuestras salidas, fue la primera. Recuerdo haber tomado su mano y ver su rostro alumbrado por la tenue luz del sol de esa mañana tan calidad, en la que todo parecía girar entorno a él.

Habíamos salido en horarios de clase, habían otros chicos, como siempre, acompañando nuestra existencia.

Recuerdo que después de ese día cada acompañante desde ese momento, me veían extrañamente, y de alguna manera, creo que ya sabían que mis ojos veían sólo un punto en especial.

Regresando a nuestra primera salida juntos, recuerdo haber cruzado mas calles de la avenida Rosas que... con menudo nombre era nombrado aquel lugar.

En fin, habían comprado un par de botellas de licor y habían vertido un poco de esta en una botella de agua de uno de los chicos. Luego, lo último que recuerdo, fue haber sido excluida.

No se que esperabas, por que yo tampoco me esperaba eso, me había sentado a esperar a que ellos se embriagaran... Pero cuando intente acercarme el simplemente sonrió y me dio la espalda. Quizás por eso, al final de las primeras clases ya había regresado. Quizás no había sido la mejor escapada que habría tenido, pero estaba tontamente feliz.

Después de algun tiempo de haberle confesado mis sentimientos, él, había comenzado a hacer lo que cualquier otro chico hace en su lugar. Ignorarme.

Dolía mucho. 

Y el siempre estaba intentando ser feliz con otra persona.

Su tan mala excusa para haberme dejado a un lado, había sido una frase tan simple "No soy bueno para ti".

Nadie es para nadie. Pensé.

Sabía que mis sentimientos jamás serían recíprocos, y me lastimaba cuando el escogia a alguien más. Cada que intentaba intercambiar alguna palabra, respondía con cordialidad y sencillez "no nena, no soy bueno para ti", quizás y a lo mejor muy tarde me dí cuenta que su excusa era demasiado mala y muy obviamente, poco convincente.

Y pensé, "¿por que simplemente no dijiste que yo no podría ser alguien a quien tu quisieras?" o "que habían personas mejores que yo".

Y ahí fue, cuando mis desventajosos sentimientos se comenzaron a discernir dentro de mi casto y salvaje corazón.

Algo en mi se habría quebrantado para ese momento, y ya nada podría valer la pena hasta algún día poder ver un rostro iluminado con lo cálido del sol, emanado por una mañana celeste pastel, decorada con pequeñas nubecillas parecidas al algodón.

Asi que su mala excusa había volcado por completo todo aquello que había intentado construir para que él, me regalará una de esas sonrisas tan tibias que se formaban en sus lindos labios.