Textos vinieron y fueron, mi mente me engañaba a más no poder. Él era diferente, con ideas y una actitud llenas de atrevimiento. Por supuesto, él era la viva imagen de lo extrovertido y la osadía. Y aunque apenas comenzaba a conocerlo, por primera vez experimenté a consciencia lo que era querer a alguien inmediatamente sin saber algo o lo suficiente sobre su existencia.
Fuí una obsesionada con la idea de saber cuál era el nombre de aquel, que me había revuelto el estómago y por el que, en series me veía echa un manojo de nervios.
Él, era él, no se dedicaba a cumplir los berrinches de alguien que no fuese de su gustó, era rebelde, fastidioso, un fanático del cigarrillo por las mañanas y de salidas por la tarde.
Pero, era un amor, amaba a todos y los abrazaba, era muy meloso y derrochabá amor hasta por los ojos.
Le encantaba la palabra amor, le gustaba la atención que estuviera llena de cariño. Amor era él. Pero también como cualquier otra persona tenía defectos que nunca lo dejarían ser perfecto, o por lo menos para el sentido común.
Yo lo veía perfecto como cualquier otra enamorada, apreciaba cada detalle de él. Su cabello siempre bien recortado y húmedo por las mañanas, al principio solía arreglarse pero con el tiempo, hasta aquellos ojos de color café reflejaban un tanto de desesperación y decepción. Era de altura media o quizás nisiquiera era l altura normal de un hombre, me refiero a que, era bajo. Y él, tenía muchos amigos o conocidos... Pero quería a todos y él entonces, se veía felíz.
Recuerdo que al iniciar nuestras conversaciones textuales, mantuve mi existencia en lo anónimo, sabía que era diferente pero no tonto, y yo siempre había considera mi imagen un fiasco.
Un buen día, él me descubrió, llenándose de repuestas y... bueno. Al día siguiente de ese, por la mañana me esperaba junto a la chica que algún día muy cercano se convertiría en mi mejor amiga, fuera de aquel establecimiento. Sus ojos juguetones intentaban descifrar algo, observandome con interés y duda, mofandose al yo pasar a su lado y atrayendome de nuevo con un
—¿No piensas saludarme?—
Y una sonrisa socarrona cargándose en sus labios, bastó de parte de él para que yo comenzará a hablarle de una forma más especial, cara a cara.
Claro, la piernas siempre temblandome como gelatina al principio.
Luego de esto, había aprendido a que debía de ser un poco más libre con mis acciones, ser más alegre y disfrutar más. Era interesante como todo puede salirse de tus manos y cambiar. Y aunque la mayor parte de mi vida la había pasado siendo tosca y con una actitud inquebrantable, él, me había mostrado que todo rastro de hostilidad en mi apariencia y actitud, cada qué él se hacía presente, simplemente desaparecía. Era diferente con él.
Decir que me sentía contenta por las mañanas cuando él se acercaba a saludarme era muy poco, digamos que, mi corazón salía de su encaje por la alegría. Bien, yo no esperaba que él en realidad me aceptará tal y como era. Aunque eso deseaba.
El chat con él, estaba muy lejos de ser algo monótono y desagradable, al contrario, era divertido y me encantaba verlo en línea. Aunque si se revisarán esos textos hoy, en realidad, ni siquiera creerán como todo terminó. Ya nisiquiera hay un emoticono feliz, sólo... Sólo había comenzado a hacer respuestas con cordialidad.
No estoy muy segura de como comencé a enamorarme. Era extraño. Pero creo que para todo siempre hay una primera vez. Estoy segura de que me enamoré sin querer pero también de alguna manera queriendo.
Él era conocido por todos, alumnos y profesores, el establecimiento completo.
Entonces, era difícil llegar a alguien con su popularidad ya que esta no permitiria a alguien como yo, estar a su lado, aunque al principio el me haya echo pensar que podría, arrastrandome hacía él y sus amigos, así que era difícil comenzar a ser social de un momento para otro.Así fue, cuando un cambio en mi comenzó a marchar, eliminado aquella timidez, tosquedad, y otros defectos que no me dejaban acercarme a él.
Se que me enamoré más de esos ojos, ese marrón que rodeaba su pupila, verlos era retar mi percepción del tiempo, por que simplemente, me perdía en ellos. Su piel era blanquecina con un toque rojizo, solía teñir su cabello de un color carmesí o un marrón claro.
Su sonrisa particular era realmente original, pero su autoestima, por momentos era elevado y por otros dejaba de existir.
Pero me hubiera encantado que, todas aquellas personas que solían verlo mal, vieran lo hermoso que era él, quizás no físicamente sino, emocionalmente.
Así que la popularidad en él, no era algo tan común, aunque debo de aceptar que habían o existían momentos en los que él si veía como poca cosa para las personas. Y no estaba bien.

ESTÁS LEYENDO
SU CORTO AMOR
Teen FictionComo una arcilla moldeada para rellenar ese corazón roto, o quizás una taza de café para entibiar aquéllos pensamientos que irrumpen en nuestra mente a cierta hora... algo poco y muy paradójico. Algo que nos recuerde que de muy jóvenes lo que el amo...