¿Adiós?

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Era tan difícil formular el adiós, jamás imaginé un futuro sin él, era extraño, muy raro.

El tiempo a su lado había acabado antes de lo imaginado. Entonces, aún nos veríamos por los corredores del viejo establecimiento.

Y aunque, en el fondo sabía que conocería a alguien más, que quizás tendría la oportunidad que no me habia sido dada aún, para estar poder estar con alguien más. Jamás sería lo mismo.

Y lo extraño era que el tampoco quería decir adiós...

Antes de que llegasen los últimos días, él se había alejado anteriormente, nada extraño de él.

La última vez que tuve la oportunidad de hablar con él, fue hace poco, se encontraba en uno de las sillas del parqué más visitado por todos en la ciudad, solitario como siempre.

Al llegar, me miro e hizo gestos de que me acercará a él. Había pasado ya tiempo de la última vez de habernos visto, entonces decidí quedarme a charlar un poco.

Hablamos del hoy y del ayer, imaginando un mañana, en el cual nos sintieramos tranquilos y en paz, entonces, ahí llego a nosotros el sentimiento de la nostalgia.

Me hablaba de las cosas por las que había pasado, de sus malas elecciones con sus amantes, las malas amistades escogidas por él y que las cosas ya ninguna le salían bien.

Entonces fue cuando vi la falta de brillo en sus ojos que irradiaban tristeza, esa sonrisa que una vez mostraba una tenue sonrisa cálida, había dejado de mostrar alegría y... El último abrazo no gozaba de mucho cariño como antes.

Ahora se veía como un hombre maduro y se mostraba muy ajeno a la alegría. Así que al parecer ya no derrocharia amor como antes.

Intente tomar sus manos y brindarle un poco de amor amistoso, un poco de confort. Quería ayudarle y no por que me diese pena o algún tipo de lastima. Sólo quería darle un poco del amor que me lleno en aquellos otoños y primaveras solitarias en los cuales, él me sonreía y me hacía ser feliz por una semana sin exagerar.

Pero cuando lo hice, simplemente se negó. Y aún cuanto insistiera el seguía pensando que yo aún le amaba después de tanto tiempo.

Y he ahí, cuando decidí darle mi último adiós, él no se había ido y mucho menos había muerto. Sólo, ya no había amistad y sus pensamientos ajenos a una amistad dada por mi, lo alejaban.

Así, me quedé viendo como su rostro se fue apagando y descarrilandose de aquel camino que el tanto anhelo. Y aunque hubiésemos muchos que quisimos ayudarle, él jamás acepto.

Así fue mi adiós para él, para mi, y para aquel alegre amor que desarrolle por él.
Después de todo, lo que me había dado, solo había sido un corto amor.

Su corto amor.

Irreparable, loco y derrochador de amor.

SU CORTO AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora