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   Me desperté cuando sentí un codazo en mis costillas. Maldije por lo bajo con los ojos aún cerrados, la luz del sol me irritaba demasiado.
   Gukkie seguía durmiendo, aprovechando que era fin de semana, después de todo debe ser estresante y agotador para él también tener que acompañarme a la tienda todos los días. Me moví de su lado tratando de no despertarlo, era gracioso cómo le caía la saliva por su mentón, y sus piernas ocupaban casi todo el espacio de la cama.
   — Terminarás desterrándome de mi propia cama. — dije en un tono irónico, más para mí que para él.
   Finalmente me levanté, al momento en que mi cuerpo dejó las sábanas, sentí un frío en toda mi columna que provocó que soltara pequeños temblores, y por instinto, me auto-abracé. Caminé hasta el colgador detrás de la puerta y me puse un suéter de lana sobre mi pijama.
   La sala estaba muy fría, y para que Gukkie no se congelara me encargué de encender la estufa antes de que despertara, sólo faltaba hacer algo para desayunar. Opté por té y tostadas con mantequilla, algo que esperaba que Gukkie pudiera comer.
   — Buenos días, noona. — su voz se escuchó de la puerta de la cocina, y segundos después ya estaba detrás de mí abrazando mi cintura.
   — Buenos días, Gukkie. — sonreí al mismo tiempo que sacaba el pan del tostador.
   — Eso huele muy bien. — olfateó inclinando su cabeza hacia adelante.
   — Siéntate, yo te serviré.
   En seguida se separó de mí y caminó en dirección a la mesa, ésta ya tenía dos tazas soltando vapor, una junto a otra y un momento después llegué con la cestita de pan, repleta de tostadas. En cuanto terminé de echarle mantequilla a una de las tostadas, se la pasé a Gukkie para que pudiera probarlas, la olfateó un par de veces y en seguida le dio un gran mordisco. Me hacía muy feliz el hecho de que le haya gustado, aún no sé ciertamente qué es lo que puede comer y lo que no, sólo tengo claro que nada de carne.
   Cuando Gukkie terminó de comer, unas cuantas migas de pan y algo de mantequilla adornaban su mentón y las comisuras de sus labios.
   — ¡Jajaja! Estás todo sucio, déjame limpiarte eso. — pasé una servilleta suavemente alrededor de su boca.
   Mientras, Gukkie miraba mi rostro y al instante se apareció un colorido sonrojo en sus mejillas que me hizo sonreír.
   — ¿Qué quieres hacer hoy, Gukkie? Tenemos todo el fin de semana para nosotros.
   — Hmm... Dame mimos.— Gukkie ladeó la cabeza y sonrió.
   ¿Eso era todo? Un par de minutos de mimos. Mi Gukkie no pedía nada.
   — ¿Sólo eso?
   — Ajá. — irradió una pequeña sonrisa.
   Acaricié su cabeza suavemente, y antes de que pudiera decir algo más, puse un trozo de tostada en su boca, y yo seguí comiendo la mía.
   — ¿Me va a dar mimos entonces? — volvió a preguntar Gukkie.
   — Termina tu desayuno primero, Gukkie.
   No faltó decir nada más para que terminara su taza de té con sorbos cortos evitandos quemarse, mientras que comía un par de tostadas de a grandes bocados, en su momento incluso llegué a temer que se asfixiara.
   — Terminé, ahora sí. — Gukkie me tomó del brazo tratando inútilmente de llevarme a la sala.
   — Jajaja... Oye, espera a que termine yo también. — hizo un puchero que me causó ternura y se sentó en su puesto nuevamente.
   Estaba cabizbajo moviendo sus pies de un lado a otro. De pronto recargó su cabeza en mi hombro y suspiró con suavidad, esa ligera brisa me recorrió el brazo, atravezando incluso el suéter de lana que traía encima y penetró en mi espina, provocándome un escalofrío.

···

   — ¡Ahora sí!¡Vamos! — Gukkie exclamó apenas me vio levantar las tazas. Me tiró de un brazo llevándome a la sala.
   Se tiró al sofá y seguidamente golpeó a su lado, haciéndome entender que quería que me sentara justo ahí. Solté una risa ante su ternura y me senté junto a él, Gukkie reaccionó rápido y recostó su cabeza en mi regazo.
   Tomó mi mano y la puso sobre su cabeza, su cabello se sentía suave, y al momento en el que empecé a dar caricias Gukkie cerró sus ojos. Su cuerpo se relajó, y no pasó mucho tiempo para que cayera dormido, tal vez sólo quería seguir durmiendo.
   — Gukkie... Si quieres seguir durmiendo ve a la habitación. — susurré y acaricié su frente, y fue cuando noté que tenía algo de fiebre. — Huh... Gukkie, ¿te sientes bien?
   — Más o menos... — entreabrió sus ojos cansados, sus mejillas estaban ligeramente rosadas.
   — Ok, ve a la cama, tal vez si duermes un poco te sentirás mejor.
   Lo levanté del sofá con cuidado y lo ayudé a ir a la habitación, en el camino se tambaleó un poco. Cuando estuvo sobre la cama lo arropé y le di un beso en su frente.
   — Gukkie, tienes más fiebre. — puse mi mano nuevamente sobre su frente, la cual ahora tenía pequeñas gotitas de sudor. — Voy a traerte un trapo húmedo, en seguida vuelvo.
   — N-noona... — su voz sonaba suave y decaída. — No tarde...
   Asentí a su petición y fui a la cocina, me preocupé un poco por su repentina decaída y pensaba llamar a Nayeon. Tomé un trapo y estaba llenando un plato hondo con agua fría cuando sentí un estruendo en la habitación, seguido de los débiles quejidos de Gukkie.
   — ¿Gukkie? — exclamé sin respuesta.
   Me dirigí a la habitación a paso rápido y al llegar, Gukkie estaba tirado en el suelo en posición fetal, temblando y soltando quejidos. En seguida corrí a su lado y traté de levantarlo, pero en el momento en que toqué su espalda Gukkie se giró rapidamente y se abalanzó sobre mí, temblando y estrechándome más a él.
   — N-noona... — su voz temblaba y soltaba quejidos, de vez en cuando jadeaba.
   — Gukkie, ¿qué sucede? Me estás aplastando, leva-...
   — ¡Agh...!
   Me quedé quieta, en shock, pues cuando intenté pararme mi rodilla rozó su miembro, el cual estaba gloriosamente levantado, y Gukkie gimió.
   — Gukkie, levántate. — dije, esta vez más seria. Realmente estaba pasando algo malo.
   — N-no... Noona, hágalo otra vez, por favor... — Gukkie suplicó, y al no obtener respuesta comenzó a mover lentamente su pelvis contra mi pierna, y a soltar gemidos agudos al mismo tiempo.
   No podía quitarlo de encima, entonces lo empujé con mis rodillas hacia atrás, dejándolo lejos, y aproveché para salir de la habitación y ponerle seguro a la puerta para que Gukkie no saliera.
   — N-noona... Vuelva, ayúdeme por favor... Agh... — podía escuchar a Gukkie suplicar por ayuda desde el otro lado, también se escuchaba cómo trataba inútilmente abrir la puerta. — …Noona, me duele...
   Sus sollozos casi no se escuchaban. Corrí a buscar mi teléfono y llamé a Nayeon.
   — ¿Hola? — dijo Nayeon.
   — Nayeon, algo le pasa a Gukkie, — mis dedos fueron a dar entre mi cabello, mi corazón estaba alterado, yo estaba alterada. — no sé si es malo, yo... ¿Podrías venir a la casa, por favor? Necesito que lo veas.
   — Claro, en seguida voy, nos vemos.
   — Adiós... — y colgué.
   Respiré profundo, y cuando me fijé en mis manos, éstas estaban temblando. Me senté en el sofá esperando a que llegara Nayeon, aún podía escuchar las súplicas de Gukkie desde la sala, me cubrí los oídos e ignoré su llanto.

···

   Sólo hasta que llegó Nayeon quité mis manos de mis oídos, venía con cierta preocupación en su rostro. La hice pasar hasta la sala, donde ya se podía escuchar a Gukkie, entonces Nayeon se dirigió a la habitación, y cuando intentó abrir la puerta la detuve.
   — Espera, podría hacerte algo. — dije recordando lo de la mañana.
   — ¿Qué le ocurrió? — preguntó Nayeon alejándose de la puerta.
   — Realmente no lo sé... En la mañana todo estaba bien, pero luego le toqué la frente y tenía algo de fiebre, así que lo traje aquí y luego fui a buscar un trapo húmedo. — hice una pausa restregando mis manos entre sí. — Entonces escuché un ruido, y cuando volví, estaba en el suelo.
   — Entiendo... — Nayeon se quedó un momento analizando la situación, entonces siguió. — Bien, vamos a entrar a ver qué tiene.
   Al momento de abrir la puerta, Gukkie estaba en la misma posición de antes, aferrado al cobertor de la cama. Todo su cuerpo estaba temblando, tenía sudor en su frente y sus ojos estaban llorosos, me asustaba qué podría estarle pasando.
   — Gukkie, — hablé y la voz me salió temblorosa. — Ven pequeño, Nayeon vino a ver que tienes.
   Lo tomé de la cintura tratando de levantarlo, pero se alejó de mí.
   — N-no... N-no quiero que ella me vea... — se tapó su cuerpo con sus manos.
   — Ella sabe qué te ocurre, Gukkie. — le acaricié la espalda.
   Nayeon se agachó y le tocó la frente, Gukkie no opuso resistencia alguna, pero seguía tapándose.
   — En verdad tiene fiebre, acuéstalo otra vez, yo traeré el trapo húmedo. — me dijo Nayeon y salió de la habitación.
   — Ven Gukkie. — lo tomé de una mano y lo ayudé a levantarse, pude notar que su miembro seguía erecto, y trataba de ocultarlo.
   Lo volví a acostar y al momento llegó Nayeon, le puso el trapo en la frente mientras yo tenía sujeta la mano de Gukkie. Durante un segundo Nayeon notó el bulto que asomaba por entre las piernas de Gukkie, y su rostro pareció expresar un perfecto eureka.
   — Te espero afuera. — dijo Nayeon con una sonrisa. Y salió cerrando la puerta detras de ella.
   — ¿Cómo te sientes? — pregunté aún con su mano sujeta.
   — Me duele mi... — apenas dijo eso, bajó su otra mano a su miembro, aún tratando de ocultarlo.
   — Ignora eso, se te bajará solo... — me levanté en dirección a la sala. — Vuelvo en seguida.
   Al llegar, Nayeon estaba en el sofá. Cuando se percató de mi presencia sonrió cómplice.
   — ¿Qué es tan gracioso? — dije sonriendo también.
   — Oye, Sun Hye, no te lo tomes a mal... Pero creo que Gukkie está en celo.

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Continue...

Un deseo para Gukkie | J.Jk  [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora