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   — ¡Gukkie!¡Está bien, sólo fue un corte de luz! — exclamé al mismo tiempo que corría a la habitación, tropezando con objetos pequeños en el camino.
   — ¡Noona! — Gukkie me abrazó llorando semidesnudo. — ¿Qué pasó?
   — Tranquilo, Gukkie, no te preocupes. — lo abracé de vuelta tratando de tranquilizarlo. — Dame la mano, vamos a la sala, dejé mi celular en el fuerte.
   A tientas avancé por el pasillo con Gukkie de la mano, hasta que vi la lumbre de la estufa otra vez. Pude ver la silueta del fuerte y caminé directo a él. Entramos ambos y, como pude, busqué entre las pequeñas almohadas hasta que lo encontré, y en seguida encendí la linterna.
   — Okay, busquemos más-... ¡Gukkie, tus shorts! — desvíe la luz hacia afuera del fuerte, y sentí cómo mis mejillas se acaloraban.
   — ¿Qué tienen? — preguntó confundido.
   — Te los olvidaste, ash... Ya no importa, ven pequeño, mejor ayúdame a buscar algo más con qué alumbrar.
   Salimos del fuerte, se me ocurrió revisar la batería del celular y bufé al ver que tenía menos del 50%, así que me apresuré en buscar algo. Primero fui a la cocina, debía haber una vela y un encendedor por ahí en algún lado. Revisé cada cajón, y sólo encontré 4 velas y el encendedor que lo dejé junto a la estufa.
   Rápidamente volvimos y prendí las velas, esparciéndolas por la sala lo que más se pudiera, no alumbraba mucho, pero se podía distinguir la sala. Gukkie entró al fuerte y se tapó por completo con una de las frazadas, seguramente tenía miedo.
   — ¿Estás cómodo?
   — Noona, ¿no tienes miedo? — susurró Gukkie.
   — ¿Por qué hablas bajito? Estamos solos. — se me salió una pequeña carcajada. Hablo en serio cuando digo que su ternura puede conmigo.
   — Shh... Está oscuro.
   — ¿Y qué con eso? — dije susurrando esta vez.
   — Cosas malas salen cuando está oscuro.
   Sonreí ante su "hipótesis", eso era cosa de sus instintos, y era comprensible, el pequeño los necesitaba para sobrevivir, pero la manera en cómo decía esas cosas despertaba algo, tal vez un leve instinto maternal.
   —Jajaja, bien, como digas. —me levanté del suelo— Iré a buscar tus shorts, ¿te quedas aquí o-...?
   Al pronunciar esas palabras instantáneamente salió del fuerte, siguiendo mis pasos de cerca, al mismo tiempo que sujetaba mi pijama, pues, una vez que avanzabamos por el pasillo, llegaba menos luz, y en la habitación tuve que encender la linterna otra vez. Justo frente a nosotros estaban los shorts, tirados en el suelo. Los recogí y se los pasé a Gukkie, el cual en seguida se los puso, con cierta prisa. Pronto la lluvia aumentó y el viento se escuchaba muy fuerte, y entonces recibí una llamada, el repentino ruido del celular hizo que Gukkie gritara y llevara sus manitos a sus oídos, y contesté en seguida, Nayeon se escuchó del otro lado de la línea, se oía algo agitada.
   —Sun Hye, ¿están bien? La luz se cortó en todo el pueblo. — No era para menos, la verdad no era un pueblo muy grande.
   — Oh, si, estamos bien, no te preocupes, ¿cómo estás tú?
   — Bien, mi madre se enteró de lo que pasó, y resulta que el viento derribó un árbol a la salida del pueblo y pasó a llevar los cables de luz, los dejó hecho bolas. — me reí por su expresión.
   — Qué problema... Gracias por decirnos, Nayeon, supuse que la tormenta había sido la culpable.
   — No hay problema, tonta, eres mi amiga, bueno, sólo quería informarte, cuídate. -— envió un sonoro beso a través de la línea que me hizo sonreír, y colgó.
   Pues, ya sabíamos la causa, pero ese problema tardaría un rato en ser arreglado, y la luz no llegaría pronto, era probable que no llegara en toda la noche o quizás unos días. Sentí una fría mano que tomaba mi antebrazo y volteé.
   — ¿Qué hacemos ahora, noona? — su mano temblaba, al igual que su voz.
   — Pues nada, seguir con la "pijama da", supongo.
   — ¿A oscuras?
   — No estamos a oscuras del todo, pensaremos en algo que hacer.
   Volvimos a la sala, los truenos hacían eco en la casa, y seguramente también en los oídos del pobre Gukkie, quien caminaba encogido junto a mí sin soltar mi brazo. Una vez que estuvimos en la sala, sentados dentro del fuerte, escuchábamos cómo la lluvia golpeaba las ventanas, al mismo tiempo que el fuerte viento hacía vibrar el techo.
   — ¿Qué podemos hacer? — preguntó Gukkie otra vez.
   Pensé por un momento hasta que enfoqué mi vista en una de las pequeñas almohadas, y me llegó una idea, que en su momento, me pareció magnífica.
   — ¡Lo tengo!
   Tomé las almohadas y las lancé fuera del fuerte, mientras Gukkie me miraba completamente confundido. Salí rápidamente y las separé, con las que tenía en la cama, más las pequeñas que había sobre el sofá, en total era ocho, cuatro para cada uno.
   — ¿Q-qué haces, noona? — Gukkie salió del fuerte mientras yo ordenaba las almohadas.
   — Tranquilo, esto será divertido, lo prometo.
   Una vez que terminé me paré en medio de la sala mirando A Gukkie.
   — Bien, ese lado es tuyo, este es el mío, tienes que darme con una almohada 5 veces, el que llegue primero a 5 gana, ¿entiendes?
   — Uh... S-si. — respondió tomando una de sus almohadas torpemente.
   — Ok, 3... 2... 1... ¡Ahora!
   Me apresuré a lanzar la primera, haciendo que Gukkie se agachar a asustado. Con miedo me lanzó otra a mí que me dio en el brazo, y se rió, para luego tirar otra.
   Corrí por la sala tratando de esquivarlas, mientras lanzaba otras, de las tres almohadas que había lanzado, sólo una lo había golpeado, y a mi ya me quedaban dos vidas más, la oscuridad dificultaba las cosas.
   Salí de detrás del sofá para tirar una más y Gukkie tiró una que me dio en plena naríz, corrí alrededor de la sala gritando mientras Gukkie me perseguía, soltando mi última almohada al aire dándole en el hombro, mas eso no lo detuvo, pues me saltó encima haciendo que ambos cayeramos al piso, y a horcajadas sobre mí, dejó caer de arriba a abajo la almohada en mi rostro.
   — ¡Gané! — gritó emocionado mientras levantaba los brazos.
   — Jajaja, ganaste.
   Nos reímos un poco, y Gukkie se recostó en mi pecho, nuestra respiración era acelerada, y no era para menos, pues habíamos corrido un buen rato. Nos quedamos así un rato tratando de calmarnos.
   — Eso fue muy divertido. — dijo Gukkie, aún encima de mí.
   — 5 a 2, nada mal... Anda, ayúdame a ordenar este desastre.
   Nos levantamos y buscamos las almohadas regadas en toda la sala, rápidamente las juntamos y las tiramos dentro del fuerte. Vi la hora, ya iban a ser las 22:00. Ordené rápido, con el fin de que se pudiera dormir allí cómodamente, y luego entramos. Nos recostados mirando hacia arriba, y ya que estuve dentro, nuestro maravilloso fuerte parecía más bien una urna, y eso era escalofriante de cierta forma.
   Un pequeño bostezo me sacó de mis pensamientos, Gukkie se acurrucó junto a mí, como todas las noches, y lo arropé con las cobijas.
   — Fue un día largo, ¿no crees Gukkie?
   — Si... Estoy tan cansado. — bostezó nuevamente retregando sus ojos.
   — Jaja, siempre eres muy tierno.
   — Noona, nosotros vamos a estar juntos para siempre... ¿verdad?
   — ¿A qué viene esa pregunta, pequeño?
   — No lo sé, sólo quería saber...
   Para siempre. Realmente era un largo, largo tiempo, y ni siquiera él sabía cuánto tiempo sería un humano, o si es que siquiera llegaría a vivir tanto como uno. Es probable que incluso esa misma inseguridad lo haya llevado a preguntar.
   Y yo solamente pensé en que tal vez podríamos estar juntos lo que durará nuestro "para siempre".
   — Si, Gukkie, para siempre.
   Gukkie sonrió ampliamente, mostrando sus bellísimos dientes de conejo con sus ojos cerrados, y besó mi mejilla con una ternura que por primera vez en mucho tiempo no sentía.
   —Buenas noches, noona.
   —Buenas noches, Gukkie.
   No le tomó mucho quedarse completamente dormido. Podía sentir su tibia y suave respiración rozar mi hombro, una brisa cálida, y pronto me dormí yo también.

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Continue...

Un deseo para Gukkie | J.Jk  [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora