Pumpkins

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« ¿Calabazas?»

Una sonrisa fue lo suficiente para comprender que eso le ocasionaba gracia. « ¿Por qué es tan sorprendente?»

«No pensé que te gustara tanto como para disfrazarte de una».

«Es lo mejor que puedes hacer con 99 centavos y dos horas antes de Halloween» solo porque las pinturas estaban en rebaja por su dudosa calidad, la cual tuvo que aumentar con productos que irritaron la capa de la piel, conllevando a un gasto extra las siguientes semanas. «Ese dinero extra valía la pena» a pesar de su poca duración por los múltiples gastos que sobrellevaba para la manutención de la ciudad.

No recuerda en qué momento aceptó que el contrario invadiera su privacidad laboral, a tal grado de encontrarse en el almacén junto a su persona, o al menos hasta que la imagen de su jefe, regocijándose con el dinero que consiguió del contrario, vino a su cabeza, recordó que había hecho su trabajo un "momento turístico" en donde cualquier ser curioso podría entrar a las entrañas del edificio y hacer todas las preguntas que quisieran, hasta en su hora de almuerzo. Por supuesto, sin pago extra.

Suspiró desganado, borrando las fechas de caducidad para falsificar una más lejana, procurando que la letra sea tan ilegible como las anteriores escrituras.

Cada vez que estaba en esa zona recordaba el motivo de su falta de apetito.

«Larry, yo» la pausa del otro le llamó la atención, dejando de lado por segundos las latas de conserva en el estante. «Sé que trabajas por la noche, pero quisiera» verlo sudar casi al punto de derretirse era hipnótico como extraño. «Tú sabes, por los viejos tiempos».

Estaba completamente seguro que omitió una parte de la oración, o quizás no y todo fue producto de su cansada imaginación. Las noches de insomnio con suero de café le impedían a veces escuchar las oraciones de los demás, así que haría lo que sabe hacer.

«Por los viejos tiempos» aceptó nuevamente a ciegas, dado que por sus anteriores hazañas, había sido beneficiado con el poder de librarse en caso de otra manifestación.

Intentó retomar su labor, el cual por desgracia cayó tan rápido como las latas de la madera al momento en que un pequeño salto se presentó por su parte, todo gracias a que el consejero decidió, sin aviso previo, posó un suave roce en su mejilla con sus labios. El desconcierto se sumó a sus mejillas coloradas, y la confusión recalcó las palabras que muy probablemente, no lo abandonarían durante el día.

"Es una cita".

Tres palabras que lo hicieron temblar, tres palabras que lo hicieron casi desvanecerse

Debió escuchar mal, debió estar todo en su imaginación, eso debía...

« ¿Qué?»

Cuando trató de encontrarlo, no existía más allá que el desastre que ocasionó por un torbellino de emoción, el cual no se podría tranquilizar hasta estar seguro de lo que sucedió.

Si esas palabras eran reales, si de verdad habían llegado a ese tema después de preguntas banales.

¿Qué debía hacer ahora?

Peace, Love and WorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora