Desperté y me percaté de que ______ no estaba en la cama. Sacudí mi cabeza y tallé mis ojos con las manos. Me senté sobre la cama y cerré los ojos deseando dormir un poco más.
Unos minutos después, la sentí cerca, sonreí y la ví colarse por entre las cobijas que cubrian mi cuerpo desnudo. Soltó una risa muy maliciosa y metió mi pene en su boca. Apreté mi dentadura y mis ojos disfrutando de su tácto bucal. Quité las cobijas con rapidez y tomé su cabeza invitandola a que lo metiera más profundo. Su lengua me acariciaba suave e intensamente, sus dientes rozaban mi miembro cada vez que sacaba su boca de él.
Maldita sea, ésta mujer hace las mejores mamadas del mundo. Estaba a punto de venirme en su pequeña boca, mordió la punta de mi pene y me derrame en ella. Tragó todo lo que le había dejado, limpió su boca con el antebrazo y subió en mí a horcajadas.
—Hazme tuya—susurró en mi oído para después introducir su lengua en él. Bendita maldita mujer.
Gruñí desde lo más profundo de mi garganta y comenzé a besarle el cuello, se separó de mi oreja y con sus manos acarició mi pecho suavemente.
La tomé de las caderas y guié mi pené a su ya húmeda vagina para entrar en ella, al contácto, ambos gemimos. Comenzó a cabalgar sobre mí a un ritmo lento mientras me llenaba de besos y caricias.
Me posicioné arriba de ella y aceleré el ritmo de mis embestidas. Acaricié su cada curva de su perfecto cuerpo, entré hasta lo más profundo de su boca queriendo disfrutarla lo más que se pueda antes de ir al trabajo.
Sus piernas rodeaban mi cadera apretándome más a ella, sus manos jugaban con mi cabello llevádoselo entre los dedos y jalándolo, nuestras bocas en guerra y mis manos acariciando su cuerpo.
Llegó a su orgasmo y como siempre, sellándo sus paredes vaginales y arqueándose mientras grita mi nombre una y otra vez. Un par de embestidas después, alcanzé mi liberación.
Mordí el centro de su cuello y salí de ella. Los dos teníamos la respiración agitada, en un instante tomé mi ropa y me vestí. Me puse en cunclillas a un lado de la cama y acaricié sus piernas, ______ se sentó quedando al borde de la cama, subió sus piernas a mis hombros y admiré nuevamente su cuerpo. Con una mano comenzé a masajear uno de sus pechos y con la otra, acaricié desde su tobillo derecho hasta su muslo.
Cerró sus ojos y gimió mi nombre cuando mi mano acarició su feminidad. Dejé su pecho y puse mis manos en su cadera, aspiré su aroma púbico y me hundí en ella.
_______ tomó mi cabello y lo jalaba mientras la follába con mi boca. El "Christian" pronunciado por su voz entrecortada era exitante, me alteraba mucho, pero sé controlarme.
La llevé al clímax y chupé todo su jugo. Maldita sea, ella es como el desayuno perfecto. Trazé su cuerpo con mi boca, llenándolo de besos y suaves moriscos hasta encontrarme con su boca, donde la besé como si no hubiese mañana.
Nos separamos para tomar aíre y regularizar nuestras respiraciones.
—Me haces tan feliz—susurró mientras me abrazaba.
—Eres una maldita enferma—me burlé acariciando su espalda.
—En ese caso, tú eres mi medicina—lamió el lado de mi cuello y se detuvo para morderlo. Su sensual voz me altera demaciado, si no fuera porque tengo trabajo, estaría metido en su cama todo el día.
—Sucia—dije mientras me separaba de ella.
Rió—Te veo en el trabajo CC—antes de que pudiese irme, me tomó del brazo y me jaló hasta la cama, se acostó y me guió para que me acomodase arriba de ella. Ya ahí, rodeo mi cadera con sus piernas y comenzo a besarme apasionadamente.
Nunca voy a salir de aquí si le sigo.
—Basta, me vas a desgastar—dije sobre sus labios, acaricié su mejilla y sonrió con malicia.
Mordió su labio inferior luciendo sexy—Es que eres realmente bueno—dijo con una voz derrite polos, sensual. Esta mujer me pone en cuestión de segundos.
—Enferma—reí y me levanté. Acomodé mi playera y salí de su habitación.
Salí de su casa como niño en navidad, feliz, emocionado, satisfecho.
Dulce y mala tentación. Enferma de mierda. Esquisita y perfecta. La amo. La odio.