Capítulo 3

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Entré a casa y fui a darme una ducha, terminé mi relajante ducha y busqué algo fresco qué ponerme.

En AP no solicitan te vallas de traje o de ropa de marca, sólo solicitan personal dispuesto a trabajar y joderse. Como yo.

Tomé una camiseta negra sin cuello, de tiras, unos jeans negros completos y mis converse. Encima me puse un chaleco de mezclilla y acomodé el desorden de mi cabello.

Agarré mi móvil y salí directo al trabajo.

(...)

—Pero ¿es cierto?—insistió Ashley jodiendome de nuevo.

—¡Que no Purdy! Routh y yo no andamos, ni nada por el estilo, es más, ni siquiera nos hablamos—respondí quitándo algunos papeles regados en mi escritorio.

—Entoces ¿cómo es que te ven salir de su casa?—Lo miré fijamente para después rodear los ojos.

—¡No soy yo!—grité frenético después de tantas estúpidas preguntas.

—Bueno, quien sea, tiene una suerte de estar en su cama—sonrió con picardía, golpeé su brazo y se quejó.

—Es hora de trabajar, no de pensar en sexo, maldito depravado—Aclaré.

—Está bien, ya me las veré en el sanitario—bajó de mi escritorio y se acomodó el cabello.

—No lo hagas—posé mis ojos sobre él de manera amenazadora.

—¿Qué tiene de malo? Solo es  tener sexo pero con tu mano—se defendió.

—Correción Purdy, es con tu mano, no con la mía... eso sería repugnante—fingí un escalofrio a lo que rió.

—Está bien, me equivoqué—aceptó. Se acercó a la puerta y tomó el picaporte—Iré a buscar diversión, no me esperes—sin más, salió de mi oficina.

Suspiré con pesadez y me senté en la silla dispuesto a organizar las fechas para los entrevistadores y fotógrafos.

Encendí el ordenador y proseguí con mi trabajo.

Minutos después, tocaron a la puerta. —Adelante—dije sin mirar a quién entraba, yo solo seguía escribiendo.

—_______ te quiere en su oficina, ahora. Te traje un café como te gusta, y te recomiendo que vallas, no queremos que te arranque el cabello—dijo la voz femenina mientras dejaba el café sobre el escritorio. Solo asentí y se marchó.

En cuantó cerró la puerta, marqué a su oficina.

—Srta. Routh, ¿Diga?—contestó.

Suspiré.—_______ soy yo, ¿qué necesitas?—expresé con pesadez, pues lo más probable es que quiera sexo.

—A ti—dijo en un susurró exitante.

—Te había dicho que en horas de trabajo no—rodeé mls ojos puesto que ella no me veía y suspiré nuevamente, con pesadez.

—Coma, si no vienes ahora, sola me daré placer.—colgó. Joder, el simple imaginarla sobre el escritorio metiendo y sacando dos de sus dedos en su vagina a ritmo medio y gimiendo, me calienta.

Inconsiente, di un par de zancadas hasta la puerta de mi oficina y salí disparado hasta el segundo piso, a la derecha y quinta puerta. No hubo necesidad de tocar, solo entré por entrar y cerré con seguro, por si las dudas.

Me tiré sobre ella y comenzé a desabrochar su camisa mientras besaba sus labios con fiereza. Ya abierta su camisa, metí mis manos bajo su falda y acaricié sus muslos. Bajé mis besos a su cuello donde lo mordí delicadamente escuchando sus apenas audibles gemidos.

Levanté su falda a la altura de su ombigo y bajé sus bragas parq seguir besándola. ______ desabrochó mis jeans y dejó que callera hasta mis tobillos. Acarició mi miembro por encima de la tela alterandolo, exitandolo. Joder, ya quería estar dentro de ella y cogerla de una buena vez.

Bajó mi boxer y  tomó mi pene entre sus manos, ella abrió sus piernas dejandolas al filo del escritorio y me jaló para estar más cerca de ella. Inicié mi camino dentro de ella y comenzé a embestirla lento.

A lo que sé, _______ ama ver  mi grueso pene entrar y salir en su vagina empapado por sus fluidos. Eso la estimulaba.

Con una mano se agarraba de mi hombro y con la otra se sostenía del escritorio, su cabeza apoyada en mi pecho observando las penetraciones mientras gemía mi nombre. Yo mantenía mi cabeza hacia atrás apretando la mandibula, el aire salía entre los dientes evitando gemir.

Aceleré mi ritmo y la acosté en el escritorio, tomé sus piernas y las abrí más para hacer más profundos mis embistes. Unos segundos después, _______ combulsionó de placer cuando el orgasmo la invadió.

Es tan maldita, que aprieta su vagina para que me duela, pero al contrario, hace que el camino dentro de ella, valga la pena y también el derrame.

Seguí penetrandola con fuerza hasta que alcanzé mi orgasmo. Me derramé en ella dejando escapar un poco sobre el escritorio y el piso.

Solo veía su pecho subir y bajar a un ritmo rápido, el orgasmo me aturdió y debilitó un poco, recargé mis manos en el escritorio y esperé a que  mi respiración se normalizara.

Al conseguirlo, acomodé mi ropa y limpié mi sudor con el borde de mi camiseta. _______ se levantó y se acomodó su ropa y cabello.

—Gracias CC, es lo que necesitaba—acarició sensualmente mi cabello y lamió mis labios.

—Maldita enferma—agarré su cintura y le robé un beso.

Salí de ahí sin antes escuchar su maniatica risa.

"Odio Amarte"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora