Capítulo IX. Nuestra cita & Un Invitado

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Después de avergonzarse el uno al otro, Stephen y Tony empezaron con un pequeño paseo por el parque.

—¿Como te ha ido en el hospital?– aunque él ya sabía eso, no quería perderse nada de la vida de Stephen.

—Lo de siempre, algunos de mis colegas quieren que renuncie.

—¡¿Qué?!, ¡¿Por qué?!– la preocupación se instaló en el pecho de Tony al oír esa confesión.

—Es por lo de mis manos, según ellos ya no soy apto para realizar operaciones a ningún paciente...

—Ellos son Imbeciles, solo lo dicen porque te tienen envidia, tu eres uno de los mejores neurocirujano del mundo, nadie puede quitarte ese título, nadie puede decir que puedes y no puede hacer, nadie...

Las palabras fueron silenciadas por un dedo en sus labios, Tony miró a su acompañante y pudo ver un brillo de felicidad en sus ojos.

—Gracias Tony, y si, lo sé, por eso levanté una queja, si no me quieren más como médico entonces me iré, pero no les dejaré nada de lo que me pertenece, yo solo hago mi trabajo, y eso es ayudar a las personas que lo necesitan, y eso lo aprendí de una forma– decía mientras miraba sus manos con cicatrices.

Tony viendo el semblante decaído de Stephen, tomo en sus manos las manos dañadas de Stephen, las tomó con delicadeza y beso cada mano con amor.

—Todos aprendemos cosas de una u otra forma, y estas...–decía mientras miraba las manos de Stephen que aún tenia en sus manos– son la muestra de cuánto has sufrido, pero también has ganado, y estoy feliz y orgulloso de ti, me hace feliz poder tomar tus manos porque se que con ellas salvas a tanta gente, como Hechicero Supremo y como Neurocirujano, si ellos no valoran tu esfuerzo será por idiotas, pero recuerda...–un beso más fue depositado en las manos de Stephen– tu eres alguien para mi, alguien importante en mi vida, así como.en mi corazón, y se que tu también lo sabes, aunque sea el poco tiempo que nos conocemos.

—Si, lo se– decía mientras acortaba la distancia entre los dos– y estoy agradecido de tu existencia, y quiero hacer las cosas bien contigo.

—Y lo harás, porque yo también lo haré, daré todo de mí esfuerzo para hacer las cosas bien contigo.

Las miradas y sonrisas no podía ocultarlas, pues no había forma de cubrir aquel amor que estaba floreciendo entre los dos.

—Te quiero llevar al lugar de nuestra cita, es un lugar muy especial.– decía mientras sacaba de su pantalón su anillo.

—Y yo pensé que nuestra cita había iniciado ya– decía Tony mientras reía un poco.

—Aún no, pero quería mostrarte algo en especial.–Stephen abrió un portal, dejando ver del otro lado oscuridad.– no hay nada que temer, todo es seguro.

—Confió en ti.– dijo por última vez Tony para ingresar al otro lado del portal, Stephen hizo lo mismo cerrando tras de él el portal.

Lo que Tony no espero ver fue como aquel lugar se iluminaba por un "Sol" que lentamente salía por el horizonte.

Stephen se colocó atrás de Tony y con un brazo rodeó la cintura de Tony.

Tony quedó más asombrado ante tal lugar más hermoso, era algo asombroso, algo que nunca había visto en su vida.

Era un paraíso de colores, el pasto verde y bien cuidado, árboles enormes, rosas de distintos colores y formas, un cielo de un claro verde azulado.

Todo parecía venir de otro mundo.

—Esto...esto es hermoso, ¿Dónde...?– quiso preguntar,pero las palabras no salían de su boca, solo lo que podía pensar era que todo el lugar es hermoso.

Mr. StrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora