Capítulo 7: Lo necesitaba

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– ¿A qué te dedicas? - le pregunté a Kara mientras la miraba con curiosidad. Tenía un look bastante inusual, con tachas, anillos, delineador negro mezclado con una cabellera rojo fuego. Parecía la oveja negra de la familia Weasley, pero su acento ruso la delataba.

- Soy cazadora de dragones - dijo ella con una sonrisa orgullosa. – Los llevo y traigo desde Rumania para mis clientes, o en caso de ser necesario, al campamento.

– Siguen mencionando ese maldito campamento y sigo sin saber que es...– dijo uno de los gemelos en voz baja, sabiéndo que no podía seguir preguntando por este porque nadie le diría.

- Espera, ¿Cazadora? - preguntó Hermione desde su asiento. - Ese no se ve como un muy buen trabajo para una mujer de tu edad, ¿no te gustaría estudiar o algo así? - su tono no era muy amigable. – Digo, ¿no es un poco peligroso jugarte la vida por esas criaturas? Eres jóven y además moralmente está-

– Tranquila, niña, respira por el amor de Dios – las mejillas de Hermione se convirtieron en dos tomates y miró al suelo rápidamente. – No les hago nada malo, esto es un negocio, puedes preguntarle a cualquiera que sepa de esta noble profesión. Por cierto, Jaqueline experimentó con dragones hace apenas un año, así que si te parece que yo soy jóven para hacerlo... – le agarró el hombro a Jaqueline y ella nos vió nerviosa a todos los de la mesa.

– ¡¿ESTUVISTE CON DRAGONES?! - dijo Fred emocionado como un nene de cinco años. Largué una risa mirando de reojo a George, que se veía mas asombrado.

- Sí, pero soy muy mala.

– Eres tan modesta, es una mentira — siguió la mujer. – Incendió medio campamento y gracias a esto está en esta mesa con todos nosotros, así que agradece. Todos los dragones con los que trabajamos vuelven sanos y salvos.

– ¿A Rumania? - pregunté por fin, y ella me miró como si estuviera sorda. Es cierto que lo dijo hace apenas unos minutos. – Es que, bueno, conocemos a alguien que trabaja con dragones ahí.

– ¿Crees que conozco a todas las personas con las que trabajo? Tendrás que ser más específica – me respondió sin esperar un segundo. Para ser adulta, me resultó bastante inmadura en su forma de contestar.

– Mi hermano, Charlie Weasley...– entró Ron en la conversación. Kara lo vio con una sonrisa ladeada y aplaudió. Jaqueline largó una risita.

– No me digas que esa cabezota de zanahoria es tu hermano mayor...

– Uno de ellos – dijo Ron pero los aplausos de Kara le sacaron la palabra.

– Claro que lo conozco, él es a quien le llevo mis hallazgos. No siempre me paga como debe pero siempre me da algo a cambio por su incompetencia. A él le di mis dragones para el Torneo de los Tres Magos.

Demasiada casualidad, estas dos personas tiene demasiadas casualidades con el Torneo. Y están muy tranquilas al respecto, algo que no me termina de agradar.

Ron quería decir algo ante ese último comentario sobre Charlie pero los gritos de su madre le sacaron la palabra, de nuevo.

- ¡Por favor! - gritó la señora Weasley. - ¡No hacía falta! ¡Ya no lo aguanto más! ¡Que ahora les permitan hacer magia no quiere decir que tengan que sacar la varita a cada paso!

- ¡Solo pretendíamos ahorrar un poco de tiempo! - se disculpó Fred de inmediato.

Harry y Sirius se echaron a reír; Mundungus, que se había caído hacia atrás volcando también la silla, empezó a maldecir tan pronto como se había levantado del suelo. Crookshanks había soltado un fuerte bufido y había corrido a refugiarse debajo del aparador, donde se veían sus enormes ojos amarillos, que relucían en la oscuridad.

Mackenzie y la orden del fénix | [MEH #5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora