Capítulo 4 - Marabunta

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Siempre he oído hablar del efecto mariposa. ¿Cómo el simple aleteo de una mariposa puede dar lugar a huracanes?

Es una expresión bastante famosa usada constantemente por el ser humano. Probablemente para justificar el desencadenante de un hecho que empezó siendo diminuto y que terminó volviéndose grave.

Me pasé toda mi vida obviando esa frase, ya que, como cualquier adolescente, me resultaba indiferente. Aún sabiendo las consecuencias que traería algo, probablemente lo haríamos. Porque somos jóvenes y queremos vivir la vida. ¿No es así?

Pero hoy me di cuenta de que esa expresión estuvo más que presente al ver muertos vivientes golpeando la puerta. Mi mejor amiga tirada en el suelo con una herida sangrante en la pierna, consecuencia de una mala caída. Ethan y Kevin esperándonos en Fire Street sin garantía de sobrevivir. Y sin saber el paradero de mis padres y mi hermana. Esto ultimo que también me preocupaba lo suficiente como para aumentar vertiginosamente mi ansiedad.

Todo esto solo sucedió en solo dos horas. Dos horas en las que si esto no hubiera pasado hubiera desayunado felizmente con mis únicos mejores amigos, disfrutando de nuestro último desayuno juntos, antes de la universidad. Pero ahora todo había dejado de tener sentido.

Ahora solo debía preocuparme por sobrevivir y escapar de las garras de esos cadáveres que en otro momento quizá fueron humanos. La propia razón sería algo secundario sustituido por una necesidad como si de niebla se tratase: el instinto de supervivencia.

Finalmente vi a Kass que yacía en el suelo semi-inconsciente, con la herida de un tono oscuro, y mi cabeza empezó a pensar de nuevo. Fue como si esa niebla se disipase con un gran vendaval de realidad. Debía salvarla, o de lo contrario moriría desangrada. Ya no había tiempo para lamentarse, tenía que actuar rápido, ella haría lo mismo por mí.

Agarré su pierna y con la fuerza de mis manos corté la tela del pantalón viendo finalmente la herida. Esta estaba en un estado horrible. Kass jadeaba y se agarraba la pierna con su mano temblorosa. La sangre me impedía ver la longitud del corte, pero seguramente fuese demasiado profundo.

Tenía que buscar una manera de desinfectar la herida y coserla, al menos para que cicatrizase más rápido. Quizá en la cocina hubiera algo, porque no me quería adentrar en esta casa.

Acto seguido me levanté rápidamente y observé hacia todos lados. Me fui desplazando por toda la cocina buscando alcohol o cualquier sustituto para desinfectar la herida y limpiarla. Me encontraba en un constante abrir y cerrar de armarios llenos de comida. Hasta que al abrir el último armario donde se supone que debía haber comida, este estaba lleno de medicamentos. Entre ellos alcohol y un paño. Pero no había rastro de hilo para coser, o una aguja.

Los cogí, y en un abrir y cerrar de ojos estaba agarrando la pierna de mi mejor amiga. Por un momento empecé a dudar sobre mis dotes como médico, ya que evidentemente no lo era. Pero después recordé aquella clase de ciencias en las que aprendimos primeros auxilios en caso de accidente. Y finalmente, con algo de miedo incliné la botella de alcohol.

-Voy a desinfectarte la herida, tienes que estarte quieta. -Dije intentando tranquilizarla tocando su cabello. A continuación vertí parte del contenido de la botella de plástico. Cuando el líquido tocó su piel esta soltó un grito ahogado y miró hacia arriba maldiciendo entre dientes.

-Aguanta, tengo que buscar suturas para poder coserte la herida. -Dije algo nervioso mientras deslizaba con delicadeza el paño sobre la herida, limpiando así la sangre que se hallaba en la superficie. Kassie miró hacia la puerta donde los muertos seguían intentando entrar. Supuse que no aguantaría mucho, pero lo que menos quería era que Kass tuviese uno de sus impulsos actuase aún con la pierna en tan mal estado.-Tranquila. No pueden entrar, ese mueble pesa demasiado. -Mentí. Esta asintió lentamente indicándome que me diera prisa.

NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora