Capitulo 2: Gatos de Viaje

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—¡¡¡Miiaauu!!! —gritó asustada.

Kate despertó sobresaltada con un sueño aterrador, una bestia negra del bosque de espinas la perseguía para devorarla. Su respiración agitada movía su pequeño pecho como un fuelle. Sus ojos verdes derramaron solo un par de lágrimas somnolientas antes de entender su situación. Soltó sus garras del sofá con cuidado de no rasgarlo.

—Santa Felinae... ¿Que diablos? ¿Donde estoy?

Esta no era su habitación, ni el orfanato. Era la casa de Vicente. Estaba acurrucada a la cálida manta, que tampoco era suya por cierto. Vio la espada reposada en la pared y recordó todo. El robo, el monstruo y la espada; y las terribles consecuencias de su nefasta acción. Inclusive, ahora que pensaba en ello, fue una estupidez total y casi empezó a reír.

Se pellizco con las garras la mano derecha. Y su expresión se ensombreció.

—¡Ay! No es un sueño —murmuró en voz baja y se acaricio la mano herida —. ¿Ahora que haré? No creo que... Pueda volver así como así.

Una brisa ligera entró por la ventana pesada y el sol dio de lleno en si cara. Apenas si logro cubrirse con su brazo. El sol que entraba era intenso, media mañana de seguro.

Se levantó y notó el lodo en sus botas viejas y gastadas, estaba muy sucia, su ropa harapienta, su pelaje enmarañado y su cabello aunque corto, era un autentico nido de pájaros.

Miró entonces el suelo limpio, casi sintió pena de tocarlo. Ya Vicente se había encargado de limpiar la madera oscura hasta que casi reflejara su rostro.

Unos pesados pasos se escucharon desde el piso de arriba. Kate volteó a velocidad de gato y observo atenta a las escaleras de de madera. Cada paso, un lamentable rechinido ante el peso del animal.

El gato gordo monocromático apareció pues bajando las escaleras. Traía la cara recién lavada y parece que había estado trasnochado. Lo cual era extraño en cierto modo. Además de eso, vestía diferente. No usaba su típico delantal con el que atendía el negocio. Traía una túnica larga abrigada de color verde oliva, atada con un gigantesco cinturón de hebilla metálica que parecía mas enfocado en ser utilizado en bueyes que en felinos, sobre este, dos cinturones mas de hebilla dorada hacían refuerzo, dos bolsillos a cada lado de los cinturones para dinero y otras cosillas, una bolsa pequeña de piezas de oro, pantalones holgados de cuero negro y un resistentes par botas de viaje del mismo color.

—Vicente —dijo Kate algo sorprendida. Este la miro con su inexpresiva cara de póquer.

—... —dijo sin decir y expresó sin palabras.

—Buenos días —saludó alegre bajando del sofá alto y ensuciando el piso en el proceso una vez mas.

—...

—¿Por que esa ropa?

—...

—¿Viajar? ¿Ahora?

—...

—Ya veo, la Capital Imperial. Entonces me voy, no le digas a nadie que me viste aquí

—...

—¿Por que debo esperar?

—...

—No te preocupes, no tengo hambre... Bueno si, un poco, pero yo resuelvo

—...

—No voy a robar.

—...

—Esta bien, si iba a hacerlo, pero...

La Isla de los Gatos (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora