Capítulo 5: Primera Vez.

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El campo abierto no les ofreció ni un pozo de agua hasta que llegaron a un pueblo, casi al amanecer. Tuvieron que mostrarle oro a un gato campesino para que no las trinchara, pues las confundió con un par de muertas vivientes.

Este pueblo de especializaba en el flores y plantas aromáticas. Así como hierba felina. Los habitantes eran ligeramente amables y ligeramente neuróticos. Depende de cómo les afecte la hierba.

En la pequeña posada del pueblo. Tenían un baño con una bañera de madera. Daniella le vio de reojo y con todas las dudas de quien toda su vida, había utilizado una tina de cobre, con su calentador y todo y esto, esto no era más que un tazón gigante de madera.

La gata rosa entró en el baño y cerró la puerta. La bañera estaba llena de agua nueva, como le había pedido —pagado— al dueño de la posada. Se desvistió con cuidado de no arrugar mucho su ropa. Había traído consigo una muda de ropa, su paño, que aún conservaba el agradable olor a flores del perfume que le ponía. Su jabón. El olor le recordaba a casa, a pesar de que se había ido ayer.

Estaba empezando a extrañar todas sus comodidades. Pero si este era el sacrificio que debía hacer por cumplir su sueño, era un pequeño precio en comparación. Ser una verdadera hechicera.

Puso su dedo en el agua, el pelaje se le erizó. Estaba bien fría. Miró el agua y pensó en un plan tonto. Como hacer semejante tontería. Volvió a tocar el agua.

—Santa Felinae —exclamó. Estaba demasiado fría.

Extendió sus manos. Hizo movimientos circulares y murmuró una palabra. Creó un círculo mágico en blanco. La base de cualquier conjuro para los principiantes. Dibujo símbolos rápidos con sus dedos. Los símbolos del fuego.

Hizo un esfuerzo por rememorar las palabras correctas.

—Ignos. Pyraz. Flamia. Burno.

El círculo se volvió naranja fuego. Éxito. Hizo otro movimiento circular y condensó el círculo en una esfera de fuego en la palma de su pata. Lentamente la dejo caer en el agua.

— ¡¿Eso es magia?! —preguntó Kate detrás de ella.

Daniella soltó un chillido de terror. La esfera de fuego se desestabilizó y...

¡KABOOM!

El agua estaba caliente. Daniella se había hundido hasta el cuello en el agua y esquivaba la mirada de Kate. La gata blanca no parecía tan incómoda como ella. La gata rosa no dijo nada cuando apareció allí, ni cuando se metió en "su" bañera.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Daniella con voz ligeramente temblorosa.

—Me doy un baño.

— ¿Pero por qué ahora? Conmigo.

— ¿Qué? No entiendo ¿Que no todos se bañan en grupo? Yo soy una chica, tú también ¿Qué tiene de malo?

—Que quiero privacidad. Y no. Los gatos normales se bañan solos ¿Qué clase de persona puede hacer eso?

—Ah ya... Pero el agua esta agradable ¿Eso era magia?

—Sí, magia básica, es un hechizo para calentar condensado en una esfera.

—Genial, hace poco conocí a una bruja. Ella no hace esos complicados pasos, solo, hace magia.

—La abreviación de hechizos es una habilidad que se toma con los años y la práctica. Yo no tengo mucha de ambas. Pero se abreviar dos hechizos al menos.

— ¿Dónde aprendiste eso?

—Sola –dijo bajando la mirada. Al volver a Kate, sus ojos pedían a gritos una historia –. Veras, mi madre era una hechicera. Una muy poderosa. Ella acompaño a la Capitana Fortune en la Cruzada contra el Necrodragón.

La Isla de los Gatos (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora