I can't fight this feeling [Harringrove]

Final

Su viaje había finalizado y ya se encontraban en California. 

Steve y Billy estarían allá hasta un día antes de año nuevo porque si o si lo pasarían en Hawkins junto a su pequeño.

Steve le ofreció dinero a Cyndi para que fuera la niñera de Tom por esos días, ella era confiable aunque Joyce se molestó al respecto porque no tendría problema alguno con cuidar a su sobrino, pero Billy y Steve no querían abusar de su buena voluntad.

Billy hace mucho tiempo había planeado llevar a su novio a California, desde que Steve le contó acerca de las vacaciones que pasó con sus padres.

Quería tener un poco de privacidad con su novio Steve.

Quería pedirle matrimonio aunque no se pudiera hacer legalmente, pero decidió con algo simbólico nada más.

Algo que resultara especial para su chico.

Lo primero que pensó fue en una carta pero esa idea se esfumó de sus pensamientos, demasiado cliché.

Después pensó en quizás algo hecho a mano, como la cajita que le regaló en su mesiversario, pero demasiado repetitivo.

Luego tuvo una idea perfecta.

A Steve le encanta hacer picnics y obviamente le encanta la playa y ahora que mejor que estar en California.

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Steve se encontraba tomando una siesta en el hotel debido a que el viaje fue un poco agotador. Sin embargo, Billy le dejó una nota al lado de la cama diciéndole que él se encontraba en la playa esperándolo.

La dejó junto a la alarma, porque conociendo a Steve probablemente dormiría toda la tarde y dejaría plantado a Billy.

En cambio, Billy configuró la alarma para que esta sonara a las 7 pm y Steve estuviera puntual.

Billy tenía todo listo y solo faltaba la presencia de Steve.

Steve había despertado por el sonido de la alarma, abrió los ojos de apoco y se dio cuenta que Billy no estaba allí.

Vio aquella nota junto al despertador y sintió nostalgia por la sorpresa que Billy le había preparado para pedirle que fuera su novio.

No pudo evitar sonreír al recordarlo.

Apenas leyó la nota "te espero en la playa", sintió emoción y fue rápidamente al baño a lavarse la cara y peinar su cabello.

Bajó casi corriendo del hotel y se dispuso a caminar por la arena.

Apenas vio a su novio se alegró y caminó hacía él. Billy lo estaba esperando.

—Te dignaste a despertar, Harrington.

—¿Por qué pusiste la alarma?, quería seguir durmiendo- respondió con un puchero.

—Después de ver la sorpresa que te tengo, dudo mucho que quisieras seguir durmiendo.

—¿Sorpresa?– preguntó confundido- pensé que iríamos a cenar.

—Por Dios, Harrington, solo piensas en comer.

Billy entrelazó sus manos y comenzó a caminar con Steve sobre la arena.

El sol ya se estaba ocultando poco a poco y para los ojos de Billy todo era perfecto si tenía al amor de su vida junto a él.

Steve estaba feliz, y la felicidad que sentía en ese momento se notaba en su mirada, estaba impresionado por lo que Billy había hecho por él.

Cada vez se sentía más afortunado por tener a alguien como Billy a su lado.

—¿Te gusta?

—Me encanta, esto es m-muy lindo- su voz se escuchó entre cortada.

Billy solo lo abrazó e hizo que se sentara encima de la manta para no quedar lleno de arena.

Abrió la botella de vino y brindaron.

—Por nosotros– lo miró a los ojos y acercó su copa hacía la de Steve

—Por nosotros.

Estuvieron un largo rato conversando acerca de la vida y diciendo lo mucho que extrañaban a Tom.

Porque definitivamente lo hacían.

Se habían acostumbrado mucho a la presencia de su hijo aunque eso no les afectaba en nada, simplemente hacía falta un tiempo a solas para los dos.

De pronto, Billy notó que ya era tiempo de concluir con su sorpresa.

Se sentía nervioso pero ya estaba preparado.

Sacó de la canasta dos corbatínes negros y uno se lo entregó a Steve.

Steve no entendía.

—¿Para qué es esto?– preguntó con el corbatín en sus manos.

—Solo pontelo, Harrington– rió Billy.

Steve estaba confundido y enseguida se colocó el corbatín en el cuello mientras miraba a Billy hacer lo mismo.

Billy metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando una pequeña cajita.

La abrió dejando ver dos hermosas argollas.

Steve estaba realmente en shock.

—Ya que no podemos casarnos legalmente, preferí hacer esto más original que firmar un estúpido papel.

Los ojos de Steve se llenaron de lágrimas y las palabras no le salían.

—Me refiero a que un papel cualquiera no demuestra todo el amor que siento por ti, Harrington.

—Por Dios, Billy, me hiciste llorar– las lágrimas empezaban a recorrer las mejillas de Steve.

Billy lo abrazó mientras reía.

—Steve Harrington, ¿Aceptas a Billy Hargrove como tu esposo, para amarlo, respetarlo y seguir amándolo obviamente, que sean viejos y estén llenos de arrugas hasta que la muerte los separe?– dijo Billy con una argolla en sus manos mirando a Steve.

—Acepto– respondió Steve con una sonrisa en su rostro.

—Ahora te toca a ti preguntarme– exclamó Billy con cierta emoción.

Steve tomó la otra argolla.

—Billy Hargrove, ¿aceptas al rey Steve como tu esposo, para amarlo, respetarlo y seguir amándolo el resto de tus días y aguantar sus cantos mañaneros cada vez que en la radio pongan sus canciones favoritas, las escenas de celos y sus llantos cada vez que ven películas tristes?

—Acepto, acepto, acepto y acepto mil veces más.

—Puede besar al novio.