« Y dime, ¿me estás extrañando de la forma
en que te extraño hoy?
Dime, ¿puedes oírme?
Oh, estoy pensando en ti, pensando en ti. »
Haechan se pasea frente al otro chico vistiendo una adorable faldita rosa de cuero a juego con un suéter blanco que se ciñe deliciosamente bien a su cintura y unas medias de red que abrazan sus hermosas piernas haciéndolas lucir aun más atractivas.
Después de un buen rato mirándolo, Mark finalmente lo toma de la cintura y lo jala hacia él.
Acaricia lentamente sus caderas, traza una línea recta sobre su cuello con la lengua y Haechan sólo está calladito... tal y como le gusta a ese canadiense.
El moreno muerde su labio y se separa para comenzar a frotarse contra él. Poco le importa estar en medio de la cocina. Hace expresiones perfectas, muecas que mandan la cordura de Mark al carajo.
Hachean se sube a la barra donde suele desayunar, para después hacerle señas a Mark, indicándole que se acerque.
El pensamiento incómodo de saber que Haechan ya estuvo con mucha gente como para tener semejante experiencia le dura poco, pues el pelirrojo frente a él está deshaciéndose de su suéter, mientras le envía una mirada de predador animal.
Mark siente que debería retractarse y ser un niño bueno, pero las prendas superiores de su acompañante están ya en el suelo y por el infierno que le encanta lo que está viendo.
Donghyuck es un descarado. No está tomándose molestias románticas ni nada por el estilo. Sabe que Mark lo está mirando y pasa las manos obscenamente por su torso, delineando su propio vientre hacia la pretina de la faldita.
Mark lo mira con la boca entre abierta, levantando una ceja. Está duro y locamente excitado, hasta el exceso.
El mayor sabe que Mark saca lo peor de él, su lado más promiscuo y le encanta saber el poder que tiene sobre el cuerpo del castaño.
Haechan está recargado en la trave que sostiene la barra de la cocina mientras Mark sigue inmóvil, a unos pasos de distancia.
Cuando Haechan jala su propia falda, Mark distingue un tatuaje en la ingle del contrario. Puede divisar apenas la forma, pero no puede asegurar nada. Su vista está parcialmente nublada por el placer que siente sólo por ver la afilada mirada de Haechan sobre él. No obstante, el mayor decide dejar la falda en su lugar.
— Deberías comenzar a desnudarte, porque yo no voy a hacerlo.— le interrumpe el otro, sacándolo de su ensoñación.
Mark desabotona torpemente el suéter del uniforme de la preparatoria y no quiere detenerse demasiado, pero se paraliza cuando ve que Donghyuck está levantando la faldita, permitiéndole ver que no lleva ropa interior y como obsequio extra, un liguero muy femenino, pero no por eso menos sexy.
Una punzada de anticipación recorre el vientre de Mark cuando fija su vista en los pezones perforados del chico pelirrojo, que gatea hacia él sobre la barra de la cocina y se detiene cuando está muy cerca de la orilla del mismo.
Mark realmente está a punto de enredarse con el hombre que lleva semanas haciéndolo babear.
Contoneándose, Haechan levanta su prenda inferior para revelar su pene erguido y listo, repasado por la mano del moreno, esparciendo sus fluidos.
— Dulzura, estás tardando mucho.— le dice el pelirrojo una vez más al canadiense, bajando de la barra y parándose frente al chico que le mira con adoración.
Haechan, sin mucho cuidado, tira del uniforme de Mark y los botones salen disparados en todas direcciones. Repite la misma acción con la camisa y ésta se rasga en varias partes. El canadiense se preocupa un poco, pues su uniforme ha sido arruinado, pero el pensamiento se va cuando siente una de las manos del mayor entrar con maestría en su pantalón.
Sabe que hay un círculo de presemen formado en su ropa interior, pero ya no le importa, pues está concentrado en el placer que Haechan le regala al frotarle con tanto ímpetu.
Mark siente que va a desfallecer en cualquier momento cuando el moreno le toma por las muñecas, inmovilizándolas y lo besa dulce, lento, provocativo. El primer gemido escapa de la boca de Mark y Donghyuck está sonriendo, siendo consciente de lo que hace.
El chico del tatuaje no tiene piedad del adolescente y tampoco está muy interesado en ser suave. Quiere corromperlo.
Haechan desciende lentamente por el cuello y recorre una de las clavículas, hasta llegar a uno de sus hombros y morderlo.
Mark siente que es demasiado pero no puede detenerlo. Le excita ser tratado así, como si fuera un maldito objeto. No sabe de donde ha salido ese lado ridículamente sumiso, pero desde que conoció a Haechan, hay muchas cosas que no sabe.
El chico mayor guía a Mark para sentarse en una silla del pequeño comedor y se sienta en sus piernas, lamiendo su oreja y jalando su cabello de pronto. Lo besa, asegurándose de introducir bien la lengua en la cavidad del canadiense.
Mark está a medio vestir. El suéter está botado a la mitad del lugar, pero su blanca camisa aún se encuentra mal puesta y enrollada en sus brazos.
Sus pantalones están a la altura de sus tobillos, aunque no se dio cuenta cuando llegaron ahí. Los bóxers son la única prenda que no está rasgada, pero no pasa mucho tiempo hasta que Haechan se levanta y los desliza suavemente.
El mayor queda arrodillado frente a él y Mark está simplemente inmóvil. La vista de Haechan vistiendo esa delicada prenda femenina es por sí misma el cielo; le excita a niveles que nunca antes había experimentado.
El pelirrojo termina de bajar a los tobillos la ropa interior del adolescente y se apresura a levantarse sin despegar su mirada de la inexperta vista del mismo.
Gloriosamente parado frente a él, está Lee Donghyuck, -ese chico de universidad con el que no ha dejado de fantasear desde que se conocieron-, dándole una mirada sexy mientras levanta la falda y la deja en esa posición.
Sin preparación, se sienta una vez más encima de Mark, penetrándose. El grito desgarrador que suelta le hace saber al adolescente que le gusta y se siente orgulloso, sin embargo, antes de siquiera poder mover las caderas, su orgasmo le abruma, soltando el semen a pequeños chorros.
La humedad resulta incómoda; entonces, Mark despierta.
Solo en su habitación, sonrojado, acelerado, levanta las cobijas para encontrarse con su pantalón de pijama manchado como evidencia del sueño húmedo más intenso que ha tenido en su vida.
Apretando los ojos, se levanta de la cama para cambiar su ropa, profundamente avergonzado por tener pensamientos tan obscenos con el novio de su hermano mayor.
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Wuuu a que no esperaban actualización jaja.
Esto continúa porque continúa.Gracias infinitas por los 2.2K de lecturas y aprovechando; dicen por ahí, no hay publicidad mala xd pásense por mis otras historias; ojalá encuentren algo de su agrado.
Gracias por leer🧡.
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Kinktober 🎀 NCT
Random«𝒮𝒾𝑒𝓉𝑒 𝓈𝑜𝓃 𝓁𝑜𝓈 𝓅𝑒𝒸𝒶𝒹𝑜𝓈 𝒸𝑜𝓂𝑒𝓉𝒾𝒹𝑜𝓈. 𝒮𝓊𝓂𝒶𝓃 𝑜𝒸𝒽𝑜 𝒸𝑜𝓃𝓂𝒾𝑔𝑜, 𝓃𝓊𝑒𝓋𝑒 𝓁𝑜𝓈 𝓆𝓊𝑒 𝓉𝑒 𝒸𝑜𝒷𝓇𝑜, 𝓂𝒶𝓈 𝒹𝑒 𝒹𝒾𝑒𝓏 𝒽𝑒 𝓈𝑒𝓃𝓉𝒾𝒹𝑜.» Colección de one shots / drabbles inspirados en distintos fetiches...