«Tengo esta cosa
Te va a volar la cabeza
Tirando de la cuerda
Ayudándote a relajarte.»
— Shhh... Tranquilo. — Mark susurra al oído de Haechan, quien trata duramente de tragarse sus gemidos.
Mark es su jefe desde unos meses atrás. Donghyuck no sabe a ciencia cierta cómo fue que terminó enredándose en un peligroso juego con el hombre extranjero, sólo sabe que le encanta.
El pelinegro está tomando su miembro entre sus dedos, acariciándolo con un ímpetu impresionante, haciendo que Haechan esté sobre estimulado, prácticamente hasta el exceso, sentado sobre el escritorio de su jefe, con los pantalones llegando hasta sus tobillos.
— Te recuerdo que estamos en mi oficina. — susurra, mordiendo la oreja derecha del moreno, quien suspira pesadamente.— Si haces ruido, cualquiera se va a dar cuenta... Y no queremos eso ¿verdad que no?
Haechan continúa retorciéndose, callando su aguda voz.— N...no...— el mayor sonríe de forma socarrona. El moreno derrama un par de lágrimas por el placer y el enorme esfuerzo que le representa quedarse callado. Sus nudillos se han vuelto blancos por la fuerza con la que se aferra al filo del mueble de madera.
— Así es, buen niño.— Mark acaricia el glande con su pulgar, tomando el líquido preseminal como lubricante para hacer más fácil el deslizamiento de su mano en el pene de su asistente. — ¿Quieres terminar? — pregunta, aún sabiendo la respuesta a la perfección.
A Donghyuck le falta el aire, está hipando. — Sí... Mark, por favor, ya...— habla pausadamente, logrando apenas hilar algunas palabras para que formen una oración coherente — Ya no aguanto...
Su jefe, con las mangas de la camisa formal arremangadas hacia el antebrazo y todo sudoroso, aumenta el movimiento de su muñeca a lo largo de su pene, haciendo que Haechan gima. — No, no. Si gimes, no te dejaré terminar.— le dice, poniendo el dedo índice de su mano libre sobre los labios rosas de su amante.
Haechan desliza la punta de su lengua sobre el dedo de la blanca y varonil mano de su jefe.— Cunado hablas de esa manera.... a-ah... No me pidas ser silencioso. Me mmm... Encantas...— susurra, tomando por la corbata a Mark, quien no descuida la tarea de masturbarlo.
El beso se alarga de más. Donghyuck olvida aferrarse al escritorio para deslizar sus manos hacia arriba por el torso del hombre mayor, hasta que sus manos se depositan por detrás del blanco cuello.
La lengua de Mark lame ligeramente sus rosados labios, sin atreverse a entrar; sin embargo, el contacto por sí solo es sumamente ruidoso y ayuda a Haechan disimular sus gemidos, aunque aun así el canadiense puede distinguir los pesados "Mmm" de su amante.
Cuando se separan, Haechan conserva los ojos cerrados, mientras el pelinegro le susurra por debajo de la oreja. — Pude escuchar tus gemidos igual...— detiene el movimiento de su mano sobre el necesitado miembro del menor.
Donghyuck le suelta para aferrarse de nuevo al escritorio. — Prometo guardar silencio... solo...— muerde sus labios al sentir la muñeca de Mark creando una perfecta fricción para luego enfocarse en la cabeza de su pene.
La zurda del mayor se coloca en su boca para silenciarle, mientras la contraria continúa dándole atención.
No necesita muchas caricias más para por fin venirse, manchando la mano de Mark y salpicando un poco su propio pantalón sastre negro.
Mark no retira la mano de la boca contraria y se acerca a su rostro. Le mira fijamente a los ojos, mientras el moreno trata de regular su respiración.
Los ojos oscuros de Mark se clavan en lo más profundo de su alma, como si quisiera adivinar lo que piensa después de haber tenido un orgasmo. — Me encanta el brillo de tus ojos después de correrte; me encantan tus mejillas rojas y que tu cabello esté tan desordenado... Igual me excita mucho ver los rastros de lágrimas entre tus pestañas...
Haechan se queda sin palabras después de la confesión de Mark.
Aun cuando el más pálido ha retirado la mano de sus labios, Haechan no puede responder. Prefiere mirar hacia un lado.
— Deberías subir tus pantalones y ver cómo cubrir esa mancha.— dice su jefe, depositando un ligero beso en sus labios, para luego alejarse y dirigirse al sanitario privado de su oficina para lavar sus manos. Se detiene en el marco de la puerta; habla con la voz un poco más ronca de lo normal. — Aún tenemos que practicar que seas más silencioso... Un día de estos mi novio podría escucharnos.
• • •
Jejeje. Regreso después de un tiempo.
Terminaré el reto, eso lo puedo asegurar, pero tengo una carrera universitaria que sacar a flote :c
Gracias por leer🧡.
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Kinktober 🎀 NCT
De Todo«𝒮𝒾𝑒𝓉𝑒 𝓈𝑜𝓃 𝓁𝑜𝓈 𝓅𝑒𝒸𝒶𝒹𝑜𝓈 𝒸𝑜𝓂𝑒𝓉𝒾𝒹𝑜𝓈. 𝒮𝓊𝓂𝒶𝓃 𝑜𝒸𝒽𝑜 𝒸𝑜𝓃𝓂𝒾𝑔𝑜, 𝓃𝓊𝑒𝓋𝑒 𝓁𝑜𝓈 𝓆𝓊𝑒 𝓉𝑒 𝒸𝑜𝒷𝓇𝑜, 𝓂𝒶𝓈 𝒹𝑒 𝒹𝒾𝑒𝓏 𝒽𝑒 𝓈𝑒𝓃𝓉𝒾𝒹𝑜.» Colección de one shots / drabbles inspirados en distintos fetiches...