Capítulo 1

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"La vida es sufrir.
Sobrevivir es encontrar algún sentido en el sufrimiento."—Friedrich Nietzsche 

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El frío viento chocaba contra mi cara,agitando mi larga cabellera negra,mi piel pálida había adquirido un tono rojizo debido al tiempo frío que presentaba el día de hoy.

Acomode mejor la bufanda roja que rodeaba mi cuello en un intento de mantener un poco de calor ante las inclemencias del clima.

Había escuchado que hoy por la noche caería una tormenta y mientras más pasaban las horas más incrementaría el frío,pero mi jefe decidió que hoy tenía que trabajar ya que una de las meseras se había reportado enferma logrando que mi día libre se esfumara,pero siendo sincera prefería salir de la casa para que durante unas horas pudiera respirar libre,sin preocupaciones,sin dolor o angustia a lo que pudiera pasar.Pero claramente las condiciones climatológicas no eran las mejores para salir a la calle; al menos me sentía mejor al ver a unas cuantas personas merodeando por los alrededores al igual que yo.

Me encontraba a una cuadra de llegar a la cafetería,ya ansiaba poder estar rodeada del calor de la cocina y el aroma delicioso de todos los platillos.

Sin darme cuenta estaba ya dentro de la cafetería,el piso era de cuadros blancos con negros;las mesas metálicas tenían forma cuadrada,había dos secciones, unas pegadas a las amplias ventanas donde se apreciaban los altos edificios de la ciudad, las otras mesas se encontraban al centro de la cafetería y junto a ellas unas sillas con respaldos tapizados de tela azul y blanca, al igual que en la primera sección de mesas junto a las ventanas,pero la diferencia era que en ese lugar había sillones para centrarse en vez de las sillas.Frente a las mesas del centro estaba una larga barra metálica junto a seis taburetes para que más clientes se pudieran sentar; atrás de la barra había cafeteras,servilleteros,saleros,bandejas para llevar los pedidos y otros instrumentos necesarios para que los clientes tuvieran lo necesario mientras comían; también había una puerta metálica que conducía a la cocina. Era una cafetería que intentaba asemejar lo más posible a una cafetería de los años 80's.

Camine a la parte de atrás donde se encontraban los vestidores,abrí mi casillero, saqué la falda negra y camisa blanca de manga larga junto con el mandil rosa que ataba a mi cadera. Me cerciore de que no hubiera nadie en los vestidores para empezar a cambiarme,no quería que nadie viera lo que yo tenía que ver cada día,cada vez que me miraba al espejo,aquello que tantos prejuicios y recuerdos traían a mi mente.

No quería que alguien más viera lo que tanto intentaba ocultar, cada día tenía miedo de que alguien posará sus ojos sobre mi cuerpo y hiciera preguntas que no sabría cómo contestar.

Durante toda mi vida nunca fui una niña muy sociable,era tímida, pero cuando mi vida cambió, la timidez se incrementó,mis inseguridades crecieron por lo que nunca me acercaba a las personas que estaba a mi alrededor,aunque ellas intentarán hablar con migo; por lo que durante mi trabajo en la cafetería solo hablaba lo más necesario posible,no convivía con nadie más,a nadie conocía y nadie sabía algo sobre mi.

Al terminar de vestirme salí de los vestidores para dirigirme a una mesa donde observé a una pareja de aproximadamente mi edad. En algunas ocasiones observaba cómo la gente pasaba por la cafetería,veía que algunas iban acompañadas y otras no.

Solía mirar más detenidamente a aquellas personas que venían acompañadas,veía como se reían entre todos por alguna broma y deseaba poder ser como ellos,poderme reír de alguna anécdota que algún amigo contara o incluso deseaba experimentar la emoción que se sentía tener una cita,quería tener una vida normal,hacer cosas que la gente de mi edad hace, pero en cambio me encontraba trabajando en el turno de la tarde de una cafetería temática.

A mis cortos dieciséis años había comprendido que la vida no es lo que uno espera,para algunos es alegría y caprichos,pero siempre hay dos caras de la misma moneda,mientras que la vida de unos era favorecida para otras personas era lo más dura posible,constantemente estaban en un estado de dolor y yo era una de las tantas personas que sufrían sin haber hecho nada a nadie.

Se dice que deseamos lo que no tenemos y yo había comprobado que ese dicho era real,yo deseaba tener una vida normal,una en la que no tuviera la necesidad de trabajar o tener miedo constante,pero no todo en esta vida se puede,esta es la vida que me tocó vivir e intentaría soportarla lo mejor posible.

Regresé a la realidad y comencé a atender las mesas de los clientes que iban llegando, revisaba constantemente que no necesitarán nada más aquellos que ya había atendido,lo último que quería era problemas con mi jefe,aunque normalmente era un señor muy amable intentaba no cruzarme mucho con él por temor de que en algún momento por arte del destino,magia o incluso la mala suerte se diera cuenta de que había mentido en la solicitud de trabajo respecto a mi edad;para él era una chica de dieciocho años intentando pagar sus estudios de una manera honrada.

Camine hacia la mesa que ocupaba una familia,la esposa y el esposo se veían fijamente mientras reían de su plática, en sus ojos podía ver un brillo especial,un brillo que solo era dirigido entre ellos,era el brillo del amor que se profesaban mutuamente; los dos niños con los que compartían la mesa llamaron su atención,rompiendo su momento de miradas,vi como la madre de los pequeños los miraba con cariño al igual que su padre;por un momento me pregunté qué se sentiría tener una familia así,hace años que la mía se había perdido en la oscuridad y apenas recordaba lo que eran los gestos cariñosos de mi madre o los besos de buenas noches de mi padre.

Nuestras  cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora