Removí el vendaje improvisado que rodeaba mi mano para ver la herida que me provoque al sujetar los bordes afilados del cacho de espejo. La herida no tenía muy buena pinta, las orillas tenían un tono rojizo y aún no parecía estar cicatrizando; pues la carne visible aún estaba fresca,como si me hubiera cortado recién. Y peor aún era que me ardía algunas veces y de ella salía un líquido amarillento. Aunque me preocupaba por su aspecto tenía cosas más importantes a las que ponerles atención, así que decidí volver a cubrirla con el cacho de tela que había desgarrado de una blusa días atrás.
Ya habían pasado un par de días desde que había dejado que Mark se desangrara en el piso del baño; durante este tiempo me había quedado en las calles, no tenía otro lugar a dónde ir tenía miedo de que un día la policía encontrará el cuerpo de Mark y me buscarán, para arrestarme por causar su muerte, así que me quedaba vagando por las calles de la ciudad durante el día y por las noches buscaba algunos callejones o bancas de los parques cercanos para poder dormir.
Algunas noches el frío era tanto que no lograba dormir por el castaño de mis dientes. Aunque el quedarme despierta significaba no tener pesadillas, ya que desde el momento en el que huí las pesadillas se presentaban cada vez que cerraba los ojos. No tenía dinero para ir a un hotel ni para comida; buscaba en los basureros de los callejones algunas sobras de comida.
Mi aspecto era descuidado, mi cabello estaba grasoso por la falta de limpieza, en mi cara se podían ver algunas manchas de mugre por dormir en la calle y mi ropa estaba sucia, llena de tierra y polvo.
La noche ya había caído,las luces de los edificios y los faroles era lo único que alumbraban las calles, el viento soplaba fuertemente. Me encontraba en un callejón detrás de un restaurante buscando entre los contenedores algo de comida, el delicioso aroma que salía por una pequeña ventana hacia que mi estómago protestará por la falta de comida; desde la mañana del día anterior no había podido conseguir nada que comer. El ruido de algunas voces se escuchó atrás de una puerta que estaba al lado del contenedor, rápidamente dejé mi labor para agacharme tras el costado del mismo contenedor para que nadie me pudiera ver. Escuché como algo era arrojado al contenedor de basura y el sonido de las voces de dos personas platicando. Pasó un rato y por fin escuche como los pasos se dirigían a la puerta, posteriormente el sonido de la puerta siendo abierta y cerrada llegó a mis oídos, lentamente me asome para comprobar que no hubiera nadie más en el calle y al ver que no había nadie más salí de mi escondite, volvía abrir el contenedor de basura para ver una bolsa blanca, supuse que era lo que habían tirado las personas que salieron, la saqué del contenedor y la abrí para ver qué era lo que tenía,dentro de ella había restos de lechuga, algo de espagueti y una pieza de pollo a medio comer, en cuanto lo vi de me hizo agua la vaca y me dispuse a comer pero sentí un dolor en la palma de la mano,justo en la herida, no quise darle importancia y seguí comiendo los restos que había encontrado.
Al termina de comer seguí mi camino en busca de un lugar donde pasar la noche, parecía como si el frío se hubiera incrementado, pero a pesar del frío mi cuerpo se sentía calienten, el cansancio me invadió, sentía que no podía dar un paso más y como pude llegue a un callejón, la vista se me empezó a nublar y sin más me deje llevar por la inconciencia total
***
Abrí los ojos y todo lo que pude ver a mi alrededor era oscuridad, decidí caminar entre la penumbra en busca de algo que me indicara donde estaba, pero todo era oscuridad, a la lejanía vi un lugar alumbrado, me dirigí ahí, cuando llegué lo primero que vi fue un charco de sangre.
Confundida y asustada intenté mirar en busca de la persona que estaba lastimada, pude ver la silueta de un hombre dándome la espalda, camine a donde se encontraba y levanté mi mano para tocar su hombre pero noté que mi mano estaba cubierta de sangre, dirigí mi vista a mis manos y observe que en ellas escurría el líquido espeso y carmesí que antes había visto en un charco.
—Tu me mataste —un susurro se escuchó entre el lúgubre silencio que inundaba el lugar.
El hombre desconocido que estaba frente a mí se volteó y pude vislumbrar su cara, era Mark, pero tenía un aspecto decadente, su piel había adquirido un tonalidad más pálida, en su cara se podían apreciar lo que parecían pequeños cortes, en algunos de ellos se podían notar la aparición de larvas. A la altura de su abdomen podría apreciarlo las manchas de sangre y la herida que le había causado con el cacho de cristal todavía abierta.
Me lleve una mano a la boca para evitar que soltara un grito pero no me acordarme que la tenía manchada de sangre. Ver el estado en el que Mark se encontraba me había dejado atónita y más asustada de lo que estaba. Mark levantó su brazo derecho con un poco de dificultad y rigidez, con su dedo índice me señaló.
—Eres una asesina.
—No lo soy —dije en un susurro apenas audible.
—Me mataste —bajo su brazo y comenzó a caminar a mi alrededor— ¿Cómo puedes vivir sabiendo que me asesinaste? —su pregunta hizo que toda la sangre de mi cuerpo se helara— ¿Te arrepientes? —no sabía que contestar, durante años había soportado el maltrato de mi madre y después el maltrato de Mark, pero no sabía cómo sentirme al saber que yo había arrebatado una vida—. Durante el resto de tu vida te consumirá la culpa —en un segundo Mark se abalanzó sobre mí, no sabía que iba a pasar por lo que solo cerré mis ojos volviendo a la oscuridad.
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Nuestras cicatrices
Teen FictionCuando somos niños nadie nos dice lo dificil y dura que puede ser la vida. Yo tuve que aprender esa lección de la peor manera. Mi vida era un infierno constante, el dolor y el sufrimiento siempre estaban presentes. Llegó un momento cuando comencé a...