Milady

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Los alaridos de dolor de la elfa Sindar resonaron en todos los salones del bosque cuando uno de los curanderos silvanos intentó regresar la fibula del tobillo de Morwenna a su lugar.

En cuestión de minutos, Oropher ingresó en la enfermería dando un sonoro portazo y echó a todos los elfos a los gritos. En el lugar solo permanecieron los miembros de la familia real. Liswen se sentía completamente apenada y avergonzada por la situación a la que había expuesto a su cuñada, pero aunque intentó abandonar la habitación como los demás, Thranduil se lo impidió. En su lugar, el príncipe le pidió que sostuviera la cabeza de su hermana y le hiciera morder una cuchara de madera mientras él intentaba solucionar el desastre de su pie torcido.

—Morwe... No te mentiré, esto dolerá, pero será rápido. —advirtió el Sindar mientras su padre sostenía la otra pierna de la princesa para evitar que lo pateara por reflejo—. Bien... Aquí vamos. 

Thranduil tomó el talón y metatarso del pie de su hermana con ambas manos y contó hasta tres. Con un enérgico movimiento seco de rotación, acomodó el hueso de su tobillo y sostuvo con fuerza el pie unos segundos después de escuchar el chasquido de su fibula y el grito furioso que su hermana propinó entre dientes mordiendo la cuchara de madera con fuerza.

—Habrá que vendarla. —aconsejó a su padre sin soltar el pie. Oropher asintió rápido y se apresuró a buscar los elementos necesarios. Mientras lo hacía, Liswen levantó la vista a su esposo y se encontró con la mirada más gélida que Thranduil le propinaría nunca—. ¿Qué hacían solas en el bosque? —indagó con un tono aplomado que no sonó convincente siquiera para él. Estaba furioso pero no discutiría frente a su padre y Morwenna; la pobre ya había tenido demasiado.

—Recolectábamos nueces cuando nos vimos sorprendidas por el mensajero, ya te lo expliqué. Morwe pisó una rama ligera, esta se partió y cayó. —mintió. Liswen no había podido resolver la situación sola, pero al menos había podido poner a resguardo a las elfas de la corte acordando con Morwenna que la versión que mantendrían sería la que solo contemplara a ellas dos en el bosque. No quería causarle problemas a las demás, ni admitir que las otras doncellas estaban tomando clases o el castigo sería severo para todas.

Oropher regresó con las vendas y Thranduil se dispuso a colocarlas alrededor del tobillo de su hermana.

En Eregion, Lindir llevaba varios días sin dormir, internado entre polvo y hojas amarillentas rastreando el paradero del libro de Elros en la biblioteca de la capital. Entre todo lo negativo del cansancio y la intriga al no encontrar ni una pista, al menos había una situación que lo reconfortaba y era que su rechoncho gato dormitaba sobre una mesa de pergaminos haciéndole compañía.

Largos días habían pasado desde que el concilio tuviera lugar, donde Celeborn había hecho firmar un consentimiento entre los representantes de Oropher en el Gran Bosque Verde y los de Gil-Galad en Lindon para mantener a Eregion como la ciudad que serviría de lazo informativo entre ambas regiones. Así además, se aseguraría de contar con el apoyo de ambos reinos en caso de un inminente ataque. En la misma reunión, Lady Galadriel había propuesto mantenerse alerta debido a los rumores que circulaban por esas tierras, los cuales advertían de un posible alzamiento de fuerzas del mal. Todos habían llegado al acuerdo de informar de cualquier movimiento sospechoso, por lo que Narbeth inició comentando el ataque de huargos que habían sufrido de camino a Eregion. Elrond, por su parte, expuso los sentimientos de Lindir sobre cómo el tiempo en Lindon parecía estar aconteciendo con lentitud... Todo a los lados del Golfo de Lhún parecía estar perdiendo velocidad... Eso no podía ser otra cosa más que un mensaje de la naturaleza incitándolos a estar expectantes ante tiempos oscuros.  

Mientras había estado allí sentado escuchando a los demás elfos, la vibrante voz de la dama del concilio había inundado su cabeza y se había visto forzado a mirarla a los ojos, desviando su atención de todo lo demás.

Hasta el fin de los días, Morwenna | #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora