Capítulo 24

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La tía anunció que regresaba a Chicago y los chicos también regresaban. Candy bajó la cabeza no quería que la vieran llorando.
Pidió disculpas y se retiró a su habitación. Los demás estaban en silencio después que salió del comedor.

Albert se disculpó y fue a buscar a Candy la encontró sentada con la mirada perdida al jardín.

-Pequeña, sabes que eres mucho mas linda cuando ríes que cuando lloras.
Candy se volteó y corrió a los brazos de su esposo.
-Albert...no quiero que te vayas.

-Candy amor sabes que debo regresar no me iré hasta que la tía esté en Chicago con los chicos y debo dar un tiempo prudencial para regresar.
Albert la besó y luego le dijo que no regresaría solo.

Candy no comprendía a su esposo.
-Amor yo regresaré a Chicago con George y ver cómo están los negocios. Además viajarás un mes después junto con tu padre y abuelos.

Al escuchar la noticia Candy abrazó a Albert y lo besó. Albert la alzó y daban vueltas.

-¡Oh Albert soy la mujer mas feliz..! Te amo tanto mi príncipe.

Albert sonreía al ver a su mujer feliz. Sabía lo que les esperaba en Chicago; pero lo enfrentarían juntos. Y no sólo ellos se enfrentarían a los Leagan era toda la familia quienes los enfrentarían.

La tía se despidió de Candy y prometió escribirle en cuanto llegara a Chicago. Le pidió llevarle una carta a la señorita Ponny.
La tía le prometió que en cuanto llegara la entregaría personalmente y de ahí le enviaría una carta.
Los Britter y O'Bryen se despidieron de Candy y la estarían esperando; las chicas prometieron escribirle regularmente.

Cuando el barco se veía como un punto Candy abrazaba fuertemente a Albert y se dirigieron al auto que los esperaba.

Chicago...

La tía abuela se encontraba en el cuarto de costura con Beatriz, Annie, Patty y la abuela Marta haciendo prendas para los niños del Hogar de Ponny.  Annie y Patty tejían bufandas, la abuela Marta y Beatriz gorros. Mientras la tía cosía blusas, enaguas vestidos y camisas.
Las señoras Britter y O'Bryen compraban ropa interior y cobijas.
Margot y Marie eran encargadas de alistar los regalos para los niños.

Una tarde en que ya habían terminado y guardado los obsequios la tía estaba en su salón de té leyendo un libro cuando el mayordomo le anunció la llegada de las Leagan.

La señora Elroy se encontraba sola y le dijo que las hiciera pasar.
Cuando llegaron la saludaron excesivamente amable. La tía ya no se porfiaba de ese par de serpientes. Le solicitó al mayordomo que le llevara el té en 5 minutos.
Mientras tanto ambas mujeres hacían preguntas sobre su ausencia.

La señora Elroy respondió que tuvo que hacerse cargo de unos asuntos familiares y que por esa razón tuvo que salir. Mientras bebía su té la tía observó disimuladamente a ambas mujeres; no las soportaba mas tenía que aparentar que estaba a su favor. ¡Cómo se arrepentía de haberles dado la razón!

Ambas mujeres se despidieron de la tía y sin darse cuenta que Margot estaba cerca de ellas escuchó cómo se burlaban de la señora Elroy y cómo planeaban eliminarla. Eliza le dijo a su madre que enviaría un mensaje a Margot para que le informara sobre los Ardley.

Cuando se fueron Margoth se dirigió al salón de té y le informó a la señora sobre lo que dijeron las Leagan.
Ante esto la señora Elroy le explicó a Margot lo que tenía que informarle a Eliza.

Dos días después llegó el mensaje de Eliza. Margot escribió una nota comentando que Candy se había ido y no conocían su paradero; además que la señora estaba furiosa con Candy.

Le entregó la carta al mensajero y le dijo que tuviera cuidado debía entregarla a la señorita Eliza Leagan.
Cuando Eliza leyó la nota su cara irradiaba un odio y un placer de la desaparición de Candy.

Continuará....



La Dama ArdleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora