En su cumpleaños, Azul es llevada a una escuela de verano. Sin embargo, enamorarse de su enigmático profesor podría ser una magnífica tragedia con hechos demás extraños que suceden por la noche.
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Minder High,
14 de febrero de 2019.
-¿La sangre pertenece a Ángel?
La pregunta del director me descoloca y lo miro con indignación.
He confesado que sé dónde está, pero ahora me siento insegura, dudosa de mis propios recuerdos. A partir de...ese instante, todo se vuelve extraño en mi memoria.
-N...no lo sé-titubeo.
Él se aparta una sombra se cierne en su semblante. Miro mis manos, me toco el rostro. El metálico olor a sangre provoca que las palabras tropiecen en mi boca.
-Por todos los cielos, Azul.
Sander se pasa una mano por la cabeza y rodea todo el despacho con la mirada como si esto fuese a traer a la vida al cadáver que ahora mismo se encuentra...
-Ariadna-murmuro. Él se vuelve de golpe a mí.
-¿Qué sucede con ella?
Agacho la mirada y mi corazón se acelera. No sé a quién encubrir, de qué lado estar. Miro mi uniforme manchado de sangre, jamás pensé que venir a este lugar terminaría cambiando radicalmente mi vida.
Si hablo, estaré en problemas.
Si no hablo, estaré en problemas de todas formas.
Pero me consume mi cabeza. Los recuerdos borrosos. El rostro de Ángel, su sonrisa, sus ojos, su humor...
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando finalmente abro la boca:
-Ariadna lo hizo.
Minder High,
3 de enero de 2019.
No quiero ir a mi propia fiesta de cumpleaños.
Mucho menos si no conozco a mis compañeros, no tengo amigos ahí y, aún peor, se hará en la habitación de la novia del chico que acaba de intentar seducirme, que además se llama Kevin. Oh, vamos, ¿qué chica se llama Kevin? Ya la stalkee y así es. No soy una persona que tenga ninguna clase de prejuicio con los géneros, pero ¿en verdad tenías que llamarte así?
Ariadna lleva rato lista tras de mí. Sólo se ha puesto unos shorts diminutos, rasgados, permiten ver la mitad de sus muslos. Me quedo admirada de su altura, es delgada como yo, pero no sé si será obra de su actitud o de su figura, pero parece que cualquier cosa le queda bien, hasta el top que lleva permitiendo ver su ombligo plano con el piercing brillando.
-No sé si estoy lista-le digo, tratando de examinarme frente al espejo que yace colgado en la pared, al medio de ambas camas. Observo mi jardinera de jean corta color óxido, me cubre los muslos un poco más que a Ariadna y está desabrochada de un lado. Debajo tengo puesta una camiseta mangas cortas blanca con un estampado de Marceline.
