En su cumpleaños, Azul es llevada a una escuela de verano. Sin embargo, enamorarse de su enigmático profesor podría ser una magnífica tragedia con hechos demás extraños que suceden por la noche.
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-Aléjate de ella.
-¿No que haremos "fiestita"?-responde el chico de rastas.
-Esta noche, no ahora. Lárgate que mi amiga necesita descansar.
-Chicos...-murmuro, pero parecen no escucharme ya que siguen discutiendo, pareciendo olvidar que me tienen acorralada contra la puerta.
-¿No ves que la incomodas?
Ángel emite estas palabras con un tono sarcástico que acompaña de una miradita en mi dirección de reojo.
No entiendo si me defiende o me provoca.
No entiendo si quiero besarlo o darle una patada en sus coquitos.
-Ella está aquí porque quiere festejar-el idiota atribuye actitudes que jamás enuncié.
-¿No ves esa valija?-señala Ángel mi equipaje y añade-: Es mi nueva compañera de habitación.
Su interlocutor levanta las cejas.
-¿Eso significa que seremos tres?
-Significa que tú te largas.
Ángel se mete y me hago a un lado para que abra la puerta.
-Oye, esta es mi habitación también-se queja el otro mientras es sacado a los empujones.
-Llora con tu mami, por hoy no lo es. ¿Verdad, bebé?
Lo ha vuelto a hacer.
Pero siento que no es momento de contradecirlo, no quisiera que se vuelva en mi contra. Es irascible y con un nivel imposible de predecir qué responderá o qué actitudes corresponderá.
-Hasta pronto, belleza-me dice el de rastas antes de irse y añade justo antes de que Ángel le cierre la puerta en la cara-: ¡Y no temas! ¡Yo prefiero los...!
La última palabra es amortiguada por el portazo.
No sé muy bien qué ha querido decir, pero la verdad que tampoco me atrevo a arremeter dando nada por supuesto.
-Puedes acomodarte o salimos a darle una visita al campus.
-Prefiero acomodar mis cosas y darme una du...
Ángel me mira directamente y levanta una de sus icónicas cejas.
Capta justo el momento en que me he detenido de hablar.
-¿Una qué?-insiste.
Acorralada, le doy la espalda y subo la valija a la cama. Huele a marihuana. No es que la haya probado alguna vez, pero conozco a qué huelen las gradas de mi vieja escuela.
-Una probadita de orden a mis cosas-me excuso y lo primero que sale de la valija en cuanto la abro son libros. Me sucede cada que viajo, sé que el tiempo me aclanzará a lo sumo para una lectura, pero no puedo evitar llevar tres o cuatro libros.
