Capitulo 4

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Entrenamiento


Primera Semana

Cuando me dijeron que tenía que entrenar pensé que eran famosos los poderes de Fénix, pero no, me están obligando a hacer ejercicio y como odio hacerlo soy alguien que prefiere dormir y comer.

Ahora estoy corriendo encendido en llamas en una cueva mientras estoy siendo perseguida por un monstruo que hasta este momento no sé su nombre, no me debe alcanzar, ya que tan solo un rasguño me puede matar, suerte que puedo volver, sino ya estar muerto desde la entrada

En mi defensa creí que era una broma de mi abuelo, suena raro decirle así, en fin parezco una pulga al lado de esta cosa, ¡es aterradora!, sus garras son tan largas y esos ojos saltones de color rojo intenso que podría matar de un infarto a cualquiera; en el momento que intenta morderme lo esquivo asiendo que su colmillo quedará pegado en la pared.

—¡Auch!, eso debe doler —molesto a la cosa que solamente me gruñe.

Molesto intenta rasguñar mi abdomen teniendo éxito, un fuerte ardor recorre mi cuerpo como mil navajas a la vez esta cosa me matará de nuevo, aquí es donde me pregunto ¿Si valdrá la pena todo estará dolor?

Mierda, lo que me hizo Dinora parece cosquillas al lado de esto. Ya me estoy cansando del animalito esté, enciendo más mi cuerpo en llamas, siento el fénix en mí, fortalecerse el poder que corre en mis venas. Me hace sentir imbatible, utilizo una raíz que había en el suelo como arma, dividiéndolo en dos partes, esparciendo una especie de baba morada por todo el lugar.

—Esto es asqueroso —hago una mueca tratando de no vomitar. En el momento que las llamas desaparecen, las heridas también lo hacen.

—Pero... pero —intento entender lo que acaba de pasar, pero nada se ocurre.

—Olvide decirte que puedes curarte las heridas —giro al escuchar a papá decir eso.

—¿Pero, por qué no pasó hace rato en la entrada de la cueva? — nada ni siquiera un rasguño.

—Te asustaste cariño, el miedo que sentiste le impidió a tu fénix regenerarte —claro y me lo explican ahora— por cierto, báñate que apestas —lo miro mal y él solo se ríe a mí, no me pareció divertido.

No apesto muchos o ¿sí?, elevó mi brazo para oler debajo, mala idea apestaba como el infierno, si necesitó un baño urgente.

Segunda semana

Me perdí muchas veces en este palacio tratando de buscar la cocina, pero, ¿cómo no?, si este lugar es gigante, tuve pedir ayuda a los... cómo decirlo sin que se escuche mal los asistentes del palacio; si eso, con gusto, me ayudaron, aunque al principio me asusté, ya que ellos son altos fríos sin expresión como la de un robot da miedo.

Eso sí, son muy bellos, pero enigmáticos, le preguntaron a la tía Lilith del porqué son así, ella me explicó que fueron creados para servir en el palacio. No son humanos, tampoco sobrenaturales, no tienen un alma, solo están para servir, son como cascarones vacíos, me sentí mal al escuchar eso, es horrible que estén así.

Le pedí a mi abuelo que les diera un alma, aunque no muy convencido, acepto, pero, siempre hay un, pero; debía pelear con mis tíos y ganarles si no, no había trato, no sabía en lo que me metía igual, acepté.

Ahora me tocará el doble de entrenamiento para poder estar a la par de un Dios.

—¿Quiero saber, por qué tengo que hacer esto? —veo al abismo ante mis ojos— ¿Y si muero?, pensé que querías a tu única sobrina —como tendré estabilidad mental si cada día me ponen pruebas locas, ahora tengo a mi tío Black que sonríe con maldad.

La chica Fénix [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora