14. COMIENZOS | pt II

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Jimin había llorado todo lo que pudo apenas llegó a ese hospital

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Jimin había llorado todo lo que pudo apenas llegó a ese hospital. Sus mejillas tenían restos de llanto y sus ojos seguían hinchados. De su boca salían suaves sollozos como retazos de su dolor en el pecho. A la vez, el ardor en su nuca comenzaba a ser molesto. Aún así, las lágrimas habían dejado de brotar.

Solo sabe que está en una habitación de hospital. Su mente le hace acordar que estaba no hace mucho tiempo en su hogar disfrutando un almuerzo familiar cuando de repente oyó los gritos de su madre pidiendo que lo dejen ir, escuchó la voz de su padre lanzando insultos a los hombres que habían tomado a su hijo. Recuerda haber oído dos disparos y dos golpes sordos contra el suelo. Él estaba parado al lado de un hombre mucho más alto. Fue demasiado rápido para pensar qué debería hacer. No sabía donde ir tampoco. Así que la lágrimas caían como torrentes de agua hasta que sintió un fuerte golpe en la nuca y vio todo negro. De repente estaba sentado en aquella camilla.

No estaba solo, había otro muchacho a su lado. Rostro alargado y delgado, cabello oscuro y ojos tristes. Cuando hizo contacto visual, este le cedió una triste sonrisa.

- Me llamo Hoseok.

Jimin asiente y no puede decir nada. No tiene fuerza como para hablar.

Mira a su alrededor y todo es blanco, un feo blanco. La habitación tiene otras tres camas. Nunca había estado en una habitación de hospital y se siente incómodo. Baja su mirada a sus dos manos que están sucias. No hay palabras para explicar lo que le pasa a su pecho. Entonces vuelve su vista al chico ese.

- Soy Jimin.- logra pronunciar.

De ese modo Hoseok se convierte en su único amigo.

Más tarde sabrá que hay más niños encerrados allí para ser parte de los experimentos de aquel laboratorio. También él será víctima de los distintos inyectables con sustancias que él aprenderá de tanto haberlas escuchado. Lo mantendrán en varias ocasiones encerrado sin contacto con personas debido a su actitud rebelde. Él será el Jimin que gracias a las inyecciones dadas podrá ser capaz de cambiar la forma de sus tejidos a su gusto, ser más alto o más bajo, sus rasgos serán más finos o más rudos.

Sin embargo, por el momento solo se dedica a dejarse abrazar por el mayor. Se permite volver a derramar lágrimas con el dolor instalado en su pecho. Tenia simplemente doce años y estaba viviendo en una pesadilla.

Lo dejan ambientarse por la siguiente semana hasta que finalmente empiezan sus citas con los científicos que allí trabajan. Al principio solo lo mantenían en constante chequeo hasta que comenzaron con las inyecciones en su cuerpecillo. Había oído por casualidad que su tipo de sistema inmune era tan especial que podía asimilar las sustancias desconocidas como una manera de defensa. Dijeron que era un diamante en bruto. Por tal motivo cree que le permitían permanecer junto a Hoseok cuando las dosis eran demasiado fuertes.

Asegura que su compañía era lo único que lo mantenía a flote, la personalidad de su amigo era aquello que aligeraba cualquier tipo de dolor y con lo que recargaba su energía. Era un mejor día. Incluso podía olvidarse del infierno en el que ambos vivían y acostumbrarse a ello. Podía tener un poco de felicidad.

Hasta que un día, su único amigo, desapareció de su vida.

En ese momento todo su mundo se derrumbó, la única fuente de fuerza se había desvanecido y ya no sabía qué hacer. La mentira que había construido para poder sobrellevar su estadía se rompió. Desde ese momento odió. Odió a Hoseok, al laboratorio ese y a los doctores que lo atendían allí. Se odió a si mismo por no poder hacer nada para que sus seres queridos se queden a su lado y porque su cuerpo haya sido de la manera que a esos crueles seres les agradaba.

¿Y qué más le quedaba? Seguir mintiéndose para continuar la vida que no paraba por él.

A Namjoon le gustaba subirse al techo de su casa y observar las estrellas

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A Namjoon le gustaba subirse al techo de su casa y observar las estrellas. Sus padres fingían que no sabían lo que su pequeño hacía durante las noches sólo porque se habían asegurado que sea seguro para él. Es más, lo alentaron que siga con aquella costumbre. Es por eso que no fue muy extraño verlo investigar sobre aquellos astros brillantes que iluminaban las calles de la ciudad. Sobre eso, la estrella más brillante que había encontrado la nombró "Dalai", porque siempre estaba cerca de la Luna y esta parecía como si cuidara de aquel puntito luminoso.

En fin, Namjoon era un niño inteligente con mucha curiosidad y voluntad para aprender todo lo que pueda. Fácilmente se convirtió en el primero de todas sus clases, ganandondose miradas envidiosas como gajes del oficio. Claro, a veces se sentía triste por ser dejado de lado por sus compañeros, pero siempre se consolaba a sí mismo sabiendo que Dalai lo acompañaba.

Una noche en que las estrellas se veían perfectamente a pesar de la polución lumínica y la brisa fresca lo abrazaba, algo extraño ocurrió. Hubo una lluvia de estrellas o meteoros. Él sabía de ello, es más lo había estado anticipando desde hace meses, pero algo raro consigo llevaba este fenómeno. Tenia diez años cuando en un parpadeo apareció la figura brillante de un muchacho como diez años mayor que él en frente suyo. Se asustó y quedó paralizado del miedo. Cuando pudo despertar, este extraño le dio una sonrisa mostrando un hoyuelo en su mejilla izquierda.

- Tu debes ser Namjoon- El aludido asiente. - Yo estoy aquí para cuidarte y ser como tu guardián, puedes confiar en mí y te enseñaré cosas del universo que quieras saber.

Aquello le había resultado tan interesante a Namjoon que rápidamente entró en confianza y empezó a realizar preguntas. Su guardián, como se había llamado, le contestaba pacientemente. Así pasó un año. Dos años y en el tercero dejó de aparecerse frente suyo a conversar. Nam tiene varias hipótesis sobre ello; por ejemplo, que había aprendido lo suficiente para poder continuar sin su amigo, o quizás su inocencia que había sabido tener no era la misma que antes. Cualquiera sea la razón, su guardián no estaba con él.

Ese mismo año falleció su padre quien era policía debido a una bala perdida. Aquella noche en que recibió la noticia se negó a subir al techo y charlar con Dalai, su estrella amiga. Desde entonces no volvió a interesarse por ello. Namjoon siguió con su vida y Dalai se había convertido en una estrella más. Por la inteligencia que él poseía había adelantado años de preparatoria y sorpresivamente había sido reclutado por una agencia que, guiada por el gran intelecto del chico, lo estaba entrenando para ser un líder que pueda proteger a su nación.

Sí, A.G.A.P.E. lo había reclutado.

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BANGTAN DNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora