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✿ฺEl chico nuevo✿ฺ

Papá me llevó al colegio esta vez, dijo que debía cuidarme y no por el hecho de lo que hice ayer sino por lo que provoqué, ahora debo tener cuidado hasta por donde camino porque dijo que ese tal Rohan es bueno para pedir una revancha cuando pierde y sabe darse la oportunidad.

Al llegar al aula de clases me senté sola al principio, Akiko iba a llegar tarde como siempre. Se escuchó el timbre del colegio y la profesora entró, de pronto llegó un chico atrás de ella.

–Buenos días, estudiantes –nos saluda–. Les presento a su nuevo compañero de intercambio.

Él dio una reverencia. Claramente no era de éste país, su tez es clara y su cabello muy oscuro, sus ojos no eran del tamaño promedio de Japón, vestía tal como todos y mostraba seriedad frente a todos. Algo muy extraño de él era que debajo de su párpado izquierdo tenía una cicatriz que no llega más allá de su nariz.

–Mi nombre es Wes Storm –se presentó–, vengo de Londres y es un honor pertenecer a esta clase.

Parece típico niño mimado pero espero que no sea así. Ordenaron que se sentara junto a mí por el hecho que sé más inglés por mi experiencia a los cuatros años junto al señor Joestar.

Era muy tranquilo y eso me sorprendió bastante. Me tomé el cabello mientras lo miraba, aún no podía creer que me sonaba por alguna razón su rostro.

Se escucha el timbre, anunciando la hora del receso. Cuando iba a dirigirme a hablar con Akiko, se la nada me toma de la muñeca y me detiene para luego disculparse con una reverencia. Realmente no lo entiendo, es tan contradictorio. Me fui finalmente con Akiko, me miró con cara como si me hubiera intentado seducir cuando sólo me dió incomodad. De todas las cosas que me están pasando necesito hablar con ella para quitar esa culpa de encima.

–¿Qué tal con Wes? –susurra.

La silencio al instante, no pude enfadarme por dos razones; ella no tiene la culpa y la otra razón es que no ando de ánimo para enfadarme. Estoy apenada, perdida en mis pensamientos y ya no sé qué hacer. Ella no tardó en sentir que algo mal iba en mi y pidió que me sentara a su lado, me acogió cuando ya sentía que estaba a punto de estallar rabia, llanto. Me siento impulsiva y no es culpa de Wes.

–El plan falló –susurré.

–¿Cómo?

Mi labio empezó a tiritar, mis manos estaban dejando su visibilidad pero lo logré detener con ayuda de ella. Tomó mis manos y las acarició sin dejar de mirarme a los ojos en ningún momento.

–Dijo que la verdad era mi culpa, Akiko –volví a susurrar, tomé una bocanada de aire antes de seguir–. Marcó a mi padre sin que me diera cuenta y me dijo todo en frente de él.

Ella empezó a limpiar mis lágrimas que recorrían mis mejillas mientras intentaba evitar gimotear de tanto que había contenido el llanto después de tanto distraerme en la clase. Akiko se mantuvo callada, no había mucho que decir, es entonces que aproveché de finalizar toda la historia de una vez. Para suerte de ambas, éramos las únicas en sala, así que no había problema en decirle todo. Tomé nuevamente una bocanada de aire, suspiré botando todo ese dolor y pude seguir con calma al final.

–Mi padre dijo que tuviera cuidado a partir de ahora porque ese señor está molesto conmigo porque según él es mi culpa pero no sé de qué.

Sin previo aviso, sentí un peso sobre mis hombros. Al decidir ver, resultó ser Wes. No esperaba que el muchacho nuevo sea tan tranquilo y tan cercano. De verdad, su rostro se me hace muy familiar.

–Mira, no entiendo mucho pero si fue por lo de antes, lo lamento.

–No fue eso –le sonreí, secando mis lágrimas–. Me metí en unos problemas y me siento culpable sin saber de qué.

Y sin darme cuenta charlamos, seguimos charlando los tres, nos empezamos a conocer cada vez más hasta el punto de ni darnos cuenta de que habían soñado el timbre para iniciar la siguiente clase.

Olvidé mi pena por completo, no me di cuenta que el tiempo pasó rápido junto a un nuevo amigo a mi lado y más encima Akiko me molesta con él por el hecho que no soy de hablar mucho con chicos.
Nos fuimos juntos a la salida. Vi la patrulla de Okuyasu pero un hombre más con uniforme de policía, parecía igual de extranjero que Wes y con él mismo color de cabello, tan oscuro como la noche. Repasa a Wes por unos cinco centímetros según yo, él si que es alto pero si vieran a mi padre se sentirían un par de pulgas al ver el 1.95 de él. Saludé a su padre, lucía muy amable.

–Espera, tu eres la hija de Higashikata –dedujo al instante.

Asentí con la cabeza, estaba orgullosa de ser su hija, hija legal pero lo era.

–Mándale saludos a tu padre.

–Con gusto. Fue un honor conocerlo –hice una reverencia y me subí a la patrulla.

Okuyasu arregló el retrovisor, busque en mi mochila entre todas las carta la que pertenecía a Okuyasu de parte de profesora de literatura, otra vez. Ando de lechuza mensajera entre el par de tórtolos. Pero ahora fue él quien comenzó la charla.

–Si tu padre se entera de ese chico le dará un infarto.

Reí junto a él y dimos una vuelta, charlamos como siempre, contando extrañas anécdotas, chistes hasta que de pronto tocamos el tema de la amistad. Empezó a contar la misma historia que me contaba mi padre de la pelea contra ese asesino serial cuando yo era tan solo una bebé, lo describía como un héroe, un hombre con corazón de oro y valeroso al disponerse a luchar por su pueblo y por las personas que ama en él. Sentí una gran admiración por ambos cada vez que repetían la historia, nunca me aburría y en especial cómo lo repetía Okuyasu, él se emociona y lo hace ver una historia épica.

Llegamos a casa, me despedí de él y para cuando mire en la puerta había una carta, la recogí. Era para mi padre de parte de ese señor extraño que había ido a invadir su hogar el otro día. Entré a casa mirando el sobre, mis manos tiritaban pero aún así estuve dispuesta a mantenerme firme.

–¡Ya llegué a casa!

El silencio invadió hasta que escuché unos pasos bajar de los escalones, era él con una pequeña sorpresa entre sus manos. Me alegré de verlo en casa, no me importaba el regalo, me importaba verlo. Corrí abrazarlo, me alzó en sus brazos. Si me paro descalza le llego hasta su pecho, él realmente es muy alto, me hace sentir segura a su lado. Todos lo miran como un hombre honrado, rudo, buen mozo pero creo que soy las pocas que ve que es un oso de peluche al cual puedes abrazar y caer en sus brazos sin problema alguno.

Abrí la sorpresa que me entregó que resultó ser un collar con la forma de un corazón violeta. Volví a agradecerle con una sonrisa.

–Papá, pero si sigo castigada –reí, llevé el collar a mi pecho mientras le sonreía–. Gracias.

Por el resto del día era solo hacer deberes, pasarla junto a él. La pena se alivió al verlo sonreír y al momento en que me hizo sonreír, tenerlo en casa fue el verdadero regalo bajo mi punto de vista.

A la hora de cenar le pasé todas las cartas de sus admiradoras no tan secretas, entre ellas la carta del mangaka. Abrió y leyó todo pero cuando leyó la del mangaka suspiró decepcionado. Fingió que no había pasado nada pero aún así quedé con las dudas. Olvídalos las penas dejando las cartas en cualquier parte de la casa pero él se quedó con una, con la carta de Rohan en su cuarto. Sigo pensando en qué habré hecho yo de mal.

Dulce destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora