✿ฺDiamante en bruto✿ฺ
Los días pasaron, de días pasaron semanas y cuando menos espero me levanto de la cama agitada pero mis piernas no respondieron al tocar suelo, dolía tanto que gritaba ahogada como si alguien las hubiera molido y era una sensación que nadie podía quitar de mi cabeza. Gritaba pero nadie llegaba, intenté avanzar por mi cuarto pero mi pelo se enredó con algo. En mi velador habían unas tijeras, corté mi pelo hasta dejarlo sobre mis hombros, me arrastré hasta llegar al pómulo de la puerta, para cuando lo abrí sentí mis piernas como nuevas y ya estaba de pie. Es de noche, estoy en un bosque, perdida. Escuché el sonido de las sirenas de policía atrás de mí, para cuando miré ya no sabía qué hacer. Vi a mi padre frente a mí, me está cubriendo de un señor que lleva un arma, utiliza el uniforme de policía y ya dado el previo aviso que usa un arma se escucha el disparo, mi padre cae herido al suelo, un disparo certero al corazón.
Para cuando iniciaba los gritos desesperados, desperté sentada en mi cama. Mi padre entró alarmado al cuarto, invocando a su Stand y yo me encontraba desconsolada en mi cuarto. Me levanté de la cama, mis piernas tiritan del miedo pero me lancé a sus brazos.
–Creí que realmente te perdía, papá –susurré entre tanto gimoteo.
Él me sostiene en sus brazos, me acaricia mi cabello, mi espalda, me calma en sus brazos y me termina por tomar hasta llevarme a su cama. Me apegó a su pecho. Me sienta en la cama, me hace una trenza mientras Rohan seguía dormido. No puedo creer que tenga el sueño tan pesado. De tanto que lo pensaba, él se sienta en la cama, medio dormido y cuando me ve tiene una cara de espanto.
–¿Qué pasó?
–Tuve una horrible pesadilla –respondí en un susurro.
Mi labio no paraba de tiritar, mi padre lo miraba sorprendido al ver cómo me abrazaba. No sé qué pasa entre ellos dos pero sus abrazas para mi son normales. Me aferré a su pecho mientras acaricia mi trenza recién terminada, mi padre se une al abrazo. Esa noche me quedé dormida entre ellos, me iba quedando dormida mientras ellos susurraban cosas que terminé por dejar de entender.
A la mañana siguiente había despertado sola, la alarma suena, escuché un sonido extraño abajo, así que antes de ir a bañarme fui a asegurarme que todo estuviera bien. Para cuando me asomé ya me esperaba esta escena, siendo mi padre tomando de los muslos al mangaka mientras él se sienta sobre la mesa del comedor. No podía ser más incómodo pero también merecen su tiempo a solas.
Me dirigí a la ducha, la típica rutina aburrida la mañana, todo para prepararme para ir al colegio pero algo queda en mi cabeza que de seguro quedará por toda la mañana y es la pesadilla que acecha en mi cabeza. Había alguien con el mismo uniforme de mi padre y que lo dispara a él como si fuera cualquier cosa. Verlo caer al suelo, verlo fallecer ante mis ojos es la peor imagen que podría imaginarme. Aún así me apresuré, bajé con mi mochila lista y sin darme cuenta una carpeta llena de papeles cae a la mesa, alzo la mirada y veo que es mi padre quien había lanzado la carpeta.
–Rohan me contó todo, allí tienes todo pero te advierto no te va a gustar.
Tomé la carpeta pero no la abrí. La guardé en mi cuarto antes de partir. Por alguna razón mi padre no estaba molesto pero si lucía algo preocupado.
Salí de casa, no dije nada en el camino, no había nada que decir entre mi padre y yo. Quisiera jamás haberlo decepcionado pero tenía que investigar a fondo para poder encontrar el culpable de los ataques. Mi padre siempre ha sido un héroe ante mis ojos, quizás para algunas otras personas también ya que ha logrado salvarlos de típica gente mala, a veces en casos peores en que llega con rasguños, aún tiene una cicatriz que recorre su cuello.
Recuerdo esa historia como si fuera ayer, pues había vuelto de la escuela, habían pasado dos años viviendo con él y de pronto llega con un parche en el cuello. Me asusté.–No es nada –dijo.
–Estás sangrando –a penas pude decir por lo alterada que estaba.
Mi mundo se iba achicando, en ese momento pensaba lo peor que podía suceder. Ya me estaba acostumbrando a su compañía, malos chistes, interesantes historiad hasta cuando llegaban sus amigos a casa y veíamos películas de mi gusto para luego ver a Okuyasu llorar en las partes emotivas. No quería perder esos recuerdos porque alguien lo habrá asesinado cumpliendo el deber de proteger a las personas que ama y a este pueblo.
Él me tomó en sus brazos, lloré ocultando mi rostro en su pecho.–No me iré a ningún lado –susurró–. Fue solo una muy mala pelea, la persona era muy peligrosa y más de lo que su imagen aparentaba.
En ese momento lo vi con ojos de muchacha ilusionada al enamorarse. Estaba claro, mi corazón le pertenecía, siempre con esa alma que encantaba con tan solo mirarle a los ojos. Tan pequeña y tan fácil me encariñaba a sus caricias, tan fácil era apegarme como si se tratara de un padre para mi. Lo veía como alguien inmortal, a esa edad es normal después de todo, pero esa noche nunca tuve tanto miedo.
–¿Prometes llegar a casa siempre? –pedí, ingenua.
Mi padre solo sonrió, me llevó a la cama, me hizo cosquillas.
–Prometo estar aquí, antes de media noche –respondió aunque terminó por dar un suspiro de tanto cansancio que tenía–. Pero, si no es así, quiero que te quedes aquí y no le abres a nadie.
Asentí con la cabeza, supuse que su promesa era tan inquebrantable como el diamante que tengo tanto miedo de conocer ese alguien que rompa esta cautivadora promesa.
Desde ese día siempre tuve la extrañeza, una extrañeza en mi que fue creciendo con el tiempo que iba pasando y, mientras más se mantenía esa cicatriz en su cuello hasta rozar su mejilla derecha, más mal presentimiento tenía. Pero aún así me relajaba, ya hace un año que dejo de revisar la hora, siempre llega antes de lo prometido.
Pasé todo el día junto a mis amigos, Wes y Akiko han sido buenos amigos y quedan pocas semanas para mi cumpleaños, es invierno y se acerca navidad. Ese día sería perfecto para un fin de semana, el domingo cae el día en que cumpla quince años y mi padre apoya la idea.
–¿Una pijamada?
–Si –afirmo junto a un movimiento con mi cabeza sin dejar de mirar a los ojos a Wes.
Es una locura de idea pero no podría salir nada mal.
–Acepto.
Les sonreí, después de todo es solo una noche en búsqueda de retomar mi infancia.
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Dulce destino
FanfictionTras la muerte de su anciano padre, quedan dudas y heridas que tardarán en salir a la luz. ¿Qué será de ella? ¿Logrará descubrirlo o seguirá preguntándose quién realmente es ella?