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✿ฺHistoria no contada✿ฺ

Miraba por la ventana cómo mi padre iba nuevamente a trabajar. Es fin de semana y Okuyasu se había quedado conmigo. No lo culpo, durante estos once años cada vez que es el cumpleaños del viejo se ocupa por toda una semana.

–Okuyasu –insistí nuevamente–, necesito saber.

Ya es la enésima vez que me explique la historia entre Rohan y mi padre, me desesperé tanto que llegué a arrodillarme frente a él. Sin darme cuenta, alguien toca la puerta. Me dirigí a atender y vi al extraño mangaka frente a mi.

–Sabía que me ibas a preguntar, así que traje alguien que espero que diga las cosas como fueron –menciona apropósito mirando a Rohan.

Lo invité a entrar, ofrecí algo de beber y solo para ser cortés y una buena anfitriona con sus invitados por más mala persona sea. Me senté al frente de ambos, Okuyasu llamo de la nada, dijo que había una emergencia en la casa, pidió que los dos nos quedáramos callados, esperamos un minuto en silencio y cuando menos esperamos se escuchó la puerta romperse a golpes, mi padre llegó apresurado. Miró confuso hasta el punto en que llegó Rohan y se le aclaró todo.

–Esto no es una emergencia, es una charla forzada.

Se cruzó de brazos, su amigo dijo que merecía una explicación y tenía razón. Estoy harta de sentirme culpable por algo que ocurrió cuando era pequeña y ni estaba por lo que tenía entendido. Su historia es paralela a la mía además de mi presencia, yo estaba siendo criada por el señor Joestar mientras ellos andaban en su amistad felices pero no tengo la culpa que se haya acabado y mi padre se ocupe de mí, yo feliz si estuvieran juntos como antes ya que tanto se queja ese mangaka entrometido.
Josuke se sentó al frente de mí y al lado de Rohan, Okuyasu se sienta al lado mío, brindándome apoyo.

Mi padre suspira, mira al mangaka solo para obtener la respuesta de que él debe iniciar con un movimiento de cabeza hacia mi.

–Cuando tenía dieciséis lo conocí, me metí en un grave problema.

Lo miré atenta, no debía perder ningún detalle en especial por el detalle que lucía triste contando la historia como si se tratase de un fallecido.

–Había secuestrando a un amigo, cuando entré insultó mi cabello.

Me reí y me tapé la boca.

–Perdón –susurré.

–Me agrada esta chica –comenta el mangaka riendo–. Ya sigue, Higashikata.

Tomé su mano, le tenía que dar confianza de que siguiera pero algo de culpa sentía, se notaba en sus ojos.

–Destrocé su casa –sonríe mirando a Rohan para luego volver a mirarme–. Luego de unas semanas esta vez yo lo provoqué, hice trampa y dejé su casa ardiendo.

No esperaba que mi padre fuera tan problemático cuando joven, es mejor que fingir ser un santo, me agrada que demuestre haber cambiado y mejorar en su actitud pero con respecto a su cabello no se puede decir nada, esa parte de su actitud no ha cambiado en nada.

Esta vez mi padre miró al mangaka, era su turno. Al parecer era algo que no podía soportar decir.

–Hace once años nos habíamos arreglado –dijo–, habíamos quedado como buenos amigos.

Dulce destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora