여덟; 8

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El frío invadió, dando aviso que el invierno había llegado a Corea, las mañanas cálidas tardarían en volver pero era momento de disfrutar la estación del año más hermosa para Jeon.

Desde muy pequeño, el castaño amaba esta época del año, no simplemente por los regalos, si no por lo que esta hermosa festividad hacia, la navidad siempre unía a la familia y amigos. Esta navidad sería diferente, solo su mamá, Rosé y él. Pero como cada milagro de navidad, Jennie y su madre junto a Jin, los invitaron a pasar la navidad en su casa.

Este miraba las blancas migajas que caían del cielo, que adornaban las casas y calles creando una capa sobre estas. El olor a galletas de jengibre y a chocolate caliente hizo que bajara de la  habitación de huéspedes lo antes posible, persiguiendo el dulce aroma hasta encontrarse con cuatro siluetas en la cocina.

Una de ellas era Jennie quien tenía el cabello atado mientras preparaba unos macaroons, por otro lado se encontraba su madre y la madre de Jennie quienes decoraban la casa de jengibre con hermosos colores navideños y las galletas de jengibre. Y la última silueta, se volteó a verlo y JungKook al verlo,  estalló en risas.

—Respeta a tus mayores Jeon JungKook.— respondió con el ceño fruncido el causante de la risa del castaño.

—Jin hyung, ¿que haces con un delantal rosa?— dijo cómo pudo ya que la risa no cesaba, el mayor respondió rodando los ojos restándole importancia.

—En vez de estar ahí riéndote de mi, no deberías estar ayudándonos, aún falta preparar la cena — señaló todos los ingredientes para la cena de esta noche— a menos que solo quieras comer, galletas y chocolate caliente.— el castaño rápidamente negó y se dispuso a ayudar en la cocina.

(...)

Ya habían pasado alrededor de dos horas estando en la cocina, y la cena estaba casi lista, el cuerpo del castaño se encontraba tirado en el suelo con manchas blancas en la ropa, gracias a la harina. Mientras descansaba y esperaba su turno en el baño, la puerta principal hace un pequeño ruido, ese era el timbre, suspiro levemente y levantó rápidamente del suelo, a atender a la puerta.

Al abrirla se llevó una grata sorpresa, aquella chica rubia que lo traía loco, traía en sus manos algunos regalos y una pequeña canasta. Inconsistente lanzó un suspiro mientras la miraba de arriba a abajo, parecía un ángel.

—Hola— la rubia por fin habló, y el castaño le prestó su total atención.

—Hey— sonrió y la rubia rápidamente mostró su brillante sonrisa imitando su acción y miró de arriba a abajo al chico para luego soltar una leve risa— ¿Que es gracioso? —el castaño se miró y se dio cuenta, la harina. Se hizo a un lado para que la contraria pudiera adentrarse a la casa antes de que terminara congelada por la nieve.

—¿Que estuvieron haciendo para que terminaras así, Jeon?— esta miró alrededor del hogar y notó que le faltaba.

—Solo horneábamos un poco— rio haciendo para atrás su cabello mirando a la chica, esta se volteó a verlo y sonrío levemente.— ¿Y qué haces aquí, Manoban?

—Jennie me pidió que viniera y además aquí esta Rosie, así que...— y un leve sonrojo apareció en las mejillas de la rubia cuando en un movimiento rápido, Jeon beso una de sus mejillas haciendo que se sonrojara.

—Pues me encanta que hayas podido venir. — la abrazo por la espalda formando un lindo ambiente entre los dos.

La luz que radiaba la casa era hermosa y hacía que esta se viera muy linda e incluso que le diera un toque romántico. Los dos sonrieron para ellos mismos y  tuvo el atrevimiento de dejar un dulce beso en el visible cuellos de la rubia a lo que esta reaccionó asombrada y sentía que su corazón podría salir de su pecho y Jeon continuaba haciendo ese tipo de cosas.

𝐁𝐚𝐫𝐛𝐢𝐞; Lizkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora