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La tensión crecía, y no sabían que hacer para detenerla. El orgullo y sus sentimientos tenían una batalla diaria mientras contenía las inmensas ganas de dejarse caer nuevamente ante la tentación.

Una Rosé preocupada, visitó la habitación de su hermano, encontrándolo perdido en lo que parecía en algo más allá de este mundo. Su vista se mantenía fija en una pequeña grieta en el techo de la habitación mientras mordía su labio inferior. La menor tomó asiento a su lado, y dio un largo suspiro.

—Deberías hablar con ella, Kook.— lo comentado por la castaña hizo que JungKook apartara su mirada de la tan aburrida grieta y fijara  esta en su hermana.

—¿Que dices?— preguntó anonadado, ¿acaso ya sospechaba sobre que algo pasó en entre la antes rubia y él?

—No soy tonta, para darme cuenta, JungKook.— hizo una mueca para mirarme.— ¿porque no me dijiste nada?

—Porque no quería y ya— soltó de golpe ganándose una expresión de sorpresa por la menor.— Además ¿de que servirá hablar, si ya todo está arruinado?

—¿Estás seguro de ello? Intenta arreglar las cosas con esa chica, JungKook.— sonrió levemente la castaña.— Ve a por ella.

Lalisa mantenía su cabeza flotando en recuerdos  y pensamientos del pasado

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Lalisa mantenía su cabeza flotando en recuerdos  y pensamientos del pasado. Sus ojos cerrados hacían que la mente de Lalisa repitiera la película que circulaba en su mente una y otra vez. Aquel viejo recuerdo de la primera vez en donde JungKook y ella perdieron la cabeza y se besaron como si la vida dependiera de ello. Donde sus miradas no se apartaban de una a la otra, donde sus respiraciones se mezclaron y formaron un lindo ambiente. Donde sus manos se deslizaron por su cintura, sujetándola con firmeza, donde sus cuerpos se unían olvidando el término de espacio personal.

Donde aquella noche olvidaron aquel odio que sentían y dejaron que sus corazones se abrieran aceptando los sentimientos del otro. Donde sus labios sellaron aquel amor que ambos sentían, y sus corazones se entrelazaron, volviéndolos uno.

Un estruendoso sonido interrumpió sus pensamientos, haciendo que alzara una ceja confusa, el timbre era tocado una y otra vez, retumbando el sonido por toda la casa.

—¡Ya voy! — se levantó de su cama a toda prisa, tapando sus oídos por el ruido producido por el tiempo.—¡Joder, que ya voy...!— grito la pelinegra acercándose a la puerta de entrada a su casa, preparándose para maldecir a quien se encontraba detrás de la puerta. Giro la perrilla de la puerta, abriéndola en su totalidad enfrentándose con un ramo de rosas, una caja de chocolates sujetadas por unas características manos, llevo su mirada al rostro de la persona congelándose al instante.— Jeon...

—¡Hey!— regaló una de sus sonrisas adorables. —¿podemos hablar?

Lalisa mantenía una postura firme ante él pero en su interior sólo quería abrazarlo fuertemente y no apartarse de su vida.

—¿Y ahora de que quieres hablar, Jeon? ¿Y para que todo eso? —señaló lo que se encontraba en las manos del castaño mientras alzaba su ceja.

—Son para ti...—me miro inseguro mientras esta mantenía la mirada fija en el.— fue un error venir ¿cierto?

—Viniste por algo ¿no? —este asintió nervioso.— ¿y por qué o quien viniste?— la tensión era más notable entre los dos, sus ojos se mantenían fijos en el otro, Lalisa suspiró levemente dirigiendo su mirada a los labios del castaño, recordando cómo se sentían aquellos labios sobre los de ellas.

—Creo...— Jeon se acercaba a paso lento hacia a ella mientras evitaba notarse nervioso ante la mirada de la pelinegra sobre sus labios.— que vine por dos cosas.

—¿y cuáles son, Jeon?— esta apartó su mirada de los labios del castaño para fijarse en su rostro que se encontraba a centímetros de ella.

—La primera por tu perdón...—el castaño tocó los labios de Lalisa haciendo que una corriente recorriera el cuerpo de esta.— y la segunda...—dejo sus labios rozándose entre ellos mientras la pelinegra cerró sus ojos, por unos segundos pensó dejar que Jeon JungKook volviera a su vida y ocupara el lugar en su corazón que se quebraba al pasar de los días.— para recuperarte, Manoban.

Esta se mordió su labio inferior con fuerza, la felicidad se apoderaba de su cuerpo pero aún se encontraba ese enojo y orgullo, que evitaba que Lalisa pensara o escuchara con claridad lo que en verdad quería. Colocó las manos en duro y cálido pecho del castaño apartándolo de ella, este la miro algo confundido, ¿acaso ya no sentían lo mismo por el otro?

—Jeon, te perdono...—esta miro con sus cristalizados apunto de quebrarse en su totalidad.— pero es muy tarde para eso, no sabes lo mal que lo pase luego de que te fueras, la ansiedad de saber si estabas bien, de pedirte disculpas y confesarte todo este sentimiento que siento por ti, era mi propósito cuando volvieras, pero decidiste que era mejor para los dos, fingir que nada pasó, y que nuestros sentimientos eran falsos.— esta sollozó levemente mientras el castaño la miraba con la mirada perdida.— yo lo siento demasiado, por lo que te hice, y me arrepiento de todo eso, pero jamás me arrepentiré de amarte, Jeon, pero...—esta negó mientras apartaba totalmente al castaño de ella.— creo que lo mejor será olvidar todo esto, es lo mejor...como lo dijiste tú.

Parecía como si el mundo de ambos se hacía pedazos, y su corazón era arrebatados de ambos, había un gran vacío en ambos.

—Así que...esto termino.— Lisa asintió mientras poco a poco se adentraba a su casa.

—En verdad lo siento, todo será como lo era antes, las chicas y yo, solo nosotras.— JungKook asintió sujetando con fuerza el ramo de rosas junto la caja de chocolates.

—Claro...— JungKook no sabía que decir se encontraba devastado.— hasta luego, Manoban...

—Hasta luego, Jeon...— está cerró la puerta se posó sobre esta deslizándose lentamente al suelo mientras se quebraba en llanto.

𝐁𝐚𝐫𝐛𝐢𝐞; Lizkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora