Capitulo 20

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Dimitri Sokolov

Recibir la noticia de que la pelinegra había aceptado salir conmigo me hizo estar de muy buen humor. Confieso que no era el tipo de mujer que me gustaban, las chicas exuberantes siempre me habían parecido huecas y engreídas y ella no era la excepción, sabía que era hermosa y eso la hacía tener un autoestima muy alta, pero me había divertido molestarla anoche y por un motivo que desconozco ansiaba volver a verla.

Hable con Samy para arreglar los detalles de la "cita" y también para preparar mi interrogacion- Tortura. Debo admitir que soy excelente torturando gente, suelo ser muy sádico, de hecho era un monstruo. No hace mucho me encantaba cazar junto a mi padre para castigar a los vampiros u otras criaturas que osaban molestarnos o atentar contra el orden de nuestro imperio. Hasta que estuve apunto de matar a Karina, ese día cambió mi vida, esa pequeña me hizo cambiar para bien, me ayudo a controlar mi hambre de sed, y aunque ella le haya dicho a Samy que no tomaba sangre humana, esa era una mentira que tenía que aclarar, ella me había dicho que nos apegaríamos a la idea de los vampiros de la saga de películas de  crepúsculo, de esos vampiros que no tomaban sangre humana para no aterrorizarla.
Acepte por ella, porque tengo una deuda con esa niña que no terminaré de pagarle en toda mi vida, al principio pensé que la amaba, pero con el tiempo empecé a notar la diferencia, la amaba, si. Pero no de esa forma, más bien como a una hermana.

Samy, me había dicho que la cita sería mañana por la noche, que el lugar donde la llevaría lo dejaba a mi criterio. Ya tenía  unas cuantas ideas en mi mente, obviamente terminarían en una habitación de algún hotel de la ciudad pero no era tan imbecil, la llevaría a un buen restaurante antes.

Hoy debía enfocarme en ese lobo, lo visitaría hoy por la noche. Y lo haría cantar, por su puesto que si.

La noche llegó, tomé dos bolsas de sangre de las reservas te Yacov y las bebí. Tome las llaves de mi auto y me puse en marcha, según Samantha Connor me estaría esperando para ayudarme a entrar. Los calabozos donde los Northmoon torturaban a los enemigos estaban un poco retirados del castillo, así que puse un poco de música para aligerar el camino.

Cuando llegue me di cuenta que los calabozos estaban desolados, sabía que eso era debido a que mi visita no debía de saberse, teníamos un trato con los lobos que no nos convenía que se supiera que un vampiro se entrometian en sus asuntos. Deje el auto un poco escondido entre los árboles y termine el camino a pie. A mi velocidad, llegué en segundos, esperé a que Connor apareciera, se suponía que ya debía estar aquí.
Escuche unos pasos y rodé los ojos.

-Enserio que te gusta hacerte esperar, muévete que no tengo tu tiempo.- Me giré para mirarlo y vaya sorpresa me lleve al ver a la hermosa pelinegra con cara de pocos amigos, traía un aro con un montón de llaves en la mano.

- Más te vale bajarle dos rallitas a tu tono, me puedo artar de ti y matarte de una vez.- Mi sonrisa se ensanchó.

- Pero si es la pelinegra gruñona, a que debo el majestuoso honor.- Hice una reverencia, ella pasó por mi lado y me dio un golpe en la cabeza.

- Mi nombre es Lía, no me gustan los sobrenombres,  y menos viniendo de ti.- Se dispuso a abrir los calabozos y después entró.

- Bueno no me quejo de tu compañia, para nada. Pero supuse que nuestra cita era mañana, ¿Qué  pasó con Connor?.- Ella siguió caminando por un pasillo entre celdas vacías.

- Tuvo un asunto importante, así que tuve que cubrirlo.

- Pues lo lamento mucho, este lugar no es para mujeres como tú.- Detuvo su andar y me miró.

Una Simple Y Débil HumanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora