Encuentro Inesperado.

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15 de diciembre.

Estamos preparando todo para la fiesta de navidad. Mi madre necesitaba comprar un par de cosas asi que, organizamos una salida al centro bien temprano.

Salimos del ùltimo negocio repletos de bolsas, con las compras realizadas. Hacía mucho calor entonces, decidimos entrar en el bar frente a la plaza central, para reponer energìas y tomar algo. Nos sentamos en una mesa de adentro, porque estaba prendido el aire acondicionado. 

Se acercaba una moza a tomarnos el pedido, cuando me percaté de quien se trataba. Mi corazón se aceleró en un segundo. Todo este tiempo buscandola y nunca me había parado a ver en este bar... Se veía bien, con el pelo recogido en una cola de caballo y su uniforme bien planchado.
Venìa directo a nuestra mesa. De todas las empleadas del lugar, justo venía ella. No sè por què me sentìa tan nervioso; y a la vez tan contento. Sus ojos no eran marrones como yo me los recordaba, es màs parecìan de un color pardo verdoso dificil de descifrar...

-Buenas tardes, ¿què se les ofrece?.- Nos saludò amablemente, con una voz càlida y una sonrisa sincera en los labios.

-buenas tardes querida, yo quisiera tomar un tè con leche por favor; y si puede ser con unas tostadas y queso untable.- le dijo mi madre. No habìamos parado para almorzar, asi que esas tostaditas le iban a llenar el estomago; hasta que volvieramos a casa.

-Buenas tardes.-Le dije con una sonrisa en mi cara.- ¿todo bien?.- Me quedè esperando ver si ella me reconocìa.

En ese momento todo cambiò. Dirigiò sus hermosos ojos hacia mi rostro; y cuando pudo reconocerme su sonrisa se esfumò, en cuestiòn de segundos. No entendì porquè me miraba de esa manera. Pude ver en ella un sentimiento de furia contenida. Sin embargo, ensayò su mejor sonrisa y me dijo.

-Muy bien, gracias. A usted, ¿què se le ofrece?.- Un tono cortante y distante es el que me entristeciò. Seguro todavìa sentìa rabia porque le habìa salvado la vida. Me alegraba de verla, pero me diò pena que me mirara como si fuera el perpretador del peor de sus castigos.

-Traigame un cortado, por favor, y dos medias lunas.- le dije visiblemente dolido.

No esperaba unas disculpas, ni un agradecimiento de su parte; pero sì esperaba por lo menos que me tratara como alguien por quien pudiera sentir cariño y no odio.

-Ya les alcanzo su pedido. Con permiso.- Y se marchò.

Me quedè turbado, por el torbellino de sensaciones que se agolpaban en mi interior. Obviamente mi madre, que sabe muy bien como descifrarme, comenzò el cuestionario.

-¿Es ella?, ¿la joven que salvaste en el lago?.-

-Si mamà, es ella. Pero todavìa me mira como si salvarle la vida hubiese sido el peor castigo del mundo. Es una desagradecida. Le dì todo, ma; paguè el mèdico, me quedè con ella cuando nadie màs estuvo; le di una segunda oportunidad, sin pedirle nada a cambio. ¿Porquè me mira tan indiferentemente?; un buen trato, es lo mìnimo que le pido.- Mi tono de voz dejaba entrever mi indignaciòn y mi descontento, ante la actitud de ella.

-Hijo, tenè paciencia. Se ve que es una muchacha buena, pero impulsiva. No creo que estè enojada con vos. Sino que no sabe como tratarte. Segùn me dijiste, no tuvo a nadie a su lado; debe estar acostumbrada a no depender de nadie, a no pedirle a nadie su ayuda. Y como vos la ayudaste, no sabe como proceder. Dale tiempo; quizàs quien te dice, logren ser amigos algùn dìa. Ademàs, ya vì lo que tramàs. Te estuve observando todos los dìas buscar su foto en los diarios. Esa chica conquistò tu corazòn, mucho antes de que vos y ella lo sepan...

Conociendo a SalvadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora