Epílogo.

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Nuestra casa en la playa era la más hermosa de todas. Salvador y yo, hablábamos de cada detalle mientras la construíamos.

Paso a paso, el mar sanaba nuestras heridas y nos renovaba para lo que vendría.

Antes de cumplir un año en Hawaii, llegó a nuestras vidas la pequeña que le daría la luz que me faltaba. Tan pequeña y hermosa que besarla todo el día no bastaba, para demostrarle todo lo que la amaba.
Nuestra felicidad era plena, corriendo por la arena y juntando caracoles para nuestra princesa. Y al poco tiempo nació mi príncipe azul.

Con Salvador las cosas iban de maravilla, alguna que otra discusiòn, que no pasaba a mayores salvo reconciliarnos en nuestro cuarto con caricias y besos de por medio.

Vivimos nuestra vida plenamente, tarde como dirìan algunos, pero puedo asegurar que nadie es tan feliz por haber construido su propio camino como nosotros.

El càncer llegò de improvisto, al igual que todo en nuestra vida. No le guardamos rencor a la enfermedad, supimos traspasar esa barrera dura de dolor, y mostrarles a nuestros hijos que la vida, aùn con las cosas "malas" que puedan pasar, sigue siendo lo màs preciado del mundo, y que algùn dìa les devolverà la felicidad, como nos la devolviò, y con creces, a su padre y a mi.

Tuve tiempo, gracias a Dios, de ver a mis niños crecer, jugando con las olas del mar; escuchar su primer palabra y la primera vez que dijeron "mamà" y "papà". Esos son momento que atesoro en mi corazòn para siempre. Pude verlos y acompañarlos en dar sus primeros pasos, y festejar sus 10 primeros cumpleaños.

Pero mi "amiga" añorada me estaba esperando con paciencia y era el momento de irme.

Si voy a ser sincera no sufrì, si no al contrario, me fui tranquila de que dejaba lo mas preciado de mi vida en manos del hombre que supo convertirse en el mejor padre que yo haya visto, y que los ama por los dos. Le pedì que no me dejara en el hospital, quería ver el mar por ùltima vez.

Nos sentamos ese atardecer a la orilla del mar, con los pies descalzos sintiendo la brisa salina recorrer nuestros rostros, como hace tantos años atràs, tomados de la mano. Los niños estaban en la casa de sus amiguitos festejando un cumpleaños.

Mirè a Salvador, sus ojos tenìan ese verde intenso tan hermoso como siempre. Y me miraba con ternura como desde la primera vez. Las heridas ya habìan sanado y habìamos comprendido que el curso misterioso de la vida nunca te deja el sabor amargo de la derrota, siempre hay algo mejor màs allà de las circunstancias desagradables que te toquen vivir.

Acerquè mis manos hacia su rostro, lo abracè para sentir su olor tan pàrticular, y guardarlo en mi corazòn. Lo separè, y volvì a mirarlo:

-Fuiste, sos y seràs, lo mejor que la vida me pudo obsequiar junto con nuestros hijos. Te amo. Sè que los dos encontramos la paz y la felicidad que añoràbamos. Sòlo espero que les recuerdes a ellos, que la felicidad se construye y se busca, como nosotros lo hicimos. No se logra nada sentandotè a esperar que las cosas lleguen sin motivo. Sos un excelente padre, y compañero de vida. Te amo por ser como sos. Gracias por todo, te esperarè, todo a su debido tiempo como me decìas, todo paso por paso, precioso.- Le sonreì y lo besè.

No importaba que hubiera gente desconocida paseando por la playa, nunca habìamos dejado de mostrarnos cuanto nos querìamos, y no lo harìamos ahora.

-Yo tambièn te amo corazòn. Sos el amor de mi vida, y me hacès el hombre màs feliz del mundo. Gracias por cumplir mi sueño. Esa preciosuras son mi màs preciado tesoro y te lo debo a vos. Gracias por enseñarme a ser lo que soy hoy, y aprender conmigo cada paso que dàbamos. Esperame, todo llega a su debido tiempo, pero te aseguro que voy a llegar, para amarte como te amè todos estos años.-


Una làgrima rodò por su mejilla, era inevitable sentir dolor por la partida, pero en el fondo estaba feliz de haber compartido ese tiempo valioso conmigo, yo lo sabìa. Recostè mi cabeza en sus piernas, como tantas veces en mi vida. Me daba seguridad y paz. Sus manos recorrían cada hebra de cabello con ternura, y los ùltimos rayos de sol iluminaban el romper de la solas.

Fuì cerrando mis ojos de a poco, y como en un sueño dejè el mundo que conocìa y a la familia que habìa construido, para saltar a lo desconocido, donde todos aseguran que nos esperan todas aquellas personas que amamos y con las que hemos compartido nuestro caminar por el mundo; ese lugar con el que muchos sueñan y que dicen que eternamente te otorga paz y felicidad. Yo ya habìa conseguido esas ùltimas dos cosas así que ya no importaba a donde irìa, Salvador, mis hijos y mis padres me acompañarìan a donde quiera que fuese.

Y asì lleguè a conocer el lado amable y bueno de la muerte, donde la recibimos sin miedo ni dolor, como una amiga que nos acompaña en nuestra travesìa, hasta que nos llama a su lado para desprendernos de algunas cosas y aprender otras tantas...

Y èste es el fin de la historia. Les agradezco a todos aquellos que me han acompañado capìtulo a capìtulo, a descubrir cosas nuevas. Es mi primer escrito, nunca lo habìa hecho antes, y fuè todo un logro para mì. Espero que lo disfruten, como disfrutè yo escribir y dedicarle tiempo a cada palabra. Los quierooo¡¡¡¡¡. Nos vemos prontoo.

Estoy escribiendo dos cosas màs. Uno es para mi hija, se llama "A Faustina mi bello sol", y el otro se titula " A mi amor ideal". Si quieren leerlos y votar se los agradecerìa. Ahora si saludos a todos y gracias!! :) bsar.

Conociendo a SalvadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora