La discusiòn.

16 0 0
                                    

Pasaron cinco dìas en los que Guadalupe, despuès del incidente  de Navidad, no quiso abrirme la puerta de su departamento. No podìa entender què es lo que la afectaba tanto, ella parecìa poder defenderse bien de cualquier persona que hubiera querido herirla... Y sin embargo se habìa acobardado frente a Helena, y lo sè solo porque se alejò de mi. Me evita en todas las circunstancias, y eso solo puede ser  producto de lo que Helena le dijo ese dìa, estaba seguro.

La buscaba en el bar, y trataba de mantener alguna conversaciòn con ella, pero no cedìa. Se notaba como el brillo que supe ver en sus ojos habìa desaparecido. Se ponìa nerviosa y se tensaba cuando yo la buscaba con los ojos, estaba tramando algo que no me querìa decir. Quizàs... No, no podìa ser, ella no iba a tratar de suicidarse de nuevo, lo peresentìa, no podìa dejarme ahora...

Estábamos a un solo dìa de la celebraciòn de fin de año, y yo querìa que Guadalupe lo pasara conmigo, pero no conseguìa convencerla de siquiera hablar dos palabras seguidas.

Mi madre estaba cada dìa mas debilitada después de Navidad, y yo cada dìa temìa màs por el oscuro porvenir que se cernìa al cuerpo de mi madre. 

Me pidiò que llevara a Guadalupe, que querìa pasar la tarde con ella, por que le habìa prometido que iban a tomar tè en las tacitas de porcelana, y a ella jamàs le gustaba romper una promesa. Le dije que no era conveniente que recibiera visitas, que era mejor que estuviera en reposo para recuperar fuerzas; pero yo heredè la terquedad de ella, así que no hubo forma de persuadirla. Tanto me implorò que al final le prometì que la buscarìa y la llevarìa a casa para que tomaran su te. 

Por un lado estaba contento, porque sabìa que Guadalupe no podrìa negarle la invitaciòn a mi madre, y yo deseaba verla; pero por otro lado, de verdad pensaba que mi madre debìa descansar para reponerse. Hasta ya estaba pensando en que festejáramos año nuevo solo los dos juntos, sin bullicio, sin problemas, ni agobiantes cenas organizadas a la perfecciòn, sòlo para agasajar a los invitados. 

Si eso iba a hacer, íbamos a festejar año nuevo los dos juntos. Aprovechando de ese hermoso momento para guardarlo en mi memoria, por toda la eternidad. 

Lleguè al bar, Guadalupe estaba saludando a sus compañeros de trabajo, preparandosè para irse a su departamento. La esperè en la puerta, y cuando estuvo afuera me acerquè a ella lo màs cerca que podìa estar de su rostro rosado. Sus ojos color miel estaban oscurecidos por una niebla de algún sentimiento, que se veìa que la atormentaba. 

- Guadalupe por favor esperà, necesito que vengas conmigo. Mi madre me dijo que te habìa prometido que tomarìa un tè juntas, y quiere que sea hoy.- 

-¿Ella està bien?.- Cambiò su rostro de frialdad por uno de compasiòn al escuchar que mi madre habìa comenzado a quererla. Un montón de sentimientos encontrados, como celos y alegrìa, se agolpaban en mi corazòn. Por mi madre ella iba a aceptar, pero cuando yo la invitaba se negaba rotundamente.

-Un poco dèbil a decir verdad. Pero sè que le va a hacer bien que vos estès un rato con ella hoy. Disfrutò mucho de tu compañìa en Navidad.-

-Yo màs, tu madre es una persona excepcional. Me encantarìa ir a verla hoy. Vamos a mi departamento, me cambiò y vamos para tu casa, ¿te parece?.- Su voz cambiaba radicalmente cuando algo la ponìa de buen humor. Realmente todo su cuerpo mostraba màs de lo que ella querìa hacer notar. Era sorprendente lo transparente que algunas personas pueden ser. No hay necesidad de que hablen, los ojos , la voz y sus modos de moverse comunican lo que exactamente estàn pensando. 

-Si, me parece perfecto.- Apoyè una mano en su espalda baja, y la guiaba hasta el auto. Le abrì la puerta y ella entrò tranquila. Girò su rostro hacia mi y soltò un  "gracias", lleno de educaciòn y gratitud sincera. Esta mujer estaba haciendo desastres en mi interior, y no tenìa forma de frenar lo que en mi pecho comenzaba a agolparse sin remedio.

Conociendo a SalvadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora