Rescate Forzoso.

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Salvador.

Tenia la cabeza que me iba a explotar de tanto trabajo, así que decidí dejar mi auto estacionado y caminar un poco para despejar mi mente.

Estaba caminando hacia el lago, el sonido y el movimiento del agua siempre me transmitían paz. En ese momento, casi sin querer vi a una mujer, no se decir de que edad, con algo entre las manos entrando al agua.

Me sorprendí de que se tirara sin sacarse la ropa, aunque supongo que era un lugar demasiado público para el pudor de una mujer, así se justificaba su exceso de prendas para el chapuzón.

Estaba dispuesto a retirarme, cuando me percaté de que la mujer todavía no salía del agua.

Corrí desesperado los metros que me separaban del lago y cuando llegue a la orilla me saqué los zapatos (eran nuevos y no los quería arruinar), dejé el celular en el suelo, por si necesitaba llamar a emergencias y sin pensar me sumergí a buscarla.

La luz de la luna me ayudó a ver a la mujer, en medio de tanta oscuridad. Tenía la pierna atada a una roca, qué suerte que llevaba la navaja que heredé de mi padre, porque sino no hubiera podido ayudarla. Corté el hilo y agarré a la mujer por las axilas. Ya me estaba quedando sin aire, tenia que apurarme. Nadé lo más rápido que pude y al fin salimos a la superficie.

Con toda la fuerza de la que fuí capaz, arrastre a la chica hacia la orilla ( su ropa pesaba una tonelada). La recosté, y le realizé las técnicas de resucitación; al cabo de unos segundos reaccionó y escupió el agua que había en sus pulmones.

Me miró, o al menos eso creo, y cerró sus ojos. Me quedé abrazándola para que no tuviera frío, a pesar de que la noche estaba calurosa. Nunca había sentido esa necesidad de proteger a alguien tanto como a ella, y eso que era una completa extraña; pero aún así, parecía como si yo fuera su única esperanza.

Al cabo de un momento sentí que caían lágrimas por su cara, supuse que el shock estaba haciendo de las suyas en esta pequeña mujer, y decidí llevarla a un hospital para que la revisaran.

Ella aún lloraba dormida, yo la cargué en mis hombros y la puse en el asiento trasero de mi auto, con el cuidado que se tiene cuando uno acuesta a un bebé, y sin mas me dirigí al hospital del centro.

Cuando llegué al hospital bajé del auto y cargué a la chica, todavía inconsciente, en mis brazos hasta conseguir una silla de ruedas.

En la entrada detuve a un doctor.

-hola, disculpe, esta mujer se estaba ahogando ¿puede ayudarme?.-le dije.

-si.- contestó el médico.-acuéstela aquí.- y me señalo una camilla en la pared izquierda del pasillo.

La recosté con cuidado mientras el médico llamaba a sus colegas para que lo ayuden.

-¿sabe cuàl su nombre?.- me preguntó. A lo cual yo moví la cabeza de forma negativa.

-solo la encontré en el lago creo que se quería suicidar.-comenté despacio.- pero no se quién es ella, no soy pariente ni nada.- le dije.

El doctor asintió y me condujo hacia una sala de espera. Me señaló una silla vacía.

-ahora nosotros vamos a ocuparnos de ella, le agradezco que la haya traído.- me dijo y me dirijió una sonrisa de boca cerrada y sincera.

Le pregunté si podía quedarme en la habitación con ella cuando terminaran de estabilizarla. Puede parecer raro, pero me sentí responsable por ella; además de sentir un poco de pena y simpatía.

Conociendo a SalvadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora