— ¡Hola! Eres la chica que me comentó en el blog, ¿Cierto? — Escribió.
— ¡Hola! Así es. Me gustó mucho tu blog, me identifiqué con tus textos. Yo también escribo, pero no me he decidido a publicar todo. — Escribí.
—Gracias. Llevo tiempo escribiendo y decidí publicarlos. Mi nombre es Christian, ¿Con quién tengo el gusto? —Respondió de forma muy formal.
—Mi nombre es Ann.
— Un gusto, Ann. Me gustaría que compartieras conmigo algunos de los textos que has escrito. Me pareces alguien muy interesante. —Escribió el chico del blog.
— A decir verdad, aún no me gustaría darlos a conocer, no me siento aún muy segura acerca de lo que escribo, me falta mucho por crecer. —Respondí
—Yo creía lo mismo y, ya ves, al parecer mi blog ha tenido éxito. Pero, cuéntame de ti... ¿Cuántos años tienes?
—16 y... ¿tú? —Respondí temerosa, pensé que quizás mi edad le incomodaría. Por su forma de expresarse parecía alguien mayor.
— ¡Vaya! Eres aún bastante joven, yo tengo 24. —Respondió.
—Bueno, espero que eso no sea impedimento para que podamos ser amigos. Me agradas y siento que tenemos bastantes cosas en común.
—Claro que no, por supuesto que podemos ser amigos, verás que sí.
Christian mostraba cierto interés en platicar conmigo y eso me agradaba porque nunca había visto el interés de un chico hacia lo que yo escribía o pensaba, todo era superficial. Fue así que comenzamos a establecer una amistad a través de internet. Él me contaba como era su vida y yo de la mía. Todos los días conversábamos y mi interés hacia él fue creciendo, quizá porque nunca había tenido pláticas tan profundas con un chico y me agradaba imaginar que él también podría sentir lo mismo que yo. Y así continuamos conversando todas las noches. En el día pasaba mi tiempo entre el colegio y tareas y la noche la dedicaba prácticamente a esperar conversar con él, ya que siempre se encontraba en línea hasta muy tarde.
Llegaron las vacaciones de fin de año y aquellas conversaciones dejaron de limitarse a ser solamente en la noche. Ya conversábamos prácticamente todo el día y hasta la madrugada. Increíblemente me parecía más fácil entablar amistades a través de la computadora que personalmente, ello gracias a mi falta de autoestima e inseguridades que el fracaso con Martin me habían dejado. Poco a poco me tenía más confianza y las pláticas se tornaron más personales. Una noche salió a relucir el tema más complicado que existía entre ambos.
—Mira, ella es Marina una gran amiga. — Escribió mientras me envió una fotografía.
—Es bastante linda... ¿Te gusta? —Pregunté con una sensación extraña.
—Fue mi novia, quiere regresar conmigo pero yo ya no. Ya estoy enamorado de alguien más.
Sin saber por qué, sentí bastante extraña aquella respuesta. Nunca habíamos hablado de algo más que no fuese de escritos, cosas que hacíamos cotidianamente, amigos, etc. Nunca ahondamos en nuestra situación amorosa.
—Es muy bonita, deberías considerarlo mejor. —Respondí tratando de disimular lo que estaba sintiendo.
— ¿Cómo eres tú? Nunca me has mandado alguna foto tuya, estoy platicando contigo a ciegas. —Escribió cambiando el giro de la conversación.
Me petrifiqué al leer aquello. No tenía fotos mías en ninguna red social ya que era bastante insegura de mí misma y el hecho de que él me estuviese pidiendo una me llenaba de temor al pensar que quizás no le gustaría y se alejaría de mí. Me encontraba bastante traumatizada con lo que había pasado con Martin y no quería que sucediera algo parecido con Christian. Las cosas iban bastante bien con él y estábamos muy unidos, no quería que nada de aquello cambiara.
—No tengo muchas fotos mías, no soy fotogénica. —Respondí después de un rato.
— Bien, pues si no eres fotogénica entonces tendré que verte... en persona. ¿Te agradaría la idea?
Aquella proposición me aterraba aún más. Nunca había tratado con alguien a quien sólo conociera a través de internet y conocerlo en persona me causaba tanto intriga como ilusión. Quizá podría ser una buena idea o no, considerando que él era 8 años mayor y que, por lo que había visto en sus publicaciones, pertenecía a un círculo de clase social alta, diferente a la mía, lo que me causaba aún más inseguridad, sin embargo nunca se lo demostré.
—Claro, me gustaría mucho conocerte, me agradas mucho. —Finalmente respondí.
—Y tú a mí, pero... me gustaría saber qué rostro está detrás de la chica linda que escribe. ¿Te parece si nos vemos este viernes por la tarde? Nos vemos en un la plaza principal y de ahí vamos a pasear por ahí, ¿Aceptas?
— Sí, me parece bien. El viernes a las 5 de la tarde nos vemos.
Confirmé la cita sin saber si tendría el valor de acudir. No quería que por nada del mundo las cosas cambiaran entre nosotros y sabía que si asistía, las cosas se podrían trasformar para mal. Tenía un mal presentimiento, no sabía si era respecto a la cita o específicamente hacia él. Parecía un chico bastante sociable y agradable, pero había algo en él que no me terminaba de agradar del todo. Era un tanto misterioso y parecía ser demasiado bueno para ser verdad. Algo dentro de mí me decía que no debía confiar, así que decidí no acudir.
ESTÁS LEYENDO
Monitor
RomanceMe enamoré justo en la forma en que menos lo imaginé. Fue ahí que comprendí que el amor tarde o temprano llega, aunque no sea en la forma ideal. Existen personas que a través de una pantalla pueden llegar a cambiar nuestras vidas.