— ¡Mira Ann! allí van los tres. Si los alcanzamos podremos cumplir nuestro cometido de hoy. ¡Corran! —Dijo Mariana muy animada.
— No Mariana, espera. ¿Cómo nos vamos a ver persiguiéndolos? Van a creer que estamos locas. No, no haremos eso. —La detuve.
— Bueno, no corremos pero si hay que caminar rápido— Dijo Kendra mientras apresuraba el paso y Mariana la seguía.
Me detuve unos segundos sin saber qué hacer, así que no tuve otra opción más que seguirlas y ver qué pasaba. Pero por más que apresurábamos el paso no lográbamos llegar hasta donde ellos. Hubo un tramo en el que perdimos el sentido de la ridiculez y corrimos con todo y mochilas sobre la espalda. Quizá lo advirtieron, quizás no, yo rogaba porque fuese lo segundo. Hasta que por fin conseguimos emparejarnos con ellos, pero Mariana se pasó de largo sin siquiera decir adiós a Braulio y nosotras la seguimos hasta llegar a casa de Kendra, la cual ya estaba a unos metros. Ellos murmuraron algo pero no hicimos caso.
— Bueno, aquí me quedo, sigan ustedes. Sólo que no entiendo por qué los rebasamos finalmente. —Exclamó Kendra, extrañada.
— Pues porque obviamente no podíamos llegar a alcanzarlos así como así. Llegando al parque de la esquina nos detenemos y nos sentamos en una banca, ahí le digo a Braulio que cumpla con lo que quedamos.
— No Mariana, no lo hagas... no estoy lista. —Dije temblando de nervios.
— ¡Ann! No seas cobarde, vámonos que ya vienen. —dijo mientras me jalaba del brazo.
—Suerte, chicas —Dijo Kendra despidiéndose.
Seguimos caminando a prisa hasta llegar a la banca del parque. Ahí nos sentamos y fingimos platicar. En ese momento observé que Mariana levantó la mirada e hizo unas señas. Mis nervios me impidieron voltear a verlos, ni siquiera supe lo que Mariana quiso decir con esas señas. Y de pronto ahí estaba, por fin levanté la mirada y acercándose a nosotras, venían Braulio y Jean Carlo. Bono siguió su camino. Miré a Mariana tratando de saber qué hacer, pero ella se puso de pie y Braulio fue el primero en hablar en aquel momento tan, tan incómodo para mí.
— Ann, te presento a mi amigo. Ehm...
— ¡Ay, Braulio! Perdón amigos, no sabe presentar a la gente. —Exclamó Mariana interrumpiendo a Braulio—Ann, te presento a Jean Carlo, Jean Carlo te presento a mi amiga Ann.
Me puse de pie y le sonreí. El me correspondió a la sonrisa y me brindó su mano, le di la mía. Me dio un beso en la mejilla y ahí quedé maravillada totalmente. No fue un beso a medias, lo sentí perfectamente en mi rostro.
— Los dejamos, para que platiquen. —Finalizó Mariana mientras se llevaba a Braulio de ahí.
— Qué ocurrencias las de mi amiga, en verdad— Reí tratando de disimular que todo había sido planeado.
— Y Braulio que se quedó sin palabras —Comentó Jean Carlo mientras no pudo contener la risa.
Guardamos silencio unos segundos sin saber qué hacer. Aquel silencio incomodo finalmente fue roto por él, quien inició la conversación.
— Bien, pues... cuéntame, ¿Cuántos años tienes?
— 16 y ¿tú? —Pregunté un poco más tranquila.
— 18. ¿Tú y Mariana llevan mucho tiempo siendo amigas?
Había algo en su mirada que me atraía mucho. Desde la primera vez que lo vi había sido precisamente eso lo que me llamó la atención. Mientras hablaba ponía más atención a sus ojos color miel, piel blanca, labios rosados y cabello oscuro ondulado, que a lo que decía, en realidad. Su voz me encantaba, pocas veces lo había escuchado hablar y en aquella conversación había tenido toda la oportunidad de prestar atención a todos esos detalles. Después me di cuenta de que no era solamente su voz, sino lo que decía. Parecía ser un chico muy maduro, inteligente, noble, sensible, extrovertido... Todo parecía perfecto en él.
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Monitor
RomanceMe enamoré justo en la forma en que menos lo imaginé. Fue ahí que comprendí que el amor tarde o temprano llega, aunque no sea en la forma ideal. Existen personas que a través de una pantalla pueden llegar a cambiar nuestras vidas.