Llegó febrero, el mes en el que el amor y la amistad abundan en el aire, desde los comercios ambulantes hasta las tiendas departamentales. Yo siempre pensé que el día del amor y la amistad era solamente un día que utilizaban como pretexto para animarse a hacer o decir cosas que en un día común no se atreverían por miedo a parecer cursis, pero en realidad es algo que deberíamos hacer todos los días. Demostrar nuestro amor sin miedo a lo que los demás piensen, ya que, como dice la frase: "¿Cuántas cosas se pierden por miedo a perder?" Nunca nos imaginamos todo el amor que dejamos ir gracias al miedo al fracaso.
Habían pasado tres semanas de aquel mal episodio y decidí hacer algo para distraerme de los fiascos anteriores. Aburrida de mi vida, decidí tratar de conocer a nuevas personas, pero de la forma en la que se me facilitaba más era, precisamente, por Internet. Pensé que sólo así podría cubrir el vacío que Christian me había dejado. Así que me dispuse a ver la lista de recomendaciones de amistad. Agregué a varias personas que tenía en común con otros amigos. Sin embargo la mayoría eran contactos de Daniela, la hija de la mejor amiga de mi mamá y quien había sido mi mejor amiga de la infancia. Aún mantenía una amistad con ella, solo que ahora únicamente nos veíamos cuando ella venía de vacaciones a mi ciudad, ya que se había mudado con su madre y su hermana a otra ciudad hacía algunos años.
Esperé a que las solicitudes fuesen aceptadas, y poco a poco lo fueron haciendo. No entablé ninguna conversación, hasta que uno de los chicos que me aceptó me envió un mensaje.
—Hola, ¿Nos conocemos de algún lado?
—No, pero vi que eres amigo de Daniela. Soy Ann, ella fue mi mejor amiga cuando vivía aquí en mi ciudad. —Respondí.
— ¿Fue ella la que te pidió agregarme?
—No, ¿Por qué? —Escribí intrigada.
—Daniela fue mi novia hace poco. Terminamos hace un par de meses, pero yo aún la extraño mucho.
— ¡Vaya! entonces creo que sí te conozco. Bueno, no precisamente, pero sí he escuchado hablar mucho de ti. No sabía que eras el mismo Joan del que ella me hablaba. Sí conozco su historia, pero no, ella no me mandó a agregarte y, ¿Te puedo pedir un favor? No le digas que te agregué y que conversamos, no quiero que piense mal de mí.
—No tiene nada de malo, tú no sabías quién era yo, además yo ya no le importo en absoluto, así que no creo que le interese.
— Aun así, por favor. Sé que es muy celosa y no creo que esto le agrade.
— Está bien, no diré nada, pero... necesito pedirte algo, aprovechando que me agregaste. Ayúdame a regresar con ella, la extraño mucho. Ella ha sido el amor de mi vida, pero de un día para otro me dejó sin darme explicaciones. Ella es maravillosa y yo la quiero mucho, no sabes cuánto. Ya viene el día del amor y la amistad y quisiera invitarla a salir, ¿Crees que pudieses ayudarme a convencerla de salir conmigo ese día?
— Pero, ¿Cómo? Ella no tiene que saber que tú y yo hablamos, te lo acabo de pedir. Le parecerá raro que le envíe un mensaje sólo para interesarme por lo que hará el 14 de febrero. —Escribí.
—Por favor, te lo pido. Ella casi no revisa sus mensajes, será mejor llamarle. Sé que no nos conocemos bien y pedirte esto es demasiado, pero no tengo a quien más recurrir. No se va a molestar, te lo puedo asegurar. Haz esto por mí y te prometo hacer lo que me pidas después, por favor Ann.
Aquellas palabras me habían conmovido mucho. Nunca había visto que un chico se expresara tan bonito de alguien, así que decidí ayudarlo. Joan parecía un chico bastante sensible y amigable, por lo que me pareció tierno. Así que me propuse hacer todo lo posible para convencer a Daniela de que saliera con él. Al otro día por la tarde me dispuse a llamarle para proponerle aquella idea.
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Monitor
RomanceMe enamoré justo en la forma en que menos lo imaginé. Fue ahí que comprendí que el amor tarde o temprano llega, aunque no sea en la forma ideal. Existen personas que a través de una pantalla pueden llegar a cambiar nuestras vidas.