Capitulo 4

49 2 0
                                    


— ¡Amor! ¿Qué haces aquí? ¿A quién esperas? —Expresó exaltado. Era Josue, compañero de la preparatoria, un tipo bastante caprichoso y necio quien siempre había estado tras de mí, pero con quien a pesar de todo, mantenía una buena relación amistosa.

— ¡¿Tú qué haces aquí?! ¡Me asustaste demasiado! —Respondí bastante asustada, mientras le quitaba las manos de encima de mí. — ¡Vete de aquí por favor! Estoy esperando a alguien.

— No te puedo dejar sola mi amor. —Respondió burlón.

—No me digas mi amor, por favor.

—Está bien, Ann. Deja que te acompañe, por favor, mientras llega a quien estás esperando. Yo también estoy esperando a unos amigos pero te vi aquí sola y decidí acompañarte.

—No Josue, no necesito que me acompañes, muchas gracias. Por favor, vete.

—Está bien, pero por favor... piensa en mí—Dijo mientras me guiñaba el ojo burlonamente.

— ¡Eres odioso Josue!

Se fue mientras reía por lo gracioso que era para él molestarme. Pero, sin darnos cuenta, alguien había estado observándonos a lo lejos. Yo seguí esperando, sin embargo ya había pasado una hora y nadie había llegado. Le llamé a Christian pero su celular se encontraba apagado. Decidí esperar un poco más y no sucedió nada, así que decidí, con todo el dolor de mi corazón, regresar a casa y aceptar el hecho de que Christian me había dejado plantada.

Un rato después llegué a casa completamente desilusionada. Me tiré sobre la cama y revisé mi celular para ver si me había dejado algún mensaje, pero no encontré nada. Así que decidí escribirle para saber cómo estaba y por qué no había asistido a la cita. Al poco rato mi celular sonó con un mensaje que terminó de destrozarme el corazón. Conforme leía cada palabra sentía que las ilusiones se me iban destruyendo pedazo a pedazo, nunca comprendí lo mucho que me importaba hasta ese momento, justo el momento en el que el cruelmente me había enviado ese terrible mensaje.

"Ann, discúlpame por no haber sido claro antes contigo. No sabes cuánta pena siento al escribirte esto, pero no podría decírtelo en persona, como lo había planeado. La verdad es que esto terminó aquí, olvidemos lo dicho. Siento mucho que las cosas se hayan confundido al punto de ilusionarte, pero todo tiene que cambiar. La verdad es que yo tengo novia y la amo. Sé feliz y sigue tu camino. Cuídate."

Como si se tratase de que aquel mensaje estuviese dirigido a una piedra y no a un ser humano, escribió aquellas líneas con la frialdad de alguien que pareciera no tener corazón, alguien que nunca pensó en el dolor que me causaría leer aquella cruel y cobarde despedida. Mis lágrimas caían lentamente sobre mi rostro, mientras leía una y otra vez aquellas palabras que en ese momento me parecían salidas de un cuento de terror. Más tarde comprendí que todo lo que tal vez pareciera un fin, es el principio de algo mucho mejor.

Aventé el celular y seguí llorando de decepción. Llegó mi hermana a abrazarme, no preguntó nada, sólo estuvo conmigo, suponía lo que sucedía. Más tarde mamá entró a la habitación pero no tuve el valor de contarle lo que había sucedido, sabía que se molestaría y ya ni siquiera era necesario, ya que Christian había desaparecido de mi vida.

Al otro día tenía que enfrentarme a los cuestionamientos de mi grupo de amigos. Éramos cuatro y a pesar de que teníamos solamente un año de conocernos ya eran los mejores amigos que había tenido en toda la vida. A pesar de ello sentía vergüenza de contarles lo que había sucedido. Estaba comenzando a contarles la historia, cuando llegó Josue a interrumpir nuestra plática, pero esta vez con algo que aclararía un poco más el panorama.

— Tu novio es más grande que tú ¿Verdad? — Preguntó burlándose, como acostumbraba.

— ¿Cuál novio? ¿De qué hablas? — Respondí pensando que estaba molestando como siempre.

— Pues al que estabas esperando. Cuando me fui había alguien a unos metros que te estaba observando. Pensé que no tenía nada que ver contigo pero pasé junto a él y me preguntó que si tú eras Ann y le respondí que sí. Supuse que era tu novio por internet, del que tanto hablas últimamente, todo el salón lo sabe.

Quedé impactada. Finalmente Christian sí había asistido a la cita, pero nunca se acercó a mí y eso me dejó aún más decepcionada. Creí que yo no le había gustado físicamente y que por eso prefirió alejarse de mí de esa forma.

— ¡Ven yo sabía que existía el riesgo de que no le gustaras! —Dijo Abi, quien era bastante indiscreta y directa.

— ¡Ya Abi! No molestes más a Ann con eso. —Respondió Mike. —Quizás pensó que Josue era tu novio y prefirió alejarse, no sé...— Dijo tratando de consolarme.

— No Mike, Abi tiene razón. Christian no quiso acercarse porque se decepcionó de mí. —Respondí a punto del llanto.

— Esperen...— Interrumpió Kendra— ¿Ese hombre se veía mucho mayor que nosotros? — Preguntó a Josue.

— No demasiado, pero sí lo era. —Respondió Josue.

— ¡Claro! 8 años mayor. Sí era Christian. — Respondí.

— Ehm... me voy Ann, lo siento. —Dijo Josue, mientras me miraba con cierta lástima.

— Qué bueno que se fue Ann, pienso que Christian no era quien decía ser. Es más, ni siquiera creo que se llame así en realidad. Lo mejor que pudo haber pasado es que se haya alejado. —Dijo Kendra, mientras me abrazaba para consolarme.

Lo último que me había dicho mi amiga me había tranquilizado un poco. Quizás debí hacer caso al mal presentimiento que tuve desde un principio respecto a Christian, pero eso no evitaba que siguiera sintiéndome mal por haberme hecho ilusiones con él. Creí que por fin alguien había encontrado a alguien que correspondiera a lo que yo sentía, pero no era así. Decidí en ese mismo momento eliminar el correo y todo lo que estuviese relacionado con Christian. En ese momento pensé en llamarle para pedirle una explicación, sin embargo creí que aquello solo iría contra mi dignidad y preferí eliminar su número de teléfono.

Pasé días tratando de entender lo que había sucedido y el por qué parecía que me gustaban tanto los imposibles. No entendía por qué Christian ni siquiera me había dejado explicar algunas cosas o mínimo tener el derecho de reclamarle algo. ¿Una confusión? ¿Sólo eso había sido? Y, ¿Qué era lo que lo había hecho reaccionar? Mi mente estaba saturada de cuestionamientos, respuestas posibles que solamente me torturaban cada vez más.

A pesar de todo, cada noche extrañaba sus conversaciones llenas de profundidad. No había conocido a hombre más maduro que él. Todos mis compañeros del colegio eran bastante infantiles aun y no podía hablar con ellos de todo lo que a mí me gustaba. Noche a noche pensaba en enviarle un mensaje diciéndole que al menos podíamos ser amigos, pero no, no debía. Nunca lo hice.

Qué fácil es romper el corazón de una persona, pensé. Solo unas cuantas palabras bastan para deshacer las ilusiones de alguien. ¿Quién tendría el valor de hacerlo? Yo estaba de acuerdo en que él y yo solo nos habíamos conocido por medio de una computadora y que lo más cerca que llegamos a estar fue a través de nuestras voces en el teléfono y más nada. Pero aun así, yo me creé ilusiones. Me gustó pensar en una fantasía en la que confiaba, una fantasía que llenaba de sentido mi vida, porque la vida sin ilusiones por alcanzar, no es vida. Sin embargo hay veces que por mucho que deseemos alcanzar una ilusión, habrá algo o alguien que evite que lleguemos a ello, mas no por ello debemos parar. Es entonces cuando debemos empezar de nuevo y elegir otro camino.

MonitorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora